SueÑo (im) Posible || El Matasanos & La Moribunda * T.E Ii

IX

Hola mis amores!!!

Vengo con un nuevo capitulo.

Espero sus reacciones.

Este 31 de octubre les traigo un regalito, porque hace rato que no los consiento.

No siendo más.

Recuerden que mis historias editadas y con contenido extra están en otra plataforma.

En mi ig encuentras los links y si no puedes adquirirlas te agradecería que me dejaras una calificación y tu comentario.

Gracias por tanto y perdón por tan poco.

Ahora si...

A leer!!!

Posdata. Las portadas siguen igual, ustedes mandan mis amores y siempre tengo muy en cuenta sus recomendaciones.

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ANTONIETA

Se sentía tentada a decir que era un día precioso, que el frio matinal de Escocia singularmente le calentaba el pecho, porque se estaba acostumbrando fácilmente a ese lugar, pero la persona que tenía en frente no se hallaba en la labor de escuchar, porque solo resoplaba con fastidio mientras la examinaba, tomándole en específico los signos vitales, a la vez que hacía preguntas de rutina como autómata sin mirarle ni una vez a los ojos.

Hasta los buenos días resultaban distintos, teniendo en cuenta que la mayor parte del tiempo parecía el disfrutar incordiarle, pues a los cinco segundos comenzaban a discutir, pero todo resultó algo mecánico y después se mordió la lengua ignorándola de manera magistral.

Cosa que se estaba haciendo frecuente, pues llevaba una semana en ese estado, y ya le incomodaba su comportamiento.

Ni siquiera el de la duquesa era tan cortante, porque por lo menos esta de alguna manera se cercioraba de que estuviese cómoda, y raramente alejada del Duque, observándola con un recelo que ya le parecía en extremo grosero.

No obstante, lo que le estaba enervando en esos momentos no era la madre de su matasanos de cabecera, sino el vástago que vino de su vientre y al parecer, si seguía por ese camino, cuando por fin decidieran intentar romper el extraño entorno en el que se habían sumido, las cosas podían explotar y no para bien.

—¿Qué es lo que te ocurre? —preguntó dejando los formalismos de lado.

Olvidándose de su promesa de tratarlo solo como su desesperante doctor.

—Leonor me comunicó que pasaste la noche en vela —llevaba una semana sin pegar el ojo, pero eso no tenía que saberlo, sin importar que todos se empeñasen en serle fiel al pelirrojo, ignorando por completo su disgusto al ser un libro abierto para él.

Se quedó callada.

» El descanso es primordial para que no estés agotada con el exceso de energía que se puede gastar en esta casa —definitivamente la ignoraba lo más que se pudiese.

Era una paciente del montón.

—Alistair… —la opresión que estaba sintiendo en el pecho no era normal, y por eso se atrevió a dejar los formalismos de lado, pero no funcionó.

—Recuerda seguir con la dieta para que la medicación no te afecte, y los paseos con Evolet deben de suspenderse o hacerlos por tu cuenta, o buscar a otro acompañante —eso último lo dijo crispado y entre dientes —. Su alumbramiento está próximo, y es mejor que guarde reposo —dejó de tomarle los signos vitales para proceder a pasarle un té con medicamentos, que, según él, necesitaba para que sus defensas no fueran en picada, pues el clima de Escocia podia hacer estragos en su cuerpo moribundo.

Palabras dadas antes de que su actitud cambiase.

Cuando metió en su maletín los objetos que habia utilizado con más fuerza de la habitual, esa simple acción la enervó ocasionando que explotase y se levantase de la silla en donde estaba ubicada con la firme intención de confrontarlo.

—¿Puedes dejar de comportante como el imbécil estirado que no eres? —de inmediato dejó su labor, y se enderezó tomándola del antebrazo con brusquedad, mirándola con sus ojos azules tan chispeantes que la hicieron tiritar.

—¿Y tú puedes dejar de comportarte como una niña caprichosa falta de atención, porque tus padres te hicieron creer que eres un ángel caído del cielo, pero estás podrida por dentro? —palideció ante su comentario mordaz, que era como los acostumbrados, pero estos si tenían el tono adecuado para herir, haciendo que quedase estática mientras la soltaba como si tocarle le quemase.

Se relamió los labios, intentando no demostrar lo que su comentario le habia ocasionado, pero fue imposible que sus lágrimas en cuestión de segundos asomasen por sus mejillas, consiguiendo que la mirada de este cambiase a una de culpabilidad, pero era demasiado tarde, ya el daño estaba causado, y él no se disculparía por lo soltado.

Por eso se giró con la cabeza gacha dispuesta a huir de su presencia, siendo detenida por este de la muñeca.

—Toni —se tragó un sollozo al escucharlo llamarle de esa manera —. No fue mi… —antes de que pudiese decirle algo se soltó de su agarre y salió corriendo, chocándose en el proceso con un pecho musculoso que la hizo retroceder hasta toparse de lleno con el rostro preocupado del patriarca de la familia, el cual no pudo preguntar que ocurría porque se lanzó a sus brazos para llorar.

No solo por sus palabras malsonantes.

Por todo en realidad.




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