Sueño de los Guardianes I-1: Ascenso

Capítulo 5 – Forjado en acero

Estando en medio de la nada, Chris decide adentrarse en la montaña y se abre paso contra algunos animales feroces como gatos monteses y osos terminando su hibernación. Para cualquier humano sin poderes habría sido un viaje muy peligroso, pero para Chris era muy sencillo edificar muros de piedra sólida para bloquear los ataques de los animales salvajes.

 

Habiendo vagado por la región montañosa durante todo el día, eventualmente llega a una cueva para resguardarse de la lluvia:

—Vaya, aquí empieza a llover más de repente que en el templo, incluso el aire se siente menos denso. —dice Chris en voz alta jadeando a pesar de estar solo, intentando recobrar el aliento tan rápido —Caminar cuesta arriba una colina casi me hace desmayar.

—Si solo eso basta para agotarte, no sobrevivirás. Morirás. —dice una voz masculina, mucho más grave que la de los monjes del templo.

—La única persona en toda la zona, usted debe ser el viejo amigo de— pero Chris es interrumpido cortantemente.

—Hama debió haberte dejado aquí, ella siempre hace lo que le place, en serio no entiendo el elemento Aire. Todos justifican sus acciones con ser “libres”, solo provocando problemas innecesarios. —se queja un hombre en el fondo de la cueva.

—No pienso causar problemas, solo quiero descansar. —contesta Chris con una expresión exhausta en su mirada —«Una cosa tras otra, Karen se va del templo, Fanny se harta de mí, Yamamoto me expulsa del templo y Hama me abandona en medio de la nada. Ahora un hombre se queja de mi sola existencia. Estoy harto.»

 

El ermitaño ve a Chris detenidamente, el silencio incómodo se alarga, la docilidad del joven frente a él lo pone más incómodo que ver a un hombre besar a un perro en el hocico. La mirada penetrante del hombre hace que Chris se mantenga a la defensiva mientras intenta no ser una molestia.

 

—Qué asco. —contesta el ermitaño mientras aparta la mirada de su figura —Odio los problemas innecesarios, pero lo que más odio son a las personas débiles como tú.

—¡¿Y eso a quién le importa?! ¡¡¡Solo eres un hombre mugriento en una cueva en medio de la nada!!! —explota Chris al recibir una crítica contundente.

 

En cuanto termina de hablar Chris, él se percata de la atmósfera a su alrededor, el ambiente está inundado de una presión sofocante que hace que todos sus sentidos indiquen una misma cosa: Muerte. El ermitaño empuña una espada y la presión incrementa a medida que la blande en su dirección.

 

Todos los animales de la región corrieron despavoridos por la presión y en toda la zona se puede ver una inmensa llamarada alzarse desde dentro de la montaña hasta los cielos, partiendo las nubes de tormenta e interrumpiendo la lluvia torrencial. Justo fuera de la cueva, Chris está todo malherido, sus prendas casi se han incinerado por completo y su cuerpo entero está humeando.

 

El ermitaño sale de la cueva con la espada que casi destruye toda la zona y queda un poco sorprendido de que el joven intruso haya sobrevivido a su ataque. Él afirma que incluso un poderoso adepto no podría soportar un ataque de esa magnitud, así que le dará una oportunidad para sobrevivir.

 

—«¿Oportunidad? ¿De qué diablos está hablando? Casi me mata solo por haber estado frente a él.» —piensa Chris mientras intenta no perder el conocimiento.

—Odio a los débiles, no voy a repetirme. —dice el ermitaño que se postra encima de él mientras el cielo crepuscular se despeja sobre ellos —No soporto un mundo donde seas débil, así que o te fortaleces o te destruyo.

—«Me desmayo, ya no entiendo lo que está diciendo.» —Chris ya está terminando de desmayarse.

 

Chris despierta en el mismo sitio y el ermitaño tiene preparada la cena en la fogata frente a él. Con el cuerpo adolorido y sus tripas rugiendo por no haber comido en todo el día, Chris extiende el brazo para alcanzar un pedazo de carne de la fogata, pero el ermitaño le golpea la mano en reprimenda.

 

—Esa es mi comida, consíguete la tuya. —dice el ermitaño mientras tiene la boca llena de deliciosa carne de ciervo —Una cosa más, me da asco la forma tan primitiva en que usas tus poderes elementales, no vuelvas a mover la tierra o te mataré en el acto.

 

Chris no comió esa noche ni el día siguiente, estaba en el incómodo punto de su cuerpo sanando a la vez que exigía nutrientes para llevar a cabo el trabajo. Recolectó agua de un río cercano y al ver peces nadar contra la corriente intentó atrapar uno, pero no tuvo éxito, además que aparecieron osos enormes aún más hambrientos que él.

 

De forma automática, Chris estaba por pelear con ellos con el poder de la tierra, pero recordó las palabras del ermitaño y antes de poder hacer uso de sus poderes él pudo sentir la misma presión caer sobre él prácticamente desde el cielo. La presencia fue igual de abrumadora, pero bastó para que los osos salieran despavoridos y Chris pudo seguir pescando los peces gordos y jugosos.

 

Aún sin poder hacer uso de sus habilidades innatas, prácticamente todo el día de Chris se iba volando al rondar la zona de incógnito, buscando recursos para sobrevivir: bayas, plantas comestibles, hábitats de animales que pudiera cazar y desarrollar los medios para hacerse con la preciada carne.




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