SueÑo (im) Posible || El Matasanos & La Moribunda * T.E Ii

XI

ALISTAIR

Lo que estaba ocurriendo debía tener una explicación.

Las ideas de su madre tenían que ser consecuencia de los celos que la carcomían al ver que una dama respiraba cerca de su marido.

Las actitudes del gran Duque de Montrose tenían que ser la consecuencia de la edad.

De ablandarse, cuando en el pasado fue como poco hostil con las mujeres que lo rodeaban, porque su progenitora era el centro de su mundo.

Y puede que existieran otro puñado de explicaciones. No obstante, por más de que se intentaba convencer, su cabeza llegaba siempre al mismo delirio de su madre, pero asi como se negaba a aceptarlo, también necesitaba una explicación.

Sus padres eran el matrimonio perfecto.

Ellos no podían…

¿A quién pretendía engañar?

En esos momentos le importaba un carajo la relación de los seres que lo trajeron al mundo, solo teniéndola presente porque esta era el escenario principal para hallar una respuesta ante lo que le estaba comiendo la cabeza, sin embargo, desde que habían quedado solos, Antonieta se negaba a cooperar.

Aunque él no es que estuviese últimamente hablador.

Desde que la habia casi raptado y encerrado en su dormitorio, porque le pareció el lugar más idóneo, dejó de articular palabra mientras la rubia se mordía el labio sin dejar de sostenerle la mirada arrugando la falda de su vestido, demostrando con esa acción que la ansiedad por su pregunta no dicha, pero obvia, estaba a punto de hacerle perder los papeles, o eso pensó hasta que se decantó por romper el silencio al ver que se le habían comido la lengua los ratones.

—No sabía que era poseedor de habilidades superiores, porque si está intentando comunicarse mentalmente le digo que no está funcionando —era fascinante el ingenio que portaba, pero también frustrante cuando resultaba el objeto de este.

—¿Qué tienes con mi padre? —inquirió, haciendo que se cruzase de brazos a la defensiva con arqueo de ceja incluido —. Es una simple pregunta, que, con una negación, es más que suficiente para que esta conversación termine —soltó antes de que le reprochase.

—¿Va enserio la pregunta que me estás haciendo? —soltó con tono incrédulo al apreciar que el tiempo pasaba, y no habia señales de broma o intentar atacarle por ningún lado —¿De verdad me estás pidiendo una explicación con tono de chiquillo mimado, cuando según tus palabras, la caprichosa que se creía el centro del mundo era yo? —la incredulidad en su máxima expresión.

—Eso no tiene nada que ver con el tema que estamos tratando —se había comportado como un imbécil, y se planteó disculparse, pero su padre se le adelantó y eso fue la gota que derramó el vaso —. Estamos hablando de tu relación con mi padre, de que mi madre piensa que la está irrespetando en su propia casa, y que yo…

—¿Qué tu qué? —le cortó el discurso con un siseo —¿Qué es lo que piensas tú, Alistair? —lo desafió, pero las palabras se le atragantaron en la garganta —¿De qué manera estoy irrespetando a tu familia? ¿A la duquesa? Cuando soportó cada ataque entendiendo que no soy bienvenida, y aguantándolo porque no solo Evolet me pide que no me deje llevar por las primeras impresiones.

—Ese es el inconveniente, que no solo Evolet aboga por ti —rió con sequedad —. Eres una desconocida y mi padre debería tratarte como tal, pero últimamente te has convertido en una más de las mujeres de su vida, y eso no es fácil de lograr ¿Qué quieres que madre piense? —¿Qué quieres que yo piense?

—Aquí el inconveniente no es el que estén dudando de mí, sino del hombre que conocen de toda la vida —sintió como la sangre le caía a los pies —. Del padre ejemplar, del esposo devoto, del duque correcto, solo porque me trata con el respeto que me merezco —espetó n un tono plagado de decepción.

—Sabes que es más que eso —replicó en tono quedo —. No eres simplemente la amiga de Evolet para él.

—¿Y qué significo para tu padre, según tu? —fue a que se acercó para encararlo a un palmo de distancia.

Desafiándolo para que cruzara esa fina línea.

» Dilo —le alentó —. No eres un hombre que se guarde lo que piensa, o sino nuestro trato sería diferente —se relamió los labios negando con la cabeza.

No podia mancillar lo que era el simple pensamiento hacia su padre.

Habia heredado la impulsividad de su madre, pero eso no significaba que utilizara la lengua para atacarle de nuevo de una manera tan despectiva.

Antes de que la lengua le funcionase más rápido que la racionalidad se giró pasándose las manos por el cabello, jalándoselo en el proceso, poniendo en orden sus ideas.

Con ganas de gritar para después serenarse y preguntar de una manera concreta sin llegar a ofender, cuando lo único que necesitaba era comprender para que la presión en el pecho se le disipara. Para que las noches en vela fuesen cosa del pasado, y poder enfocarse en lo que en ese momento era lo único que le debería interesar.

Cuando se sintió un poco menos abrumado volvió a mirarle con las manos en la boca, admirando como ya no estaba cruzada de brazos y en sus ojos solo se advertía el ruego silencioso, de quien pide una oportunidad para ser escuchada y no juzgada.

Y en ese momento supo que debía estar al nivel de las expectativas, que debía hacerlo si quería que la situación no escalase.

Que de alguna forma se alejase de manera irremediable, como si las cosas no estuviesen de la mierda desde que bajaron de ese maldito barco, deseando no ser tan imbécil por aceptar que todo se quedase ahí, siendo desestimando cuando lo cierto es que se vio en poco tiempo buscándola hasta en sus sueños.

—¿Desde hace cuánto conoces a mi padre? —la vio soltar de manera tartamuda el aire que tenía retenido —¿Por qué no sabíamos nada de tu existencia? ¿De la elación cercana que tienen? ¿Qué significa para ti?

—Lo conozco desde antes de si quiera saber que era vivir, porque me salvó la vida —¿Qué? —. Porque gracias a él estoy frente a ti, pues el me despertó de la muerte, aunque él diga que yo fui quien le recordé las ganas de vivir —para ese momento la rubia estaba llorando —. Lo más probable es que no entiendas de lo que hablo, pero es una larga historia, que explica parte de la relación de mi padre con el tuyo —de alguna manera se habia enterado por Archivald que Robert Coleman y su padre tenían una relación comercial, pero no intima —. Y no sabían de mí, porque lo quise de esa manera cuando no podia permitirme ampliar mi circulo, sin vivir con el miedo de perderles demasiado pronto y de improvisto —se pasó las manos por la cara —. Lord Kendrick Stewart es de alguna manera una parte de mí, porque le quiero de una forma especial, aparte de que es mi padrino —la volvió a mirar, mientras esta sonreirá negando al ver su expresión —. No soy su amante —aclaró —. Es el hombre más honorable que conozco, y por eso mismo me ofende en demasía que se ponga en tela de juicio su moralidad, porque son afortunados de tener a un ser tan especial que están ofendiendo sin llegar a comprender la magnitud de sus palabras. Porque le dicen el demonio pelirrojo, pero solo las personas que lo conocen entienden lo que abarca ese ser de luz que pocos tienen la dicha de ver, y claramente están desaprovechando por especulaciones absurdas, en vez de creer ciegamente en que nunca les hará daño de manera consciente.




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