HOLA MIS AMORES.
AL IR ADELANTADA CON LA EDICIÓN, HE AQUÍ EL SEGUNDO CAPITULO.
ESPERO SUS REACCIONES, Y PUEDE QUE SI LLEGAMOS A 1K DE VISUALIZACIONES RAPIDO TENGAMOS DOBLE ACTUALIZACIÓN.
SI TODO SALE COMO ESPERO, Y NO LLEGO MUY CANSADA, TRAERÉ UNA SORPRESA CON OTRA HISTORIA.
ESA SI LA ESTOY ESCRIBIENDO SOBRE LA MARCHA, ASI QUE TODO PUEDE PASAR Y NI YO MISMA TENGO EL PODER DE CONTROLARLO.
AHORA SI...
A LEER!!!
LES AMA.
JEN <3<3<3
---
ALISTAIR
Era una muchacha insensata.
Por su poca cordura, y pese a que estaban en pleno verano, al no andar con un abrigo adecuado le había pasado factura, ahora se hallaba con un fuerte resfriado que la tiró a la cama, y de eso hace dos noches atrás.
Tenía la nariz roja, los ojos llorosos, y estornudaba más de diez veces por segundo, pero no parecía para nada apagada con su estado, pese a que su doncella se apreciaba agobiaba y muy cansada por las noches en vela, poniéndole en esos instantes compresas que se quitaba, e intentando que se tomase la infusión para que durmiera, pero se negaba como una niña pequeña remilgaba, haciéndola sudar y mirar al cielo en busca de ayuda, mientras el admiraba la escena con una sonrisa en los labios, decidiendo intervenir cuando Leonor lo miró con suplica.
En vez de ir directamente a revisarla le quitó la taza de las manos a la muchacha, y se la llevó a la nariz para olerla.
—¿Segura que le has estado dando la infusión que te indiqué? —esta lo miró a la defensiva, reteniéndose a duras penas de alzar las manos en señal de redención.
—Todas me las ha escupido en la cara —abrió los ojos mirando intercaladamente a las mujeres —. Cuando tiene calentura es una dama de lo más particular —acotó, pero no parecía frustrada, cuando hasta se le asomaba una sonrisa cariñosa combinada con cansancio en los labios.
—Parece que estuviese fumada —lo miró con aprensión respingando como si estuviese a nada de saltarle en la yugular, pero la siguió pinchando —. En ningun momento puse opio —su sentido de supervivencia era nulo.
La vio resoplar tan fuerte que los orificios de su nariz se ampliaron, mientras refunfuñaba entre dientes, y respiraba profundamente para regular la voz y responderle.
—La niña Antonieta suele delirar y demostrarse más efusiva de lo normal, y no le gustan las infusiones tendiendo a pasarse de la raya cuando se las ofrezco —chasqueó la lengua nada conforme con lo que acababa de decirle y sus actos de niña de sociedad insufrible que tanto le desagradaban, haciendo que la doncella se apresure a explicarse —. Cosa de la que se arrepiente, porque no es consciente de lo que hace, pues en sus cinco sentidos es más fácil que sea yo la que me exceda —arrugó el ceño no muy convencido —. Antonieta —abrió aún más los ojos ante la confianza con la que se refería a su ama —. Antes de que apareciera la señora Evolet, yo era su única amiga y puedo dar fe de que en la historia del punto en que se le mire ella nunca tendrá el papel de villana —se conocían desde pequeñas —. Por favor, no la juzgue sin darle el beneficio de la duda —en todo el intercambio no apartó la mirada de la rubia, que parecía en su mundo, riéndose mientras hablaban de manera inteligible consigo misma.
Suspiró con cansancio, pese a que el no habia tenido que lidiarle más de lo necesario.
Hasta se habia ido a dormir como un bebé, mientras la muchacha soportaba las impertinencias de la dama.
—¿Y cómo le bajan la fiebre si no accede a ningún tipo de tratamiento? —la doncella dejó caer los hombros aceptando la mano extendida de la rubia, que sin palabras le pidió un beso en la frente, que le dio sin reservas de una forma tan fraternal que lo enterneció.
—Se va con las dolencias —eso le hizo agrandar los ojos —. De verdad odia los brebajes, y los señores es a lo único que no la pueden obligar a someterse si no está en peligro su vida.
—¿Obligar? —preguntó con extrañeza, haciendo que la doncella abriera los ojos desmesuradamente al haber hablado de más.
—Voy por más agua fría para las compresas —negó pasándose la mano por el rostro, ignorando las advertencias que hacia su cerebro.
—Pide que me las suban, por favor. Después aliméntate, disfruta un poco de la noche, e intenta descansar que te voy a reemplazar —se mordió el labio dudosa —. Recuerda que soy su médico —acotó con el fin de que aquello la convenciera —. Aprovecha mi oferta, y que tienen camarotes separados —porque la rubia alegó que no quería que su doncella perdiera su privacidad, omitiendo que era la primera vez que se veía libre de los cuidados de sus padres y quería disfrutar de su poca libertad.
Asintiendo con un agradecimiento plasmados en sus ojos marrones se marchó, dejándolo solo con una mujer muy roja por la fiebre que le sonrió sin dejar de mirarlo, porque sin dedicarle una ojeada sabía que lo estaba enfocando, pareciéndole en extremo tierna por su nariz constipada más roja que el resto de su cara.
Algo le decía que no se acercase, pero su cuerpo y cerebro no se pusieron de acuerdo, porque ni bien quedaron a solas y dejó la taza en una mesita de la estancia, sus pies comenzaron a moverse hasta que sus espinillas rozaron el catre.
#1268 en Otros
#253 en Novela histórica
#3551 en Novela romántica
suenos prohibidos, enemistad amistad amar en silencio, familia celos matrimonio sentimientos
Editado: 16.07.2025