Sueco

Capítulo 4

  • A ver Abel, yo te di confianza de onda, no para que me digas que tenés que hablar conmigo como si nos conociéramos. Deberías ubicarte.
  • Es que…

 

Detrás de Victoria apareció un hombre alto y fornido de unos treinta años. La tomó de la cintura y clavó su mirada de pocos amigos en los asustados ojos de Abel, quien tragaba saliva del miedo y la vergüenza. De adentro escuchó una voz de hombre que decía: << ¿Qué pasa mi amor? ¿Quién es? >>

 

  • Buenas noches, acá no pedimos pizza pibe. – le dijo el hombre con voz gruesa, con desprecio y un aire de superioridad.

Abel se lo quedó mirando por unos segundos que perecieron eternos, realmente no sabía que decirle, o mejor dicho, que decirle. Se quedó mirando un rato a Victoria para ver si lo salvaba y ahí comprendió que, como toda su corta vida, se tenía que salvar solo.

 

  • Señora Victoria, la pizzería le envía esta grande de muzza por agradecimiento por ese una de sus mejores clientas. Bueno en realidad, a usted y su familia.
  • ¡Qué buen gesto! Dámela a mi flaco – le dijo el hombre que ante semejante acto se había ablandado un poco –
  • Muchas gracias. Ahora voy a llamar a la pizzería para agradecerles – dijo Victoria –
  • ¡No! No pierda el tiempo, hoy le va  dar ocupado toda la noche, no se olvide que juega Boca por tv – le dijo Abel mientras unas pequeñas gotas de sudor le recorrían sus sienes –
  • Tenés razón. Agradécele al dueño de mi parte.
  • Si, delo por hecho. Buenas noches.
  • Buenas noches.  –contestaron a dúo Victoria y su novio –

 

Cuando Victoria cerró la puerta se quedó pensando en lo que Abel le había dicho, o en realidad, en lo que no le había dicho. Se dio cuenta cuando él cambió el semblante al ver a su prepotente novio. Aparte Abel le había dicho si le podía decir algo, se dio cuenta que lo de la pizza fue un conejo que sacó de la galera.

 

  • No me gusta nada la confianza de este muchacho con voz. ¿Cómo te va a llamar por tu nombre y vos a él? Con ese tipo de gente mejor tener distancia, tarde o temprano te terminan cagando. – Le dijo el novio a Victoria –
  • No seas así. Es un chico que viven en el barrio pobre de acá cerca…
  • Es un villero – le dijo cortándole el hilo de la respuesta a Victoria -
  • Sos malo.
  • Si, muy.

 

Abel se fue hacia la pizzería. Se le tenía que ocurrir una idea para zafar la pizza que le había regalado a Victoria. Se le ocurrió simular un robo. Para eso agarró velocidad y bajó por una calle bien empinada hasta frenar  y caerse al piso. Se hizo un par de raspones en las rodillas y en las manos. Cuando llegó a la pizzería le dijo al dueño que unos pibes lo habían afanado. El dueño lo miró con desconfianza y al rato le entregó una pizza para que la entregara a la gente que estaba esperando hacía más de una hora. Luego de entregar esa pizza terminaba su jornada. Se fue para su casa, pero antes pasó por la casa de Victoria. Se quedó afuera escondido detrás de un árbol. Desde ahí podía ver la ventana del living, y veía perfectamente la silueta de Victoria y su novio. Estaban parados besándose. Parecía como que se estaban despidiendo. Esperó unos quince minutos hasta que un auto alemán salió de una de las cocheras de la casa, era el novio de Victoria, quien tocó la bocina y saludo con su mano derecha a Victoria que lo despedía desde el umbral de la puerta. Esperó unos instantes, cruzó la calle muy despacio con su bicicleta al lado, y le tocó la ventana a Victoria. Primero no lo escuchó, golpeó más fuerte y vio como Victoria se sobresaltaba. Cuando lo vio no lo podía creer, abrió grande los ojos. No entraba en su cabeza que ese chico estuviera ahí. Tuvo miedo. Abel le dijo que no se asustara. Victoria abrió un poco la ventana.

 

  • ¿Qué  hacés? ¿Estás loco?
  • No…
  • Me asustaste…
  • No tenés que temer nada de mí.
  • ¿Qué pasa?
  • Hoy lo de la pizza fue chamuyo, te la di porque apareció tu novio.
  • Sí, me di cuenta. Y lo de que iba a llamar fue un acting
  • ¡Ja! Sos buena actriz, ni me di cuenta.
  • ¿Qué querés Abel?
  • A vos. Me enamoré desde el primer instante en que te vi.
  • Y sé que a vos te pasa algo parecido. Uno puede engañar con la palabra y con su lenguaje corporal,  pero con la mirada jamás…



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En el texto hay: policial, romance accion y drama, romance

Editado: 28.05.2018

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