Sueño en blanco.

Epílogo.

Recostada en una cama negra en un mundo completamente en blanco, se hallaba Elizabeth. La paz que inundaba su ser cada vez que estaba en ese mundo era inmensa. Su pecho subía y bajaba con cada respiración. Cualquier persona sería capaz de pensar que ella estaba muerta sino fuera por el rosado que adornaba sus mejillas. 

—Elizabeth, Elizabeth.

Ninguna respuesta. 

—Elizabeth, Elizabeth, despierta. 

Ladeó su cabeza tratando de deshacerse de ese molesto sonido.

—Elizabeth, arriba. Vamos. Te perderás el baile. 

Eso logró que ella abriera los ojos; sin embargo, no se movió de su lugar. Estaba pensando...

¿En qué momento se había organizado un baile? No estaba preparada para eso en ese instante; necesitaría mucho tiempo para arreglarse si quería ir hermosa. 

—Elizabeth. 

Finalmente, Elizabeth se sentó. De pronto, su cuerpo fue rodeado por varias rosas rojas que la cubrían de pies a cabeza hasta hacerle lucir un hermoso vestido de lujo. Éste constaba de una cuantos vuelos en la falda y unos pocos en las mangas. No era muy largo; a penas un centímetro antes de llegar a la rodilla. Era de color salmón y cuando miró sus piernas, en éstas se encontraban unas medias blancas con tacones de un color rosado crema. Un espejo apareció frente a ella, mostrándole un hermoso peinado y un maquillaje profesional muy elaborado.

De un brinco salió de su cama y se encontró en un salón de baile, con hermosas lámparas colgando del techo y un suelo de mármol blanco. Las paredes también eran blancas. 

No muy lejos había una mesa con muchos dulces y una fuente de chocolate. Ella sonrió al ver un pastel de cumpleaños sobre la mesa. 

—Feliz cumpleaños, Elizabeth. —dijo un chico vestido de traje negro y con el cabello del mismo color. Elizabeth sonrió más aún, contenta de la sorpresa que había sido destinada a ella.

—Muchas gracias. 

Quiso abrazar al muchacho que estaba en frente de ella por haber organizado todo. Sabía que había sido su idea. Pero él actuó antes, tomándola de la mano y besando sus nudillos. 

— ¿Me concedes esta pieza?

Ella aceptó sonriendo. 

—Creo que este es mi mejor cumpleaños.

Él le beso la mejilla.

—Y todavía no ha terminado. 



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En el texto hay: romance baile

Editado: 01.04.2019

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