Capítulo 9
Abel estaba saliendo de a poco del shock. Acababa de matar a Marcelo, a su mejor amigo, a su hermano. Había matado una parte de su infancia y una parte de él mismo. En sus ojos se podía ver todo su sufrimiento, toda su bronca y todo su arrepentimiento. AL ver que no contestaba, Victoria, le acariciaba la cabeza, maternalmente. Abel se tranquilizó, ese solo gesto de cariño, de solidaridad y de empatía, logró que él saliera casi del todo de su trance.
- Mal...muy mal. Estoy como el culo. ¿Qué hice? ¿Cómo pude?
- No sé. Te volviste loco por un instante y apretaste el gatillo.
- Sí. Me volví loco cuando lo vi encima de vos, no lo pude tolerar. Me nublé. Me encloquecí, literalmente. No podía soportar la idea de que te ponga la mano encima. ¿Cómo un hombre puede hacerle algo así a una mujer? ¿Cómo se puede aprovechar de su indefensión? Solo lo puede hacer un cobarde, y Marcelo era un cobarde.
- Bueno, tranquilízate. Ahora te vas a quedar un rato acá conmigo. Cuando mi vieja se duerma, vamos a bajar sigilosamente así podés irte a tu casa. No quiero que te metan presa, vos me defendiste, de una manera brutal, es verdad. Pero me defendiste. Fue un ataque de locura como vos bien lo dijiste.
-
Abel se la quedó mirando y no podía comprender porque Victoria lo había ayudado, porque se había jugado por él. Sobre todo por todos los inconvenientes que eso lo podría acarrear. Entonces no dudó en preguntarle.
- ¿Por qué me ayudaste? Esto te pude traer problemas. Imaginate si la policía se entera de tu accionar para conmigo, terminarías presa.
- No lo sé…supongo que debe ser porque me di cuenta que no eras vos cuando disparaste, deberías haberte visto la cara. Literalmente te enloqueciste, estabas como poseído. Y sé que en el fondo no sos un mal chico y que tu vida no debe haber sido fácil.
- ¡Qué raro una cheta solidaria! Una cheta que vea más allá de sus narices. No existís vos.
- Y tal vez también sea el famoso síndrome de Estocolmo.
- ¿Síndrome de Estocolmo? Estocolmo queda en Suecia ¿No?
- Sí, es la capital. Ese síndrome es un trastorno psicológico temporal que se presenta, generalmente, en la gente que es secuestrada. Dicha gente se encuentra comprensiva y benevolente con su victimario. Se sienten identificados con ellos, sobre todo con aquellos que los tratan bien.
- Un síndrome sueco, mirá vos. Nunca lo había escuchado ni leído. Bah… yo no leo un carajo. Vos sí sabés.
- Lo que pasa es que voy a estudiar psicología y ya algo estoy leyendo, ese síndrome es re interesante para estudiar. ¿No vas al colegio?
- Dejé en cuarto grado. Iba con Marcelo.
Al nombrar a Marcelo, a Abel se le llenaron los ojos de lágrimas. Todavía no le había caído la ficha por lo que había hecho. Se fue al baño y se mojó un poco la cara. Se miró en el espejo y lo que vio no le gustaba nada, sus ojos parecían salirse de sus órbitas. La bronca que había sentido al dispararle a Marcelo todavía le duraba. Salió del baño. Ya se quería ir a su casa.
- Bueno, me quiero ir.
- Esperá una horita que mi vieja ya se va a dormir. Banca un toque. Aparte no quiero que nos vean salir. No quiero tener problemas ni que te atrapen.
- Ok. Yo tampoco quiero que vos te comas un garrón por mí. Ya demasiado hiciste.
- Ah, esperame. Antes metete en el vestido. Ya vengo.
Abel se metió en el vestidor y Victoria cerró la puerta con llave. A medida que iban pasando los minutos, Abel fantaseó que Victoria iba a entregarlo. En total estuvo encerrado algo más de cinco minutos, pare él fue una eternidad. Cuando escuchó la llave de la puerta del vestidor dar vuelta, pensó que del otro lado encontraría a la policía, pero no: era Victoria nuevamente.
- Acá tenés, debés de tener hambre – le dijo Victoria mientras le acercaba un plato con tres sándwiches de jamón y queso en pan lactal –
- Gracias…
- Y tomá. Es light – dándole un vaso de gasesosa –
- Gracias…no sé qué decir.
- No digas nada, comé y hablá bajo.