Capítulo 20
El oficial manoteó la mochila dibujando un semi círculo en el aire, en realidad atinó a pegarle un cachetazo para sacársela de encima. Bajó del patrullero y Abel comenzó a correr. El policía lo miraba desde lejos ya que sabía que era imposible agarrarlo. Desde lejos le gritaba que vuelva para hablar un rato. Abel le decía con la cabeza y con el dedo índice de su mano derecha que no.
- Oficial. Me voy a mi casa. Usted me estaba espiando, eso no se hace. No es legal.
- ¡Qué importa que no sea legal!
- Oficial, lo estoy filmando con mi celular. Tenga cuidado.
- ¡Pendejo de mierda! Ya te voy a agarrar. Me juego lo que no tengo que fuiste vos el cómplice de Marcelo.
- Buenas noches oficial, la próxima venga con una orden del juez.
Abel se fue tranquilamente para su casa. El oficial y los agentes veían como se alejaba, estaban con bronca y se la habían jurado. A pesar de la hora tocaron el timbre en la casa de Victoria.
- ¿Quién es?
- La policía. Queríamos hacerle unas preguntas.
- ¿A esta hora?
- Sí, van a ser solo diez minutos por favor.
- Bueno, pase usted solo.
- Si, por supuesto.
El oficial entró e inmediatamente comenzó a escrutar la casa minuciosamente con su mirada. Era un policía de verdad más allá de algunos excesos que había cometido. No vio nada que le llamara la atención. Se sentó en uno de los sillones de la sala mientras Victoria preparaba café.
- Que linda casa que tienen, señorita.
- Si, es linda. Papá la hizo construir hace muchos años. Tenía buen gusto el viejo…
- Si, la verdad que sí. Le hago una pregunta indiscreta…
- Preguntemé con toda libertad, yo tendré la misma libertad para contestársela o no…
- ¿Qué relación tiene con Abel Garma?
- ¡Ja! Venía por ahí la cosa…somos amigos…
- Ok. Pero en el barrio dicen que son más que amigos.
- Bueno, todo depende lo que el barrio entienda por amigos. Mi sentido y el significado de la amistad es muy amplio, oficial. No todos tenemos el mismo tipo de grados de amistad.
- Es vedad. ¿Amigovios?
- Jajajajajajajaja…veo que se a aggionardo y utiliza términos bastante modernos. Vea una cosa, yo tengo dieciocho años, Abel está por cumplir diecisiete, somos muy jóvenes. No estamos para formalidades todavía, digamos que si, que somos amigovios.
- Realmente no salgo de mi asombro…que usted me diga esto, que me confirme una relación con ese chico…
- ¿Cuál es su asombro? ¿Cuál es su problema? Que él es pobre y yo tengo una buena posición socioeconómica.
- No, eso a mí mi importa un bledo. Lo que me llama la atención es que él fue quien entró a su casa a robar y, probablemente, quien le disparó en la cabeza a Marcelo.
Victoria se quedó helada mientras iba escuchando las sospechas del oficial. No le sacaba los ojos de encima con pasmosa seguridad, pero por dentro sentía como que temblaba como una hoja en el viento.
- Bueno, esas son suposiciones suyas sin ningún tipo de sustento. Yo ya declaré ante la policía y les dije todo lo que les tenía que decir. La persona que vino con el otro delincuente era alto, grandote. Y aparte se notaba que era más grande por su manera de hablar. Abel nada tiene que ver con esas características. Aparte ustedes deberían preocuparse por encontrar el arma.
- ¿Sabe qué? No le creo ni una palabra.
- Lo que usted crea poco importa, oficial. Usted tiene que probar cada una de las cosas que está diciendo, eso los sabe usted mejor que yo. Y discúlpeme, ya lo acompaño a la puerta porque me tengo que ir a dormir.
- Ok. Seguramente nos veremos nuevamente.
- Está bien, pero no venga más a estas horas.
- Ok, buenas noches.
Victoria acompañó al oficial hasta la puerta. Luego de cerrar la puerta se desinfló. Estaba nerviosa, sentía que el oficial la iba a perseguir hasta descubrir la verdad. Se comunicó muy nerviosa con Abel.