Capítulo 25
Tan grande fue la sorpresa de Abel que se quedó con la boca abierta, no sabía que decir. Cuando intentó hablar solo balbuceó. Lili no le había entendido nada.
- No se te entiende nada, nene. ¿Tanto te pegó la birra? ¿Qué carajo me dijiste? – le dijo Lili antes de esbozar una carcajada que se estaba tragando para poder hablar –
- Que…la verdad…y que te voy a decir, la verdad que no me lo esperaba. Fue como un baldazo de agua helada.
- Bueno, che…tampoco es para tanto. Estuviste con esa diosa de Vicky y te vas a poner mal porque yo soy lesbiana. A mí no me chamuyés que yo no te conozco tanto pero el Marcelo me hablaba más de vos que de él. Te amaba mi hermano.
- Si…y yo a él.
Se hizo un incómodo silencio. Abel la miraba a Lili sin decirle nada. Miraba su boca, sus manos, sus pechos. No podía creer como había crecido esa nena. Como había pasado de rápido el tiempo para él y para ella.
- Bueno…contame de Vicky… ¿Qué onda? ¿Cómo te la levantaste?
Abel se puso blanco. No podía contarle lo del robo ni sobre el tiro que le había pegado a Marcelo. Trató de disimular, pero no pudo.
- ¿Qué te pasa, Abelito? ¿Te sentís bien? Estas blanco como un papel.
La lividez de Abel era más que evidente. No tenía ninguna zona de su cara con color más allá de ese blanco pálido. Lili trató de que le contestara, pero era inútil estaba paralizado. Hasta que en un momento los colores le volvieron al rostro y comenzó a hablar.
- Está todo bien, Lili. Gracias. Son muchas cosas que estoy pasando. La muerte de Marcelo, la pelea con Vicky. Estoy desencantado de la vida.
- Bueno, vos tranquilo. Otro día me contás lo de Vicky.
- Ya estoy bien. Te cuento. La conocí haciendo delivery. Ella vive con la mamá y pedían pizza todos los sábados a la noche. Y bueno…palabra va...palabra viene.
- Sos todo un galán…
- No…¿Sabés lo que pasa? Ella es muy simpática, muy sociable. Y bueno…es hermosa y muy buena mina.
- Sí, que es hermosa ya lo veo. Y si estuvo con vos debe ser buena mina. ¿Y por qué no la vas a buscar? El amor se les nota en los ojos a los dos…
- ¿Sabés qué? Somos muy diferentes…
- Ay, Abelito…eso se nota a la legua…pero… ¿Qué importa? ¿Vos sabés que hay gente que no se enamora nunca en su vida? Ustedes se enamoraron…jugátela, flaco. Andá a buscarla, si sabes que te va a decir que sí. ¿Y qué podés perder? Nada perdés. Si el día de mañana se separan, quien te te quita esa historia de amor…Nadie te la quita…Vas a quedar herido…si, eso seguro. Pero que hace una herida ante un amor verdadero…nada…después las heridas se cierran…o duelen menos. ¡Jugátela!
Abel la escuchaba atentamente. No podía creer como Lili tenía tanta sabiduría a tan corta edad. Le hablaba como si fuera una experta en el amor. Y todo lo que le decía tenía sentido. Por momento a Lili se le llenaban los ojos de lágrimas cuando hablaba del amor. En ese momento Abel sintió que había recuperado a una amiga para siempre, pero una amiga de verdad. Esas amigas con las cuales uno no quiere nada más allá de la amistad. Y entonces comprendió que el haber querido tener algo con ella había sido un error. Sintió que su amistad podía ser fuerte e indestructible.
- No es tan fácil…
- ¿No es tan fácil? Si tuviste huevos para decirle que no, tenés que tenerlos para decirle que la amás y que querés estar con ella.
- No se necesita el mismo coraje. Siempre es más fácil destruir que construir.
- No coincido…
- Es que siempre es más lo oscuro, la maldad. Actuar bien, ser bueno, construir, siempre es más difícil. Pero bueno…
- Puede ser, pero ya te fuiste por las ramas. Déjate de joder y decidite por ser feliz.
Abel se levantó y fue derecho a darle un abrazo fuerte a Lili. Se quedaron así un buen rato. Lili sentía que al estar cerca de Abel le rendía un homenaje a su hermano y, encima. Lo sentía más cerca por el amor que tanto le tenía a su amigo.