Hola mis amores!!!
Como lo había dicho, este libro tiene tres prólogos y este es el segundo.
Me encantaría saber que les está pareciendo la historia, si les está gustando que me pudieran dejar una estrellita, porque esa es la motivación del escritor.
Sin más que decir por el momento, los dejo para que comiencen a leer.
Espero sus reacciones.
Les ama.
Jen<3<3<3
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ADVERTENCIA
ALISTAIR
Julio de 1808…
El karma que estaba pagando por su engaño era demasiado alto.
Prefería una de las reprimendas de su madre, que le clavase la zapatilla en el trasero o que se la colocase de sombrero antes que vivir aquello.
Nunca debió mentirles a sus padres, y por eso es por lo que estaba ahí, aguantando como un campeón las carantoñas que se prodigaban el hermanito de su cuñada y la amiguita de esta, que de moribunda solo tenía el aspecto.
Es que antes de que despertase y se conociesen de verdad, le pareció un angelito que ocultaba las alas debajo de las sábanas con su aspecto ceniciento, y cabello de un rubio inmaculado desperdigado por los almohadones, dándole una apariencia celestial. Sin embargo, apenas abrió sus espectaculares ojos azules, y tuvieron unas palabras esa imagen se desdibujó, dejando la que tenía hasta el momento antes de zarpar a Inglaterra.
Un ángel con una lengua venenosa y mordaz.
Se sorprendía que el veneno que cargaba en el cuerpo ya no la hubiese llevado al mundo de los acostados.
Alguien a su lado se aclaró la garganta, haciendo que despegase la vista de la imagen que componía la parejita, que ahora tenía un par de integrantes que no era nadie más que la madre de la susodicha, y su prima Serafina, que, según notó solo se llevaban bien en la privacidad de las cuatro paredes de su casa, pero fuera de esta parecían poco menos que desconocidas.
Se atacaban y las amigas de su pariente se burlaban de su aspecto, aunque ninguna decía nada hiriente cuando eran frenadas, porque Serafina era la única que podia agredirla verbalmente.
Un caso particular, pero si seguían tratándose era porque tenían un cuerdo que avalaba ese tipo de comportamientos.
Tal vez era una manera de divertirse, de imprimirle algo de vialidad a su existencia.
Las mujeres eran demasiado complicadas, aunque pensase que eran la creación más magnifica que hubo pisado la tierra.
—Stewart —el señor Coleman lo sacó de sus elucubraciones al ver qe l carraspeó no fue suficiente, obligándolo a despegar la mirada de la rubia que se estaba convirtiendo en algo parecido a un dolor de cabeza —. Te haré las mismas recomendaciones que a tu hermano antes de partir con lo más valioso que tengo —se envaró ante las palabras, porque lo poco que le habia contado Archivald al respecto, es que el señor de aspecto bonachón cuando quería podia ser espeluznante.
—Recuerde que no me he casado, ni pienso comprometerme en un futuro cercano —mucho menos con su hija, le faltó decir, pero no era una buena jugada teniendo en cuenta lo que eso implicaba.
En todo caso, al parecer su intentó de broma no resultó como esperaba, porque si bien se carcajeó, le pegó en la espalda más fuerte de lo que se esperaba si era sinónimo de camaradería, tras quitarse las gafas limpiándolas con un pañuelo para volvérselas a colocar.
—Asi como espero que cada que tengas unas palabras con ella, recuerdes que soy su padre y su bienestar es lo único que me importa —una amenaza clara y sin rodeos —. Hemos permitido que su relación roce los niveles de la enemistad, porque eso obra en la de forma positiva, al igual que las visitas de Walsh —¿Tenia que mencionarlos en una misma oración?
Le vinagró el humor.
» No obstante, detrás de la hostilidad que porta en su contra, Antonieta es una mujer única —una dulzura envuelta en una capa de veneno —. Me atrevería a decir que este mundo no se la merece —apretó el agarre que tenía en su hombro, mientras con la mano libre se quitaba las gafas de nuevo, para que nada se interpusiese con lo que diría a continuación —. Asi que, si vuelve a llorar por tu culpa, un continente no será impedimento para lo que seré capaz de hacer por mi hija —después de eso le dedicó una sonrisa amistosa, otra palmada en la espalda y ante el llamado de su esposa se retiró mientras Antonieta Coleman, con las mejillas arreboladas, después de un abrazo afectuoso de su padre, y el besamanos de Walsh se dirigía a su persona con la doncella tras ella, entrecortándole la respiración.
Se mandó de manera disimulada la mano al pecho para masajeárselo, pues de improvisto comenzó a dolerle.
Ese señor de verdad intimidaba, por eso el demonio pelirrojo le tenía cierto respeto.
Sin mediar palabra le tendió el brazo para guiarla a la embarcación, y aunque por un momento titubeó aceptó la ayuda, y en un silencio tenso comenzaron a andar hasta que su lengua tomó vida y no pudo parar.
—¿Necesita de un pañuelo? —lo miró con el ceño fruncido sin comprender —. Dejar atrás al único hombre que bebe los vientos por usted debe ser una verdadera desgracia —el cuerpo de la rubia se puso rígido, y supo que de nueva cuenta lo había estropeado.
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Editado: 30.08.2025