SueÑo (im) Posible || El Matasanos & La Moribunda * T.E Ii

I

Hola mis amores.

Aquí tienen e primer cap porque ando triste, y porque quiero saber que les parece el inicio de esta historia.

Ya está en proceso de edición y pronto traeré noticias de su publicación.

Con respecto alas otras historias, necesito enfocarme un poco y regreso con ellos, pero de que regresan, regresan.

No siendo más.

Siento la tardanza.

Los dejos con el capitulo.

Les ama.

Jen <3<3<3

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ANTONIETA

No sabía cómo era que no se habia quedado sin respiración.

Llevaba un par de horas en la proa, mirando el panorama, agradeciendo que estaban en pleno verano pese a la humedad que desprendía la noche, con aduras penas un vestido ligero y sentada en el suelo sin ningún tipo de cuidado llevando las piernas hasta su pecho, y con los suspiros a la orden de la noche.

No era la única en el lugar, pero estaba lo bastante alejada del resto para crear un ambiente intimo que la permitiese cavilar sin interrupciones, aunque no fuese recomendable si lo primero que venía a su mente eran esos ojos color cielo, que últimamente estaban siendo protagonistas de todo en su existencia.

Cosa que le resultaba una absurdes, puesto que, no hacía más que discrepar con él portador de estos por el más mínimo comentario, buscándose mutuamente algo negativo, convirtiendo en una costumbre desde hace más de un mes que se conocieron y dejando de ser frecuentes de forma abrupta desde que abordaron el barco, quedando prácticamente solos, porque su dama de compañía no contaba, y el par de hombres que habia puesto Ethan a su servicio solo aparecían cuando ella se le apetecía.

Ósea nunca.

Estaba encantada de dejarlos disfrutar de su viaje sin interrupciones molestas, porque eran conscientes de que resultaban una medida extrema, pero no pudo negarle aquello ante la preocupación que apreció en sus ojos tan puros como la miel misma.

Pero el castaño estaba lejos de ser el propietario de sus pensamientos, cuando el pelirrojo se creía dueño de estos.

Bufó.

¿Cómo era posible que sus comentarios sin filtros fuesen algo que echarse en falta, pese a que residían en el mismo barco y se veían casi a todas horas? ¿Por qué Ethan no era el que estaba gobernando su cerebro?

Era más razonable cuando con el todo se sentía en calma, correcto.

Volvió a suspirar cansada de sus pensamientos intrusivos, admirando la quietud del mar, absorta en el reflejo de la luna.

Relamiéndose los labios, advirtiendo en el proceso como la brisa salada se impregnó en estos.

—Se va a quedar sin pulmones si sigue por ese camino —gritó ante la voz ronca susurrada que repentinamente llegó a sus oídos, demasiado cerca para sus sentidos, mandándose la mano al pecho tratando de buscar algún apoyo para enderezarse, siendo en vano cuando las zapatillas que llevaba se enredaron con el bajo de su vestido, y en vez de quedar erguida quedó completamente extendida en el suelo admirando el firmamento.

O esa fue la mejor manera que encontró para describir el rostro pícaro del escoces, que la observaba con curiosidad con ese par de soles azulosos, y un amago de sonrisa que la desestabilizó, pese a que todo su cuerpo se hallaba de alguna manera tocando algo firme.

—Lo veo, y cuesta creer que pueda existir alguien tan desastrosa como mi querida cuñadita —le extendió la mano para ayudarle a enderezar, pero la palmeó quedándose en esa postura.

—Evolet es única, Lord Stewart —dijo con un orgullo que le hacía latir el corazón de forma apresurada.

¿O solo era una excusa para no aceptarse que desde que lo conoció ese era el estado de su defectuoso órgano vital?

» Lo único que puede provocar sus actitudes es que sean contagiosas, aunque en mí no se aprecien genuinas —le sonrió en respuesta, mostrando su perfecta hilera de dientes para acto continuo mirar para todos lados y sentarse a su costado, provocando que se sonrojase y se retuviera para enderezarse poniendo las manos sobre su abdomen, tratando de regular su respiración.

—Lo magnifico de los seres humanos es que somos diferentes, señorita Coleman —en eso llevaba mucha razón —. No tenemos que parecernos a otros solo para intentar ser especiales, porque si vamos a agradar tiene que ser por nuestra esencia, y no por una copia barata de alguien que nunca podremos imitar —se mordió el labio sin dejar de mirar el cielo particularmente estrellado como el rostro del pelirrojo.

—Mi temperatura no es mayor a treinta y seis, no toso desde que nos montamos al barco, y no me he sentido asfixiada en ningun momento —decidió aclararle antes de que preguntase como todos los días que se encontraban para examinar su condición —. Se de primeros auxilios —aclaró sin voltearlo a mirar, sintiendo el peso de su admiración haciéndole un nudo en la garganta.

—Su padre me contó al respecto —rodó los ojos.

—Raro seria que no supiera algo de mi —dijo con ironía sin querer ser cortante cuando no le fastidiaba que el conociera algo de su persona. Mas bien, le fastidiaba el hecho de que sus padres fuesen tan comunicativos, siempre destacando su enfermedad o las complicaciones a la par de los milagros que habia representado su vida como si no tuviese cualidades, o algo más que sobresaltar.




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