La vida está llena de decisiones y sin embargo es imposible saber a dónde terminaran llevándonos; July lo sabía perfectamente, y cuando era más joven, armándose de un tremendo valor había decido seguir sus sueños y cumplirlos a como diera lugar; había pasado la mitad de su vida trabajando por y para ella, por eso, un hombre que consumía más alcohol que todas las personas que conocía no iba a interferir en sus planes. Estaba decidida a forjarse un futuro y hacer lo que más quería.
Su vida no era la mejor, la más ejemplar o la más cómoda, siempre había estado llena de obstáculos y pesares que había soportado como el mejor de los valientes en la guerra. Desde temprana edad aprendió lo que era el desamor y lo que es ganarse el pan, sufrió el rechazo varias veces, pero aun así ella siempre sonreía, porque "no existía un mejor contrataque que la sonrisa para llenar su oscura existencia con un poco de luz", ese era su lema el cual la acompañaba pese a todo.
— Hey, llegas tarde.
Su amigo Christian era el vivo ejemplo de lo que se podía lograr con muchas horas en el gimnasio y dedicación, la esperaba como todos los días en la banca cerca de su salón de clases, el rubio muchacho estudiaba ingeniería mecánica y ya había realizado varios proyectos que tenían que ver con una de sus pasiones: las motocicletas.
— Lo lamento, tuve que pasar primero a solucionar algunas cosas del trabajo.
— ¿Continúas con los diarios?
— ¡Ay no!— exclamó la chica haciendo reír al rubio– eso ya no es para mí; estaba bien en la preparatoria o antes, ¿qué pensarías si una universitaria te entregara el periódico en tu casa?
— Pensaría que definitivamente no tienes nada mejor que hacer que montarte en una bici y recorrer la cuidad en media hora.
La rubia asintió haciéndole ver a su amigo que tenía razón.
— ¿Entonces de que trabajas ahora?
— Trabajo en... digamos que cuido las tuberías.
— ¿De plomera?
El sonrojo de July le provocó risa.
— Eres una especie de cosa sabelotodo con patas, July ¿qué cosa no sabes hacer?
— Pues... se me dificulta hacer trabajo en gasolineras o salones de fiesta, la última vez me echaron porque quebré una vajilla.
Christian volvió a reír abrazándose a la rubia quien lo seguía hasta el pasillo donde regularmente se separaban para dirigirse cada quien a sus respectivas aulas.
— Eres una cajita de monerías, eso es bueno.
— Sí, sí... te veré más tarde, debo llegar a clase de historia o la profesora Emilia volverá a regañarme.
— ¿Por qué siempre llegas tarde a tus clases aun cuando llegas a tiempo a la universidad?
La sonrisa de la chica se amplió a tal medida que Christian adivino la respuesta.
— Es que siempre le dedico cinco o seis minutos a mirar las obras que se ensayan en el teatro.
— No cabe duda de que eres una soñadora empedernida.
— No, solo quiero cumplirlo.
Ambos se despidieron y la rubia se desvió del camino por unos minutos como todas las mañanas, el máximo sueño de Julianna Wells era actuar, sentir la emoción sobre las tablas, la luz de los reflectores, hacer suyo al personaje y darle vida con la intensidad requerida de interpretarlo ante el público en una trama perfecta. Deseaba de todo corazón ser actriz y por ello pese a sus padres, ella estaba ahí aprendiendo para algún día cumplir su sueño.
— Llega tarde señorita Wells.
La muchacha recibió la reprimenda con un leve sonrojo en las mejillas, no obstante, ya era costumbre.
— Por hoy se lo pasaré, tome asiento y espero que mañana llegue a tiempo para el inicio de la clase.
— Lo intentaré profesora.
La mujer de mediana edad y de anteojos perdía la paciencia ante la joven rubia, no sabía cómo una persona, cuyo habito es la impuntualidad podía pensar en ser actriz, sin embargo cuando se llevaban a cabo las dinámicas que solía emplear para disipar la mente de los estudiantes, la habilidad de July para apoderarse de un personaje sin importar si era hombre o mujer era fantástica, por ello a veces pasaba por alto que la chica no llegara temprano, no hiciera la tarea o que en ocasiones dormitara cada vez que explicaba sobre Platón y Aristóteles.
— Bien, prosigamos con la clase— aclaró la mujer tras suspirar resignada a la manera de ser de su estudiante "especial".
Una vez que July se sentó en su lugar hasta atrás, saludó a su compañera entre murmullos.
— Hola Grace.
— Hola.
La chica bajita de expresión sonriente saludo inmediatamente a su amiga.
— De nuevo llegando tarde July, ¿cuándo aprenderás?
— No es por gusto, que culpa tengo yo que los del teatro comiencen tarde con sus ensayos.
Grace Miller contuvo una carcajada, sin duda la rubia siempre tenía un pretexto bajo la manga, definitivamente la palabra puntualidad no era propia de ella.
La clase pasó como siempre, al final la expresión de cansancio de la mujer le hizo suponer a July que debía comenzar a considerar la salud de su profesora y llegar temprano, aunque fue un pensamiento fugaz que se quedó en solo eso, un pensamiento.