Habiendo pasado algunos meses tras el cambio de rumbo en el entrenamiento de Chris, la sacerdotisa Hama vuelve al templo con una nueva huérfana para hospedar: una niña desaliñada llamada Fanny. En cosa de minutos Hama vuelve a irse del templo y los monjes no tienen otra opción que encaminar a la recién llegada niña a su nueva vida.
En su primer día, Fanny conoció al resto de huérfanos, pero no respondió positivamente a toda la atención de los demás niños, por lo que fue fácil para ellos mantener la distancia. “Es un templo muy grande, ni siquiera la veremos en todo el día.” Es lo que piensan al descartarla.
Habiendo llegado una vez más el día más importante del año, Yamamoto vuelve a apreciar a los huérfanos, pero ese año solo Fanny estaba sin evaluar, obteniendo como resultado el elemento más raro de todos: el Aire.
Teniendo ella un entrenamiento en solitario por la gran ventaja que le llevaban los otros huérfanos, se tomó las lecciones a su propio ritmo, con gran libertad como indicaba su elemento, lo que le dio mucha oportunidad de llenar su agenda vacía como los bolsillos de su ropa.
Explorando el templo por su cuenta, Fanny se topa con un niño tan solitario como ella:
—… —Ella no sabe qué decir o hacer, pero se tropieza al intentar echarle una mejor vista al joven.
—Disculpa, estoy intentando meditar. —comenta Chris sin siquiera molestarse en dirigir su mirada al origen del escándalo.
—Lo siento, ehm, yo solo- ah, solo estaba paseando y- —Fanny no para de balbucear intentando explicarse.
—«Por favor deja de hablar, solo quiero meditar.» —llora internamente Chris.
—Ah, me llamo Fanny, llegué al templo hace un par de días. —se presenta la recién llegada a la que Chris nunca le preguntó al respecto —¿Qué tanto haces?
—Solo quiero meditar, de hecho, cada palabra que digo es un paso atrás hacia mi meta. —contesta Chris intentando quitarse de encima su distracción.
—Oh, estás meditando, lo siento, ¿y por qué? —la curiosidad de Fanny eclipsa sus modales.
—Porque quiero. —y aunque no lo menciona, es todo lo que Chris va a decir en el resto del día.
Fanny contempla cómo Chris medita, aunque pasen las horas, ella se queda más inmersa en la meditación de Chris que él mismo. Aunque no haga ninguna acción, Chris puede sentir la mirada de la niña de su misma edad. Él se harta y lleva a Fanny fuera de la sala de meditación y ella se da cuenta de lo que había hecho.
Justo cuando ella empieza a retirarse del lugar, su estómago ruge bastante fuerte, lo que la avergüenza frente a Chris y le provoca a él una leve risa. Mientras Chris se ríe su estómago también ruge y no queda de otra que comer después de un día infructuoso.
Como los dos se saltaron una comida y Fanny es recién llegada, Chris no tiene opción más que cocinar para dos. Un simple arroz blanco y algunas verduras hervidas, es todo lo que pudo conseguir con tan poca antelación, pero Fanny disfruta de la comida. Es muy diferente a la comida que preparan los monjes, ella no logra comprender por qué, pero es la primera vez que puede disfrutar la comida desde que perdió a su familia.
Al ver a Fanny desahogarse con la comida, Chris decide prepararle la comida de vez en cuando y ella lo agradece de todo corazón. Karen está caminando a hurtadillas por los pasillos en busca de un bocadillo nocturno como lo ha hecho siempre desde que llegó al templo y ve a los dos amigos cenando y después de unos minutos de mirar continuamente ella se retira de vuelta a su cama.
A partir de entonces, Karen se esforzó muchísimo más en su entrenamiento, mientras que Fanny apoyaba y le mandaba ánimos a Chris en su meditación y comían siempre juntos. Habiendo acercándose lo suficiente, Chris le revela a Fanny que dejó el curso de adeptos para concentrarse en las artes espirituales y Fanny al saberlo comienza a tomarse en serio su propio entrenamiento.
En cuestión de meses, el curso de adeptos se volvió una competencia diaria entre Karen y Fanny, pues las dos se convirtieron en las más sobresalientes del curso. Aunque dicha rivalidad solo era declarada por los demás huérfanos y no por ellas mismas. El espectáculo diario que llamaba la atención de tanto los huérfanos como de los monjes se volvió una cotidianidad.
Habiendo pasado dos años desde la llegada de Fanny, el curso ha comenzado a llevar a cabo ejercicios de combate. Las dos prodigios en lugar de competir entre ellas se encargan de mantener en forma al resto del grupo mientras que ellas para hacer progreso combaten contra los monjes instructores, exponerse a una diferencia notable de experiencia asegura el desarrollo del estudiante.
Habiendo alcanzado los 13 años, Chris al fin terminó su entrenamiento espiritual y reanuda su entrenamiento como adepto. Pero al ver de lejos la clase se da cuenta de que el camino para alcanzarlos se ha vuelto mucho más largo que antes, y aún más al ver a Karen y a Fanny dar todo de ellas en su entrenamiento.
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Editado: 11.07.2023