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La tropa federal salía de Santa Inés a las cinco y media de la madrugada. Aún no salía el sol. El ambiente se sentía muy frío, con fuertes ráfagas de viento.  La tropa paso cabalgando cerca de la casa de Alma, lo que Jaime y el Capitán Lorenzo García aprovecharon para desviarse un momento, pues Jaime necesitaba entregarle una carta, ya que no la volvería a ver y no tendría otra oportunidad para hablar con ella. Le entrego la carta a Rita ya que fue la primera y única persona en abrirle la puerta. La caballería federal pasaba cabalgando a todo galope, levantando grandes cantidades de polvo a espaldas de Jaime. El capitán Lorenzo García lo apresuraba lo que aumento la intriga de Rita, quien, sosteniendo la carta en su mano, intentaba interrogar a Jaime quien no le dio ni una sola explicación, solo partió despidiéndose de ella y pidiéndole que le entregara la carta a Alma lo que Rita le prometió. Finalmente, Jaime se despedía de ella y se alejaba montado en su caballo y cabalgando junto con el capitán Lorenzo García para integrarse a la caballería.    

Rita cumplió su promesa y en cuanto encontró sola a Alma en su alcoba sentada sobre la cama haciendo un bordado, le entrego la carta. Alma la interrogo, pero Rita no le supo dar razón. Alma pensó en romper y quemar la carta, pero Rita la detuvo diciéndole que primero la leyera ya que Jaime se la había entregado con la esperanza de que la leyera ya que se había marchado de Santa Inés. Alma no pudo ocultar que de alguna manera se sentía afligida al escuchar que Jaime se había ido. Cuando Rita la dejo sola, abrió la carta y la leyó. Cuando termino de leerla, no dio muestra de ninguno sentimiento en particular, solo se mantuvo con su expresión fría y absorta en sus reflexiones, después se puso de pie y la guardo en su cajita de madera.