Sueños

Capítulo 5. Despedidas

 

Gabriel le miraba desde el marco de la puerta sin mediar palabra, tan solo la miraba y eso era suficiente intromisión.

— ¿Estás segura de lo que haces?— interrogó sintiéndose tonto ante el inusual silencio que había entre los dos.

Siempre era July quien hablaba mientras él escuchaba impaciente o algunas veces con atención, escuchar silencio donde nunca existía era cosa extraña para los que compartían vida con la rubia.

— Sí— asintió la joven, que observaba atentamente si se le olvidaba algo en aquella habitación.

— Entonces no te detendré, si haz solucionado los problemas que tenías estoy feliz por ti.

July elevó la mirada y la posó sobre el castaño claro, quien repentinamente se sintió nervioso.

— ¿Qué?

— Nada, es solo que... en el tiempo que llevo viviendo contigo, esta es la primera vez que me dices eso.

Gabriel tragó con dificultad, la infalible sonrisa de July había aparecido y ni el ser más helado del mundo podía contra ella.

— Lo que pasa es que, no me había visto en la necesidad de decirlo—comunicó el muchacho tras aclararse la garganta.

— Si tú lo dices.

— No me creas entonces.

— Sí te creo, pero algo me hace pensar que lo estás diciendo porque vas a quedarte solo en este departamento.

— ¿Yo?, tengo a mucha gente que querría compartir este lugar conmigo, es más, voy a vivir solo.

July no pudo ocultar la risita que le precedió al "digno" comentario del inglés quien repentinamente mostró unas coloradas mejillas.

— Si Gabriel, yo también te voy a extrañar, no obstante, recuerda que no es para siempre, así que más te vale tener esta habitación desocupada para cuando regrese.

— ¿Qué te hace suponer que quiero que regreses?

La chica rodó la valija hasta posarse frente al otro quien le miraba altiva y hasta amenazadoramente.

— No lo sé, tus ojos me lo dicen.

Fue la simple respuesta que desarmó al muchacho quien tras un suspiro cerró la habitación de durante mucho tiempo le había pertenecido a su amiga.

— Espero que todo se solucione de alguna manera, no conozco a tu hermana, pero por el modo que tienes de hablar de ella, sé que es un encanto.

— Lo es— afirmó July guardándose una manzana para sí—, y debo encargarme de que siga así.

— Sí.

Después de que la muchacha hubo llegado esa mañana, anunció que viviría con su hermana y el momento de la despedida había llegado, ninguno de los dos era bueno para tal cosa, mucho menos Gabriel a quien no se le daba demostrar demasiado el afecto.

— Bueno mi amigo, hasta aquí podemos llegar como...

— ¿Compañeros de departamento?

— Iba a decir: relación pasajera, pero lo tuyo suena mejor.

Gabriel dio un golpecito leve en el hombro de su compañera para después sonreírle con algo de tristeza.

— Voy a extrañarte cabeza hueca, aunque sé que te vas para bien.

— Sí, eso espero yo también.

— Háblame de vez en cuando, al menos para molestarme cuando más necesito silencio.

July sonrió, era algo natural en ella hablar y distraer cuando no debía, no podía excusarse por ello, sin embargo, era su muy particular manera de ganarse a las personas.

— Cuídate y no descuides tu trabajo, que el día en que sea una estrella te contrataré para que lleves mis finanzas.

— Eso solo sucederá si me vuelvo loco.

Sin previo aviso July haló a su compañero y le abrazó con fuerza, tres años no pasaban en vano y aunque no podían catalogarse como súper amigos debido a la diversidad de carácter, en el fondo sí que lo eran.

— Ten cuidado July, pase lo que pase te apoyaré.

— Gracias Gabriel, muchas gracias.

Un momento memorable mientras el abrazo servía para intensificar una buena amistad y el valor que ella requería más que nunca. Después de unos segundos se separaron tratando se sonreír, al menos la rubia lo intentaba mientras se limpiaba un par de lágrimas.

— No seas llorona, anda, vete ya o terminaras por contagiarme de tu sentimentalismo.

— Ay, tu no cambias Gabriel.

— Ni tú.

July salió del apartamento y sin voltear entró en el elevador que de inmediato se cerró tras ella. Ya estaba, había salido de aquella vida para entrar a otra, pero, así como le había dicho al inglés: "No era para siempre", cuando el lapsus se terminará él volvería a recibirla en aquel departamento que había sido su hogar más estable.

— ¿Todo bien?— indagó Ed, mientras ayudaba a la chica a cargar la valija.

— Si, aunque verdaderamente no me gustan las despedidas— anunció tratando de sonreír un poco.

— Son duras pero indispensables, créalo.

— Aun así, no dejan de ser difíciles.

July le había pedido al guardaespaldas que aguardara afuera, lo que había hecho tenía que realizarlo sola.

— ¿Está lista para partir?

— Sí.

Ambos entraron al auto que Killian les había prestado, sin duda era lujoso, pero para la rubia seguía siendo un auto, uno que la llevaría a un nuevo destino.

— ¿Necesita hacer alguna otra parada?

— Si, una más y después volvamos a la mansión.

— Lo que ordene.

July echó un último vistazo a su vecindario por la ventana, estaba dejando muchas cosas en ese lugar, sin embargo, el cambio era necesario; suspiró al doblar la esquina y le deseó mucha suerte al muchacho que allí vivía y que sin saberlo la despidió desde la ventana con los mismos buenos deseos.

 

* * *

 

Todo lo que Ed deseaba en la vida era proteger a otros que lo necesitaran, su idea no distaba mucho de lo que hacía en la actualidad, podía decirse que amaba su trabajo y la paga por supuesto que no era mala.

Había terminado bajo el mando de Alex Killian después de servir por varios años en una compañía de seguridad privada. Que más que trabajo solo le había dado dolores de cabeza; era servicial y atento pese a su complexión ruda e imponente, aun así, logró ganarse la confianza del magnate después de un duro recorrido.




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