Antes de salir de su casa, Hortensia habló con Victoria. Quería que su hija viera con sus propios ojos lo que era ese chico que la había deslumbrado, con el que se había encaprichado.
Victoria fue para su habitación, se cambió rápidamente y bajo las escaleras con prisa para terminar de una vez con todo esto. Se subieron al auto y Hortensia siguió con su discurso lleno de ira y odio.
Llegaron a la esquina donde los esperaba Cucho, subió. Hortensia se lo presentó a Victoria.
Llegaron al barrio pobre. Hortensia se estacionó justo delante del bar y enfrente de la casa donde Abel y Lili entraban por las noches una y otra vez, según lo que le había contado Cucho. Esperaron un buen rato. Cucho encendió un cigarrillo e inmediatamente Hortensia lo echó del auto.
Cucho bajó y terminó en el cigarrillo en la calle. En un momento pudo divisar un camión que freno justo delante de la casa de la sospecha. Abel y Lili bajaron con otros dos muchachos del barrio, abrieron la caja del camión y comenzaron a bajar cajas. Muchas cajas. Cada vez que tomaban una caja y se dirigían a la casa miraban a un lado y otro de la calle. Se los veía nerviosos. Cucho subió al auto.
Los tres bajaron del auto. Hortensia cruzó rápidamente la calle, detrás suyo iba Victoria y bastante más atrás iba Cucho. Cuando Lili salió de la casa y se dirigía al camión para seguir descargándolo, Hortensia la tomó del brazo.
Justo en ese momento salió Abel de la casa y vio la escena. Trato de separarlas.
Abel calló. No le dijo absolutamente nada. Victoria miraba la escena sin saber lo que estaba ocurriendo. Lili lloraba desconsoladamente. Hortensia seguía regocijada por haberlos encontrado con las manos en la masa.
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Editado: 28.05.2018