El edificio de la coporporación K se veía mejor de lo que recordaba y entró en el interior.
— ¿Puedo ayudarle en algo? — cuestionó la recepcionista.
— Sí, vengo a ver al señor Killian.
— ¿Tiene cita?
El joven de ojos verdes y cabello castaño obscuro negó, pero su brillante sonrisa e impecable porte obró el milagro.
— Creo que no será un contratiempo, suba por el ascensor y en el último piso la secretaria del señor Killian podrá darle mucha más información que yo.
— Muchas gracias.
Así pues, llegó al último piso, con paso calmo y seguro se acercó a una secretaria atareada que respondía llamadas.
— Buenos días— saludó sonriente.
— Buenos días, permítame un segundo por favor— fue la respuesta de la mujer procurando poner en espera aquello que le impedía atender al seguramente "cliente de su jefe"—. Ahora sí, mi nombre es Sarah, ¿en qué puedo servirle?
— Que eficiencia, debería raptarla y llevármela a mi empresa.
Las mejillas de la secretaria se sonrojaron ante el cumplido de un joven tan apuesto.
— Gracias, señor.
— Solo digo la verdad.
La mujer asintió aguardando el motivo de aquella visita.
— De acuerdo, sin más demora... he venido a ver a tu jefe.
— Lo lamento, el señor Killian no se encuentra en estos momentos.
— ¿No?, que raro, siempre está, no hay momento en que se parte de su amada compañía.
— Lamento informarle que el señor Killian ya no viene a la empresa por las mañanas.
— Vaya que desgracia— dijo bajando el rostro como desconsolado.
La secretaria se sintió mal por el joven al cual, después de tomarle simpatía, intuyó que no era una mala persona, por lo que decidió decirle el paradero de su jefe.
— Tal vez pueda darle información de donde se encuentra, señor.
— ¿En verdad?, se lo gradecería mucho, digamos que soy... un viejo conocido de Alex.
Después de que la secretaria tomara un papel y bolígrafo escribió rápidamente la dirección donde su jefe se encontraba en esos momentos, posteriormente el muchacho lo leyó e hizo acopio de toda su fuerza para no reírse. Agradeciendo la ayuda salió rápidamente de la corporación.
— Esto es excelente, ya me imaginó la cara que pondrá cuando me vea en su... universidad— dijo tono burlón.
* * *
Grace se recargó en la pared del salón donde compartía clase con Trisha, la clase de danza fue extenuante pero muy agradable, aunque no era el cansancio lo que la tenía tan extraña, aquello que comenzaba a sentir no era posible, era una tontería que había nacido solo de unas horas el día anterior.
— July me está contagiando de su locura— murmuró bebiendo un poco de agua de su botella
— ¿Te sucede algo Grace?, haz estado muy pensativa durante la clase— indagó Trisha.
— No, solo estoy un poco cansada.
— ¿Segura?, hace días te noto rara, si pasa algo malo sabes que puedes decírmelo
— Gracias, pero no es nada.
— Ok, bueno vámonos, la clase por fin terminó— anunció feliz mientras se estiraba.
Luego de ducharse y cambiarse, mientras caminaban por el campus hacia la cafetería volvió a escuchar la voz de su amiga.
— Es extraño, July no llegó a clases.
La pelinegra se exaltó por unos segundos, sospechaba en donde estaría la rubia, así que procuró aparentar que no sabía nada para poder estar en paz, sin embargo, al doblar una esquina sus ojos violetas notaron a lo lejos algo que detuvo su mundo e hizo a su corazón latir a todo galope, sin estar preparada para afrontarlo, decidió que lo mejor era huir, así que tomo a la castaña de la muñeca y se la llevó rápidamente a la cafetería.
— Grace ¿estás bien?, ¿qué está ocurriendo?
— Nada, yo... yo...
Su mente estaba en caos, solo podía pensar en la persona que vio.
— «Por todos los cielos solo fue un aun auto... solo fue un auto y ayudar a un extraño... ¿por qué me pasa esto?»
Mientras tanto el muchacho del que Grace había escapado se encontraba mirando la universidad y aún no creía que el genio más grande que conocía estuviese estudiando ahí donde había "personas". Sabía que sería tarea fácil encontrar al ojiazul, así que empezó preguntando a un muchacho que caminaba por ahí.
— Disculpa ¿sabes dónde puedo encontrar a Alex Killian?
El chico meditó un poco la pregunta, era difícil no saber de la celebridad del campus, aun mas cuando solo quería pasar desapercibido y entonces recordó haberlo visto de reojo hace poco.
— Si no me equivoco lo vi en la cafetería.