Sueños

Capítulo 15. El socio

 

— ¡¿QUÉ?!— fue el grito que atrajo varias miradas hacia las chicas.

— Shhh, cállate ¿quieres que todo el mundo se entere?

— No, pero... ¿cómo es posible?

La rubia elevo los hombros y la sonrisita en sus labios lo dijo todo, Grace por otra parte solo negó con la cabeza y suspiró pesadamente; lo que July acababa de contarle le parecía increíble sin embargo conocía muy bien las consecuencias.

July era como el sol, quien ante tentativas de lluvia se ocultaba para dar paso a los nubarrones y las gotas que caían, era una metáfora verdadera, si en estos momentos la rubia estaba feliz y hacia brillar el sol a su máximo esplendor, no quería mirar cuando la tormenta llegara.

— ¿En qué piensas Grace?

— Nada, solo recordaba algunas cosas.

— Aja, y yo nací ayer— la chica sonrió a medias, July siempre se daba cuenta si alguien tenía preocupaciones

— Es que, pensaba en lo que acabas de contarme.

— Quien te viera Grace, tan pícara.

— No, July... lo que quiero decir es, que tengas cuidado, es que no me gusta que...

— No te preocupes, esta vez será diferente.

Sin más el teléfono de July sonó y de inmediato se incorporó de su lugar, presa de una prisa repentina que solo hizo suspirar resignada a su acompañante.

— Debo irme te veré después, toma notas y después me las pasas, adiós,

— July... ¡July!.... Qué horror.

Grace odiaba que la dejaran hablando sola, pero odiaba aún más al sujeto culpable de la ilusoria felicidad de la rubia. De ahí la verdad de todo.

July se había acostado con Tom Evans... otra vez. El día de la fiesta en casa de Jack desde lejos había estado observando a su amiga caer presa de la sonrisa del pelirrojo. La última vez que había visto a la rubia fue cuando la pasaron a dejar a su casa ella y su "acompañante", de ahí no supo más de su amiga hasta ese lunes en la mañana, cuando July llegó flotando en una nube rosada a clases. Con la experiencia previa, Grace no tuvo que formular preguntas para adivinar qué había pasado, el rostro y la divina sonrisa de la rubia lo decía todo; había vuelto a caer en las garras de Tom. Soltó otro suspiro cansado y triste compadeciéndola.

— Hola Grace, ¿en dónde está July? — preguntó Chris.

— No sé— mintió la muchacha a sus amigos, quienes se reunieron ahí para el descanso.

— Qué raro, July nunca se pierde un almuerzo, mucho menos cuando me toca traerlo— concluyó Trisha.

— Ya... sabes cómo es July, siempre activa y olvidadiza.

— En fin, ella se lo pierde.

Mientras tanto Grace masticaba calmadamente mirando de reojo el pasillo por donde la rubia había desaparecido minutos atrás, seguramente se encontraba con el pelirrojo de mirada plata disfrutando de una sesión de... lo que fuera que ellos hicieran. Repentinamente la pelinegra se puso más roja que una señal de alto.

— ¿Grace, te sientes bien?

— Sí, solo estoy pensado.

— Pareces preocupada, ¿estás segura de que estas bien?

Decidió olvidar a July por un momento, sobre todo porque a ella no le gustaba que se me metieran en sus asuntos. Así pues, el receso transcurrió entre risas y platica de los traviesos jóvenes, pero antes de dirigirse a sus respectivas aulas, todos formularon la misma pregunta: ¿En dónde está July?, y eso era precisamente lo que Grace quería olvidar.

 

  *      *       *

 

Los besos eran intensos, y el escritorio no dejaba de moverse bajo el peso de July y su "acompañante", pasar tiempo con Tom la llenaba de felicidad. Dio una bocanada de aire rápida para reanudar casi enseguida los besos, las caricias no parecían bastar para apagar aquello que ambos traían.

— Tom... es hora... de clases.

— ¿Y?

— Y-y... deberíamos...

— ¿Me estás diciendo que quieres parar?

El joven posó su atractiva mirada plateada sobre los ojos castaños quienes temblaron ante la sola idea de separarse de aquel muchacho, por eso, negando a la pregunta, es como nuevamente July sintió los ardientes labios de quien parecía necesitado de todo menos de oxigeno... y de clases. La rubia no podía quejarse, estaba disfrutando mucho ese momento estando con el objeto de su afecto.

Remontándose varios años atrás fue cuando comenzó esa extraña relación que en ocasiones se quebraba como un fino cristal y en otras, parecía que era tan sólida como el acero. Tom era la clase de chico codiciado y cotizado, cuya lista de admiradoras sobrepasaba la de cualquiera, por lo que no era extraño mirar al alto y bien dotado pelirrojo rodeado de chicas, tenía un encanto natural que lo acompañaba, su carácter indómito y su pinta de autosuficiencia le hacían ganar varios méritos.

Cuando July entró en la universidad, Tom estaba un año delante de ella, desplegando como nunca su arte de encanto y seducción; la primera vez que los ojos castaños se posaron en el pelirrojo no hubo poder humano que la hiciera despegarse de la imagen del guapo muchacho, quien de vez en cuando le sonreía a la distancia dando pie a esperanzas que solo quedaban en eso. Para la rubia Tom Evans era solo un amor platónico, inalcanzable y simplemente deseado.




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