Sueños

Capítulo 9. Verdades

 

July se había prometido dejar de fumar y por ende había comenzado con un tratamiento, sin embargo, la angustia de vivir en esa casa la traía de nervios provocándole una intensa carga de ansiedad que se logró liberar con un cigarrillo en los labios, si, ya casi había llegado al final de su tratamiento, pero todo el esfuerzo se había ido a la basura esa mañana. Exhaló el humo que el pequeño tubito blanco le permitió y se repetía constantemente que había roto con la promesa.

— Sé que no debería fumar, y heme aquí con un montón de contradicciones, cielos, ¿por qué me sigo metiendo en problemas?— dijo, reclamándose y dejando la colilla tocar el cenicero que con mucho cuidado apagó.

Había utilizado la sala como resguardo para recaer en su debilidad, ahora tendría que abrir los ventanales para que la brisa se llevara consigo cualquier muestra de culpa, al momento de sentir el viento cerró los ojos y se permitió relajarse, volviendo a sus problemas casi enseguida.

— ¿Qué debo hacer?—  cuestionó mirando al cielo.

Las fuerzas que le quedaban estaban a punto de decaer debido a las nuevas circunstancias y con todo eso aún seguía de pie, pero ¿por cuánto tiempo?; esa interrogante estaba aclarándose mostrándole el fin de todo eso, ¿cómo comenzar a relatar lo que hace unos días estaba ocurriendo? Tal vez si rebobinaba podría encontrar una explicación mejor.

Apenas dos días después de que la entrevista de presentación de Matt se llevara a cabo, la afamada revista había sido publicada en medio de cuchicheos y escepticismo de las masas, July había sido la primera en correr y comprar un ejemplar o al menos eso pensó, porque Alex Killian lo obtuvo antes que ella, ambos tenían entre sus manos lo que mejoraría o empeoraría sus vidas, el numero contaba con una serie de cuestiones que el reportero planteaba al público en general y luego la entrevista realizada a la familia Killian; no se encontraba tan detallada como July había supuesto y se alegró de que nada de lo que había dicho fuera modificado. Tras leer y buscar alguna otra cosa en las páginas se convenció de que todo había resultado como probablemente el ojiazul lo deseaba.

Conforme con los resultados procuró indagar con su cuñado sobre si le mostraría la entrevista a su esposa, porque ciertamente no se había hecho mención del escándalo, el investigador solo había comparado la actitud del castaño en un antes y después, donde seguramente todos los medios lo darían a conocer.

Resulta que la rubia no se equivocó, durante toda la semana y media siguiente no había programa donde se hablara del encubrimiento del millonario y su conducta que lo hacía ver culpable ante las infidelidades, sino todo lo contrario, Annya Andersen uso las palabras que July expresó sobre el genio, y realizó varios movimientos, logrando que de la noche a la mañana los medios más importantes del país hablaran o hicieran reportajes sobre las altruistas labores del millonario, incluso algunos hicieron documentales donde apuntaban que la visión futurista del magnate revelaba intenciones con gran relevancia para la humanidad después de que sus laboratorios encontraran la respuesta a nuevas enfermedades.

Todo pasaba tremendamente rápido, pues descartando la nota de infidelidad de Killian, todo el mundo comenzó a enfocarse en esa fase que no conocían del ojiazul y que sin saber estaba fascinando a la nación y a otros países que seguían de cerca la nueva noticia. La rubia supo aceptar que Killian sabia moverse y que había encontrado una brillante asesora que era capaz de crear una escena perfecta con tan solo vestir de seda al engreído amargado. Al final el castaño se había salido con la suya y eran pocos lo que se atrevían a criticar o recordar las fotografías que habían sido el inicio de un escándalo que terminó en farsa.

— Al menos está solucionado—  se dijo a si misma July.

Y la poca comunicación con su cuñado no la dejó ver la cantidad de llamadas solicitando la ayuda del millonario para cual o tal causa, creando otro punto a resolver, aunque más rápido y seguro que el anterior. No obstante, estaba tan absorta con todo el asunto que olvido a su hermana quien a pesar de aparentar inocencia la había sorprendido, cuando un día le propuso pasear por el lago.

Era el tiempo en que las hojas comenzaban a tornarse amarillas o cafés, donde poco a poco éstas acababan por desprenderse de los árboles para dar paso más tarde a nuevas hojas que crecerían en su lugar, todo eso para Serena era una metáfora de la vida y en esta ocasión no fue la única que lo vio así.

— Todos tenemos que desprendernos de nuestro padre árbol y volar lejos para darle paso a las nuevas generaciones.

— Sí, es el ciclo inevitable de la vida—  había asentido la rubia tras mirar una de las hojas danzar con la suave brisa hasta llegar a la apacible agua del lago.

— July... ¿podemos hablar?

— Por supuesto Serena, eso ni siquiera se pregunta.

La pelirroja acomodó la silla de ruedas cerca de un árbol y después de indicarle a su hermana que la acomodara encima de una manta a los pies del tronco y la otra se sentase junto a ella, comenzó su charla.

— ¿Sabes algo July?, cuando yo tenía quince años soñaba con ser una gran pintora.

— Eso jamás me lo habías dicho—  externó la mayor, asombrada.

— Si, lo deseaba tanto que le pedí a mamá que me llevara a clases de arte, pero...

— Déjame adivinar, ella se negó—  la pelirroja asintió bajando levemente el rostro al vagar por sus recuerdos—. Ella siempre ha sido así Serena, lo artístico no es digno de su "linaje" y puedo asegurar que te riñó bastante argumentando que yo te había infundado esas ideas, ¿no?

La chica habría querido negarlo, pero también terminó por aceptarlo.

— Mamá es... extraña.

— Ni que lo digas, a veces creo que es una especie de monstruo disfrazado de mamá.

El comentario de July hizo reír a su hermana, quien a modo de juego le dio golpecitos en el brazo.




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