Abel fue hacia la puerta y la abrió con pavoroso nerviosismo; le temblaban las manos. Era como que se sentía culpable, como si la hubiera engañado a Victoria. Técnicamente no la engaño, primero porque ya no eran pareja y aparte no había pasado nada con Lili. Pero en su mene estaba el intento de tener algo con Lili. Abel se sentía culpable. Una vez que al fin abrió la puerta con su mano temblorosa, la vio a Vicky y fue como si la viera por primera vez. Los ojos vivaces, la sonrisa simpática, la alegría que le salía por todos los poros.
Victoria pasó con sigilo. Apenas asomó la cabeza en el living la vio a Lili, quien se paró y la abrazó animosamente.
Lili lo agarró a Abel de un brazo y comenzó a acariciarlo. Victoria disimulaba sus celos como podía; y podía poco. Lili se dio cuenta y besó a Abel en la mejilla. Su intención de molestar un rato a Vicky estaba surgiendo efecto. Victoria no podía disimular su cara de pocos amigos. Entonces comenzó a cambiar su cara amable de siempre por una mucho más hosca que Abel no conocía.
Lili se paró automáticamente y la agarró de los hombros. Dejó de reírse y la miró a los ojos con real sinceridad. Victoria le clavó la mirada desafiante mientras le agarraba las manos a Lili para que se las saque de encima.
Victoria comenzó a salir de su incredulidad. Se distendió y empezó a reírse, primero levemente y luego a carcajada limpia. La abrazó a Lili y luego a Abel. Estaba feliz. Se había hecho una película con ellos y todo era producto de su imaginación y de sus celos.
Lili se levantó rápidamente, le dio un beso a ambos y se fue. No dio tiempo a que la retuvieran como solo lo hacen aquellos que realmente se quieren ir de algún lugar. Abel y Victoria se quedaron callados durante unos pocos minutos que parecieron interminables. Se miraron, se reconocieron nuevamente. Abel pensaba como había sido tan tonto de no estar más con esa mujer que amaba con locura. La veía hermosa pero su belleza ya no le importaba, solo veía de verdad el interior de Victoria. Victoria, por su parte, estaba nerviosa y no quería dar el primer paso, sin advertir que ya lo había dado. Abel se paró y le ofreció un vaso de cerveza a Victoria, quien asintió con la cabeza. Se sentaron juntos sin casi decir una palabra, no hacía falta hablar. La noche los fue acercando, el silencio era la mejor comunicación. Abel comenzó a tocarle el pelo, como a ella le gustaba. Victoria le tocó el cuello como a él le excitaba. A pesar del poco tiempo que tenían de conocerse, se conocían más que muchas parejas que pasan años juntos pero que nunca se terminan de conocer. Abel le clavó su mirada negra a los ojos azules de Victoria, ella se ruborizó y miró para abajo. Abel se acercó a su boca y pudo sentir el cálido aire de su fresco aliento. Estaban mirada contra mirada. Casi boca con boca. Rozaron sus labios. Se separaron para mirarse una vez más. Abel le dio un un dulce y corto beso. Victoria temblaba por su excitación. Abel se dio cuenta. Sin sacarle los ojos de encima, tocó el sexo empapado de Victoria. Ella hizo lo mismo y pudo sentír el sexo de Abel a punto de explotar. Victoria no daba más y Abel tampoco. Se besaron nuevamente, victoria se acercó a Abel y le dijo al oído.
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Editado: 28.05.2018