Sueco

Capítulo 65

Antes de salir de su casa, Hortensia habló con Victoria. Quería que su hija viera con sus propios ojos lo que era ese chico que la había deslumbrado, con el que se había encaprichado.

 

  • Nena, me voy a desenmascarar a tu novio y vos tendrías que venir conmigo.
  • No. No me molestes mamá. Hoy Abel sale tarde la pizzería. Hay mucho trabajo.
  • ¡Cómo te dejas engañar! Quiero que vengas conmigo y lo veas. Si para vos él es inocente, de que tenés miedo…en el fondo sabés que ese pendejo es un delincuente.
  • ¿Vos eso lo pensás también de Lili?
  • Por supuesto, son de la misma calaña.
  • Bueno…esperame que voy con vos.

 

Victoria fue para su habitación, se cambió rápidamente y bajo las escaleras con prisa para terminar de una vez con todo esto. Se subieron al auto y Hortensia siguió con su discurso lleno de ira y odio.

 

  • Ahora vamos a buscar a este chico, Cucho. Él nos va a llevar al lugar donde andan esos dos villeritos  con cosas raras…
  • Cucho…otro villerito, según tus parámetros.
  • Sí, pero me sirve. Fue el que identificó al agresor de Carlos y el que va  a llevarnos al aguantadero de Abel y Lili.
  • Vamos a ver.
  • Yo sé lo que te digo, nena. Yo no viví al pedo tantos años. Apenas lo vi a Abel me di cuenta de lo que era. Y entró a robar nuestra casa o vos te olvidas de eso. Pero no sé en que estabas pensando cuando le diste bolilla a ese pibe.

 

Llegaron a la esquina donde los esperaba Cucho, subió. Hortensia se lo presentó a Victoria.

 

  • Hola señorita, Victoria. Un gusto.
  • Decime Vicky, nada de señorita. No nos llevamos tantos años
  • Está bien.
  • Bueno, basta de presentaciones. Vamos a la escena del crimen…- dijo Hortensia con malicia –
  • ¿Escena del crimen? Vos siempre tan exagerada, mamá.
  • Ya vas a ver nena.

Llegaron al barrio pobre. Hortensia se estacionó justo delante del bar y enfrente de la casa donde Abel y Lili entraban por las noches una y otra vez, según lo que le había contado Cucho. Esperaron un buen rato. Cucho encendió un cigarrillo e inmediatamente Hortensia lo echó del auto.

 

  • Pero en mi auto no se fuma, rajá de acá pendejo de mierda.

 

Cucho bajó y terminó en el cigarrillo en la calle. En un momento pudo divisar un camión que freno justo delante de la casa de la sospecha. Abel y Lili bajaron con otros dos muchachos del barrio, abrieron la caja del camión y comenzaron a bajar cajas. Muchas cajas. Cada vez que tomaban una caja y se dirigían a la casa miraban a un lado y otro de la calle. Se los veía nerviosos. Cucho subió al auto.

 

  • ¿Los vio, doña Hortensia?
  • Sí, los vi. Anda a saber que es todo eso que afanaron…y no me digas doña…
  • Ok. Se los ve nervios, ¿Lo notó?
  • Claro que lo noté. Y ya les saque miles de fotos. Estos terminan en cana.
  • Ni sabes que llevan en esas cajas, mamá.
  • Vos sos una incrédula. Bajemos del auto.

 

Los tres bajaron del auto. Hortensia cruzó rápidamente la calle, detrás suyo iba Victoria y bastante más atrás iba Cucho. Cuando Lili salió de la casa y se dirigía al camión para seguir descargándolo, Hortensia la tomó del brazo.

 

  • Sos una chorra… ¿Qué es todo esto?
  • Suélteme, Hortensia, me está haciendo daño…

 

Justo en ese momento salió Abel de la casa y vio la escena. Trato de separarlas.

 

  • Vos no me toques, villero. Yo sabía que no me equivocaba. Siempre fuiste un chorrito. Entraste a mi casa. y ahora esto. Yo no quiero ladrones en mi casa.

 

Abel calló. No le dijo absolutamente nada. Victoria miraba la escena sin saber lo que estaba ocurriendo. Lili lloraba desconsoladamente. Hortensia seguía regocijada por haberlos encontrado con las manos en la masa.



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En el texto hay: policial, romance accion y drama, romance

Editado: 28.05.2018

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