Rojo vivo, flujo de pasión, no hay color más maravilloso que el de Lucia, pues más sabroso y saciado se convierte el acto de su muerte por el rocío de su sangre viva. Su ardiente fervor de su cuello expulsa el fluido aórtico que al igual tras entrañas como gusanos en el vientre derrama su esencia por quien la muerde. Rubén, mi buen protector, es quien borra el rastro de su humilde dolor, quita su tristeza y sacia su alma, como alimento entre sus órganos, que en pedazos solo queda. Incrusto mis garras por su entrepierna y salen bañadas entre sangre y órganos, que a mi lengua dirijo para que alimente mi sed por su buen corazón y llevar conmigo a mi reino como sacrificio a mi buen padre Trilermo.
Es esa la sangre preciosa que en mis palmas hierve, entre burbujas y fuego se pasea por mi cuerpo manchando mis vestiduras y consigo el pasto verde. Deja el alma ya su cuerpo, y Lucia a mí pertenece. Mi espíritu condena a quien es víctima de su propia provocación y mi alimento que con devoción al fiel suceso que ante mi presencia perece. Clama por su vida y es lo que a mí enfurece, porqué perdonarla si ante mí su avaricia y propio beneficio como el deseo egoísta de vivir, siempre permanece.
¿Acaso no es pura belleza la misma muerte? En la qué calma se encuentra, tu espíritu me da vida, tu cuerpo alimenta mi pasión por la muerte, tu esbelta cara en tierra es cubierta, es que mientras mayor sea tu vida menos será tu suerte, no se escapa del fuego de mi cielo ni menos quien perder la vida, merece. ¡Lucia! Buena y querida amiga, era dulce alegría, pero su fuerte ambición por proteger ante todo su propia alma, se llenó de temor y duda, se dejó ganar por su cabeza dura, sin tener en cuenta que el “ángel” al que clama, con sangre y muerte se paga.
He aquí mi primer desvelo ha terminado, pero eso no es todo, pues si por poco se mata, se hace real su muerte. Al despertar, en mí habita su alma, y me hace aún más fuerte, su sangre baña como rocío mi jardín de flores ardientes. ¿Quieres morir? Pues repite mi nombre tres veces, soy Dolly, la reina de la muerte, compañera del demonio y fiel amiga de tu mala suerte. Esta noche alguien duerme, mientras sangre es derramada, capaz y la próxima sea tu turno de soñar, este sueño de muerte.
El fiel descanso de las almas se otorga al ser en mi morada. Repite conmigo el llamado de Dolly, al fuego eterno que vela entre sueño y sueño por orden del ser supremo, Lucifer se llama, quien posee mi espíritu maligno y quien a tu alma, cada noche siempre llama. No te dejes engañar, no hay espectro oscuro que no se pierda tu velada, mientras tu cuerpo duerme, tu alma juega entre este mundo con los demonios del purgatorio al que tu espíritu pertenece:
¡Dolly, Dolly, Dolly!
Ven conmigo y habita en mis sueños.
Temo por mi alma, que en ti encuentra la calma,
sube al mundo a velar por mí,
llévame contigo a ese mundo maravilloso
al que me has prometido.
Llevame a la muerte
Al frio agotador de los espectros vivientes,
Quiero el buen descanso que en fuego y sangre
anhela mi majestad,
que ardiendo se encuentra,
por mi alma vela y clama y por la muerte
tiene vida en tierra ferviente.