Capitulo cero: Breve texto introductorio

«Aquí no pasa nada, mejor dicho, pasan tantas cosas juntas al mismo tiempo que es mejor decir que no pasa nada».

Jaime Sabines

Que, si bien que estoy aquí, te puedo enumerar las cosas más enfermas e hirientes que he visto, corriendo traigo la mente del relato que viene a mí , a punto del arrebato repaso todo. Que, si la Deep web, que si los narcos y sus series, que las películas de horror y el funesto Dross Rotzank no son nada como lo que relataré a continuación.

En un juego con vacío cerebral, tengo la leve sospecha de que algo turbio se comienza a cocinar, mientras deduzco la premisa de que todos los que salimos de la escuela que tiene a Cristo en su currícula salimos locos. Pero no es como si uno saliera y lo decidiera, así como el libre albedrío que nos da el Padre.

Que por un breve momento estaba viva, estaba muerta, llena de ira, cubierta de odio.

Sorteando las olas del destino, uno escapa y vuelve a la misma playa, sólo para darse cuenta de que uno jamás saldrá de ahí, entre mustias y víboras, alabanzas y pecadores, el olor de la verbena y el festival de la desdicha uno se topa con discursos misóginos, con palabras que no expresan amor.

Por ejemplo, a mí, nunca me bajaron de ser una pendeja, odiadora ordinaria, la enemiga idílica que querían tener y muchas otras cosas…que si bien es cierto lo era, yo odié todo y podía decirse que me paseaba con el mantra de no ser de muchas luces, en esas tardes negras, me vi rodeada de una pulcritud impía que era difícil de soportar. Más, no me di cuenta de que eso era fachada de paja, que al tocar se derrumbó. Y entonces esas muchas luces que no sabían que yo tenían actuaron con sigilo, y con una tibieza me vi siguiendo un hilo negro que nunca quise seguir.

Secretos e inmundicia, y mi mundo perfecto; sereno y tranquilo, se esfumó frente a mis ojos.