SueÑo (im) Posible || El Matasanos & La Moribunda * T.E Ii

VI

Hola mis amores!!!

No tengo mucho por decir, solo que estas últimas semanas han sido complejas y aquello me ha tenido desaparecida.

Gracias a los que siguen esperando actualización y a los que siempre están ahí para mi, gracias por tanto, y perdón por tan poco.

Espero sus reacciones.

Esta semana hay un nuevo capitulo compensatorio.

Les ama.

Jen <3<3<3

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ALISTAIR

Su padre se mejoró como por arte de magia, y aunque era motivo de felicidad, teniendo en cuenta, que, sin el patriarca a la cabeza de su alocada familia, eso no significaba que las cosas estuviesen siendo sencillas.

El ambiente se sentía pesado.

Su madre más tensa de lo habitual.

Con la lengua entumecida y una actitud tan poco alentadora, crispándose por solo escuchar el nombre de la rubia, que estaba completamente seguro de que su problema radicaba en que su presencia absorbió de alguna forma todo el espacio, pese a que desde que llegó no habia salido de su habitación.

Estaba cansada.

El viaje fue en exceso agotador, y su cuerpo pedía a gritos un poco de paz, asegurándose que solo fuese eso al ser su médico, y esta decirle con una sonrisa tensa en los labios que no tenía de que preocuparse, que aquello le ocurría con más frecuencia de la que todos se podían llegar a imaginar.

De lo que el vio, pese al viaje y el tiempo compartido en alta mar.

Solo Evolet sabia al respecto y no la habia desamparado desde su arribo, prácticamente mudándose a los aposentos de esta junto con Aine, que, aunque era un ser celoso como su madre, la rubia le causaba cierta curiosidad que tenía que ser saciada.

No obstante, pensar en ella, en lo ocurrido en el barco, y en todo lo acontecido desde su llegada lo tenía de una actitud para nada afable, hastiado hasta decir basta cuando su padre pidió una audiencia con él, claramente para hablar de su futuro, porque el tema se habia pospuesto lo suficiente por su viaje a América, el cual le sirvió como vía de escape, pese a que tenía que ejercer de niñera.

Pero era momento de enfrentarlo, y la mirada de su progenitor no ayudaba a sus pocas ganas de decirle todo cuanto tenía que saber, pese a que no le estaba presionando, solo tomando una copa mientras el silencio era predominante haciéndolo rodar los ojos, porque se estaba comportando como un paciente caprichoso, revelándose ante el doctor, y sabía que lo hacía para retarlo, para provocar que le dijese algo, pero una risa baja fue su única respuesta, pues no entraría en ese juego cuando sabía perfectamente que saldría perdiendo.

Como era acostumbrado suspiró subiendo los pies cruzados por los tobillos como acto de rebeldía sobre el escritorio, a la par que ponía las manos detrás de su cuello supuestamente para entrar en confianza, y en parte era cierto, porque Kendrick Stewart siempre habia sido el hombre que más lo frustraba, ya que nunca le pedía que cumpliese sus expectativas, solo que fuese él mismo, y se volviese un hombre responsable, empezando por ayudarlo pues no tomaba la iniciativa, pero dentro de él quería que lo mirase con orgullo, como lo hacía con Archivald, pero solo lograba que se decepcionara sin manifestarlo, cosa que debía aliviarle, pero lo hacía sentir como una mierda, pues era el único hombre que adoraba, y lo que más anhelaba es que estuviese orgulloso, pero no podia complacerlo sin seguirse traicionando.

Él no era abogado, nació para ser médico.

O trataba de serlo, porque nunca habia estado seguro de nada.

Y cuando medianamente se percibió de esa forma, porque sabía que era imposible seguir con aquello sin lastimarse, pues él no le tenía miedo a sentir si era positivo, en cambio lo negativo lo hacía retroceder por instinto, lo estaba estropeando.

Y él le decía infeliz cobarde a Archivald.

Escupió demasiado fuerte hacia arriba y le cayó en la cara.

La lengua en ocasiones resultaba ser un puto karma.

—Espero no me mandases a llamar solo para admirar tu trabajo a la hora de esmerarte en mi creación, aunque te reconozco que conmigo te superaste, porque la perfección esta infrav...

—¿De verdad quieres dedicarte a la medicina? —se tensó ante la previsible pregunta, pese a que su padre no era un hombre que se ándese con rodeos, pero no perdió su postura —¿Enserio tienes vocación para hacerte cargo de la vida de otro ser humano? —trató de boquear indignado ante sus palabras, mientras se enderezaba para poder tener unas palabras con su progenitor bastantes subidas de tono, pero este no se lo permitió —. Lejos de juzgarte o estar molesto por escondernos lo que ocurre en tu vida, mi descontento es porque no nos haces participe de ella —escuchar la decepción patente en su voz lo desarmó —. Porque lejos de ser un padre intransigente te he dado la confianza suficiente para que hablemos de estos temas sin temor a ser juzgado o...

—¿Juzgado como lo estás haciendo en estos momentos? —lo vio negar pasándose las manos por la cara en clara señal de cansancio.

—Ayúdame a entenderte si quieres que te siga tomando enserio —fue su turno de suspirar hastiado con el intercambio.

—Hasta el momento he podido solo perfectamente, y de esa manera me satisface seguir haciendo lo que se me apetezca sin tener que rendirle cuentas a nadie —la que hablaba no era solo la soberbia, sino la rebeldía nata y la valentía que a veces no portaba a la par del desinterés, porque el si quería la aceptación de su padre, sus consejos y que dejase de mirarlo como lo estaba haciendo.

—El mundo en el que vivimos está hecho de reglas, y aunque se quiera lo contrario toca en la medida de lo posible seguirlas, tratando de hacernos siempre prioridad, porque no podemos perdernos por un mundo que a la larga no nos agradecerá —el mismo discurso cansino, que, aunque cierto, estaba hastiado de escuchar.




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