Sueco

Capítulo 50

Dos disparos repiquetearon en su cabeza. Se levantó de golpe y encendió la luz. Tomó el celular y miró la hora. Eran recién las cinco de la mañana. Se puso la bata y fue hacia la cocina a tomar agua. Abrió la heladera con sigilo, tomó la jarra y se sirvió un vaso de agua bien grande. Tenía mucha sed, la pesadilla que había tenido la había hecho transpirar mucho. Una vez que terminó de tomar agua fue a la habitación de Lili. La puerta estaba entornada, abrió un poco más la puerta para observarla bien y lo que vio fue a una adolescente durmiendo con la boca abierta. << ¡Que daño podría hacerme con esa carita!>> pensó Hortensia. Se acercó un poco y le dio un dulce beso en los labios. Luego la besó en la frente mientras acariciaba una de sus manos. Hortensia volvió a su cuarto, se acostó en su cómoda y ancha cama pero no pudo volver a conciliar el sueño. Encendió la luz de su mesita de noche y se puso a leer, pero no podía concentrarse. Estaba ansiosa por contarle a Victoria su sueño. Lo que más le había impactado era el intento de suicidio, justo ella que era amante de la vida y que nunca se le había pasado semejante acto que ella creía que era solo para los cobardes, y ella era cualquier cosa menos una persona con falta de coraje. Siguió más pensando que leyendo hasta que cerró el libro. Ya se habían hecho las siete de la mañana, faltaba poco para que Lili se levantar para hacer el desayuno. Hortensia se levantó y se fue al baño a darse una ducha. Permaneció como media hora. Una vez que terminó bajó a desayunar. En la mesa ya estaban Victoria y Abel sentados esperándola.

 

  • Buen día, mi amor, buen día Abel.
  • ¡Qué contenta se te ve, mami!
  • Es que tuve un sueño ho rri ble!
  • Ah…no sabía que los sueños horribles te hacían levantar de buen humor. Sos única mamá.
  • Es que estoy de buen humor no porque lo haya soñado sino porque no fue verdad, hubiera sido espantoso que me pasara eso a  mí. Justo a mí – dijo Hortensia con marcada extrema soberbia –
  • Me querés contar…
  • Te tiro una punta. Soñé que me suicidaba, o al menos lo intentaba sin lograrlo. Justo yo suicidarme… ¿Te imaginas?
  • La verdad que no, a no ser que hayas sido una farsa toda tu vida.
  • No lo fui ni lo soy. Bueno sigo…me cortaba las venas…que falta de clase por Dios. Luego me internaron, salí del hospital y vine para casa. Te la hago corta, aparecía en el jardín colgada; colgada de una soga. Que poco nivel, ¡por favor! Y al final me había matado Abelito con ayuda de Lili. Una locura todo. De Abel lo puedo creer, de Lili no. Aunque sabes que no pongo las manos en el fuego por nadie, solo por vos amor.
  • ¡Qué feo sueño! ¡Qué pesadilla!
  • Si, pero estoy contenta porque no fue verdad. Mi muerte tiene que ser más chic…
  • Ay mamá, no cambíás más…
  • No, ni pienso en eso. Soy así y al que le gusta bien y al que no…a su casa. Es así la vida.
  • Bueno, mamá. Yo me voy a la facultada. Te dejo y pórtate bien.
  • Chau, amor.

 

Hortensia y Abel estaban sentados frente a frente. Se miraban pero no se hablaban hasta que Hortensia rompió ese hielo que tanto los alejaba.

 

  • ¿Vos sería capaz de matarme, Abel?
  • No hable pavadas…
  • Sí fuiste capaz de matar a tu mejor amigo, no se para que te hago una pregunta tan obvia – dijo Hortensia con hiriente ironía –
  • Piense lo que quiera, bah...siempre lo hace y muchas veces se equivoca.
  • No me contestaste… ¿Tenés miedo de decirme la verdad? yo sé que me odias…
  • Mire…el punto no es si la mataría o no, las palabra no valen de nada. Solo me baso en los hechos. Si yo dijera <<Sí, la mataría >> No significaría nada, solo palabras, deseos…
  • Bueno…no te pongas tan serio. Es un juego.
  • Mi relación con usted no es ningún juego.
  • No te hagas el susceptible ni la victima conmigo. Yo no soy Victoria y sé que alguna macana te vas a mandar y yo voy a estar detrás para pescarte en el momento justo. No des ningún paso en falso…
  • Yo nunca voy a poder hacer que usted cambie de opinión sobre mí, eso ya lo sé. Usted es una mala persona, más allá de que a veces parece tener sentimientos, pero yo sé que es todo una actuación.
  • Y bueno, si no te gusta, tenés la puerta. Y chau, todos contentos.
  • No le voy a dar el gusto, señora.
  • ¡Qué pena!
  • Victoria me ama y yo a ella. Claro que sería una pena, pero usted desde su mundo de ególatra, solo le importa su bienestar.
  • No es verdad, amo a mi hija y por eso no quiero que este con un tipo como vos.
  • ¡Qué pena…para usted! Jódase, Hortensia – Abel visiblemente molesto –
  • No te pongas nervioso. Ves ahí perdés, como perdemos todos. Nunca hay que perder la calma. Cuando uno pierde la calma, perdió aunque haya ganado. La tranquilidad para hacer las cosas es todo. Pero eso no lo entendés. Sos un salvaje. La esencia nunca cambia.
  • Lo mismo digo, usted va a ser siempre la misma…
  • Seguís nervioso, calmante. Todavía no me contestaste lo que te pregunté. ¿Serías capaz de matarme?
  • Si, y lo haría con sumo gusto. Pero me gustaría verla sufrir, me gustaría verla pidiéndome clemencia. Eso me gustaría más que el simple hecho de matarla.
  • ¿Yo pedirte clemencia a vos? Ni en sueños. Vos estás loco. Ni a vos ni a nadie.
  • Igualmente nunca pasará, quédese tranquila. No lo haría nunca por dos motivos más que importantes. Primero; porque no perdería la libertad por algo sin importancia, su muerte es cuestión de tiempo. ¿Cuánto más puede vivir? ¿Diez años? ¿veinte? O tal vez en unos pocos años termine en el geriátrico…no vale la pena entonces. Y el otro motivo es por el amor que  siento por Victoria. Ella la ama a usted y por eso mismo jamás le provocaría a ella ningún tipo de dolor.
  • Mi hija jamás me mandaría a un geriátrico, ni lo sueñes. Por otro lado, no creo en tus sentimientos. Si creo en que no lo harías para no terminar preso.
  • No me crea.
  • Y te falto un motivo…
  • ¿Cuál?
  • Tal vez te pueda matar yo antes.



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En el texto hay: policial, romance accion y drama, romance

Editado: 28.05.2018

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