Sueño de Muerte

II Parte

Del otro lado del mundo existen seres tan confusos, dicen amar a quienes miran con desprecio, mi padre murió en el intento; mundo lleno de terrible alegría, con luz vibrante que emite su cielo, del infierno llamado “Tierra”, el que quema nuestros espíritus en el tormento. Mi furia aumenta cada vez más en mis sueños. El deseo de venganza es el que me conecta al vector del infierno, es aquel quien me conecta a un mundo lleno de muchos pensamientos que divagan en el descanso de la noche, por quien vive mi ardiente pasión por derramar su sangre, cortar sus orejas, y hacerme un abrigo de fuego.

Las llamas azuladas barren mis pasos cada mañana mientras el barro de la magma crece en las hermosas montañas, paseándome entre almas del inframundo que castigadas son en las lavas por atravesar nuestro mundo. Este reino donde el amor envenena, donde mi más fiel pasión alimenta mi duro corazón, cuando por las noches de velada, sangre corre en mis sueños, mis manos por temor al ser humano, estrangula cada alma con la más fría razón, desgarrando cuello y vestiduras, a quien en descanso sangre desborda por su cuerpo, que como presa ante el tigre queda fácil el vil cordero. Donde el fuego es la sangre, rio en mis venas, aquel que de tristes almas y espíritus malignos se apodera. La flor que me da vida por la cual soy reina del Seol, a quienes los seres humanos miran con temor, por no ver la perspectiva de lo que es un verdadero infierno, un mundo mejor.

Esa bondad, esa delicadeza, ese amor, esa oscura belleza, todo lo que su vil planeta, en mi mente y pensamientos siempre aterra, con la idea de quedar atrapada en un mundo que mi alma quema. Cada noche mientras duermo, Rubén llama a la puerta, arrastra mis recuerdos a un suceso nuevo, donde el fuego quema, la muerte es vida, nuestros espíritus reencarnan en cuerpos de sirena, frágiles a cualquier daño, y se pudren en la arena.

Vuelvo de nuevo a un dulce sueño me acaparo entre la multitud de la tierra, entre almas perdidas y furia que corre por mis venas, solo puede verme quien mi alma así desea, con el fin siempre de derramar sangre en cualquier camino o vereda.

Llevo varias noches en sopor, en busca de aquel aroma a flores de color, no está en un jardín, ni en ninguna pradera, puedo sentir su sangre en mis manos convirtiéndose en el roció para mis rosas negras. Busco a una mujer, cuya pasión es el dibujo y la palabra del ser supremo que a mis alas encadena. Es Lucia, la que brinda alegría, voy tras su paso cada día, sin perder su rastro y ahuyentando su camino, pues noto muy claramente como asoma su mirada hacia los arboles a ver si cambia así su destino. Pero verdaderamente nace en mi corazón el deseo de adquirir su alma sin compasión, observando meticulosamente más allá del pantalón.

- ¡Esta noche no te salvas querida!

- ¡Ángel de mi guarda, apiádate del alma mía! –Susurra con temor, aquella triste y pérdida.

Cayendo hacia el suelo expide olor a miedo, no hallo en ti razón para que temas primero, has provocado mi ambición, intolerante a tu pavor que corre entre sangre y sangre que a mi deseo alimenta.

- Ahora verás la consecuencia de todo tu pavor, no debiste tenerme miedo, ni menos darme valor, fui yo quien te vio primero y no quería atacarte sin antes incrementar tu dolor.

Extendí mis alas blancas hacía arriba, y con las puntas de mis garras acabe con su vida, tomando su alma que se fusiona con la mía, fresca y deliciosa sangre hirviente que chorros destila, con ese esbelto color que expone entre su cuerpo desgarrado y  sin corazón, pues éste está en mis manos y alimenta entre la oscura noche al sabueso que mis noches atormenta.




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