El viento como cuerpo en espíritu navega sin sentido, mientras la oscuridad en su infierno vivo mantiene los esqueletos putrefactos en lo profundo de su entierro, donde las almas perdidas buscan la luz de su camino. Viene conmigo aquella multitud llena de peste y de maldad, para llevar sacrificio al rey de nuestra luna; aquel mi buen padre al que temo y debo mi condena, él clama por la vida del que en sueños siempre me acompaña entre cadenas. Gusanos, cucarachas y lombrices, son alimento a los muertos que salen entre raíces, no son de los que a gritos anhelan tu cerebro, se trata de quienes por las noches controlan tus sueños; entre recuerdos, deseos y temores, crean ilusiones que sobre el tiempo tienta contra tu vida, roban tu descanso, atormentan tus pasos y para cuando tu alma este lista, yo seré quien te acompañe en tu venida.
Has llamado a mi presencia, voy en busca de quien en sueño se encuentra, destruir por completo el alma y derramar sangre del débil cuerpo al que habita por regalo del cielo muerto, de quien mi nombre ha mencionado en su legado para arrebatar su vida en su regazo. Esa noche cuando por voz del señor de los huesos, todos los espectros malditos y los cuerpos muertos, se levantaron en pos a la muerte, quien compañera en hazañas deja a su suerte, las almas ávidas que aún se mantienen en estandarte. Desgarrando vestiduras, y llevando como altar al ser supremo, de gota a gota y entrañas como penetran las guadañas, son los instrumentos de un fiel soldado al mundo del rey Trilermo, no pienses que esta es obra del mal, eres tú que no sabes muy bien el verdadero significado de “dañar”, lo que es saber amar la oscuridad, el morbo y vivir en el silencio a través del esplendor de toda tu maldad.
Estabas allí del otro lado del mundo al que pertenezco, estabas allí en medio de una estrella sellada por un círculo entre sombras y espectros, pretendías que obedeciera tus peticiones, ciertamente aquí he llegado al llamado de tu descanso, hoy tienes mucha suerte, no he venido sola, pues conmigo viene, el señor de los huesos, sus muertos vivientes, y junto a mí la misma muerte. Extiendo mis alas dirigiendo mis garras a tu alma, absorbo tus energías malas, incrustando en tus entrañas mis brazos y arrebatando tu dulce corazón, para alimento de mi fiel protector.
Noche deslumbrante y maravillosa, fue única y preciosa, no como cualquiera. Había logrado mi espíritu saciar, lo que entre luz y oscuridad, en sangre me he bañado, de aquellos hombres enamorados de mi belleza, los que por mucho tiempo me siguieron con firmeza. Uno por uno terminaron en mis brazos, mientras al pronunciar mi nombre, “Dolly, Dolly Dolly”, Cobrando vida en almas, reunidas como legión en mi ser, siendo la estrella de la noche, como artista de la muerte, en cada rincón, en cada extremo, la fantasiosa obra de cuerpos en derroche, descuartizados por toda habitación, con sacrificio puesto, sangre derramada en esbelta contemplación. Todo fue hermoso; solo para admirar aquel paisaje precioso, debías poder verlo meticulosamente. Esa fue mi mejor obra en valle de muerte, cuyo final pongo en duda, el final de la noche perfecta en el cuarto sangriento, donde cualquier alma existente es nula.
Esta es mi naturaleza, es por la que vivo entre bellezas y riqueza, donde para ti el oro es dinero, y para mí, tu alma es vida en mi reino. Rubén no era un espectro, era el perro de un campesino en su pueblo, debía derramar su sangre para acabar con la maldición de aquel día en que murió la reina del fuego, por la cual el dios Trilermo gobierna desde el más allá de los muertos, por quien mi sed de sangre y venganza no cesará hasta hallar en sí mi calma, fue así como siguió la noche de ese último ensueño, el poder que se me otorga al cielo eterno pide clamor por mi espíritu muerto cuyo valor es sinónimo del ser bueno.