Esa mañana un mensaje de voz en su móvil había alertado y desconcertado a Dante, Killian le pedía que fuera a la corporación, ya no se ilusionaba con que el castaño fuera a ayudarle, pero un poco de esperanza no estaba por demás. Sin llamar a la puerta entró y escudriñó el interior para ver al genio de pie frente al enorme ventanal a espaldas de su escritorio.
— No me gusta la impuntualidad.
— Lo sé, por eso llego tarde.
Killian se giró encarándolo fríamente.
— Siéntate.
— ¿Qué sucede?, ¿para qué me llamaste?
— Me enteré por casualidad lo que hiciste en la universidad, siempre tienes que lucirte ¿verdad?
— Claro, si no, no sería yo— respondió el italiano sonriente reclinándose sobre el sofá.
— Muy propio de ti, sin embargo, no me explico porque de toda la cuidad, decidiste realizar el chistecito donde yo estudio.
— Tu bien sabes por qué.
El ojiazul conocía la razón y eso incluía molestarlo de paso.
— Solo no te metas con lo mío, sin el respaldo de tu padre puedo aniquilarte.
— Tranquilízate Killian, no lo hice con mala intención, solo dio la casualidad de que resultó un buen lugar; ya no soy ese chiquillo que solía fastidiarte.
— No, ahora eres peor.
— Gracias por el cumplido, pero como te dije fue lo único que se me ocurrió.
— Nada de lo que haces lo haces simplemente porque sí, la ganancia secundaria es obtener mi ayuda haciendo que de esta manera este cerca por si lo necesitas.
— Tan listo como siempre.
— No te llamé para escuchar tus halagos, te llamé porque tengo un negocio importante.
— ¿Tú a mí?, válgame Dios, el cielo se va caer.
— No estoy para tus bromitas Dante— Alex acalló la risita del italiano.
— Muy bien, y ¿cuál es ese negocio?
— He pensado en lo que me dijiste y estoy dispuesto a patrocinar tu estúpido teatrito, porque algo me dice que estás a punto de morirte de hambre ¿verdad?
Dante se mordió la parte interna de la boca y con el rostro más serio que tenía observaba al ojiazul quien estaba disfrutando esa pequeña venganza.
— Lo sabía, no sé por qué aun te sigues dando lujos que ya no puedes pagar.
— No es algo que me guste pregonar Killian, pero el dinero se me ve reducido a casi nada debido a la estúpida regla que mi padre impuso de tener un presupuesto de porquería para la obra y para sobrevivir, prohibiéndome usar mi dinero.
El extranjero giró la cabeza, no soportaba la burla del genio, de un momento a otro se quedaría sin un centavo, algo verdaderamente humillante para él, viviendo con muchísimo menos dinero de lo que tenía acostumbrado, todo para poder invertirlo en la estúpida obra, tenía que tener éxito en este proyecto, para así volver rápidamente a su vida.
— Te patrocinaré.
— ¿Ah sí? ¿a cambio de qué?
— Es algo que discutiremos a su tiempo, lo dividiré en dos partes.
— ¿Qué es?
— Ahora no, solo confórmate con saber que el capital para tu teatrito ya está sobre la mesa, lo demás... a su tiempo.
— No puedo quedarme tranquilo sabiendo que tu sádico cerebro está fraguando un plan que posiblemente podría perjudicarme, si es así, prefiero no hacer el trato contigo.
A Killian no le importo.
— Entonces no lo tendremos, háblame cuando quieras invertir para mejorar en un negocio infructífero y mal organizado.
Rápidamente Alex posó su vista en el computador y siguió su trabajo, aquella actitud ausente hizo enfurecer a Dante que pensado bien las cosas se dio cuenta de que nadie en su sano juicio invertiría con el sin una garantía de éxito, y si eso no sucedía su futuro estaba truncado.
— Está bien, acepto.
— Excelente, luego firmaremos los documentos apropiados.
Dante friccionaba las manos, ni por un momento se vislumbró sometido y bajo las órdenes del pedante Alex Killian.
— Te llamaré después para afinar detalles... por cierto ¿dónde te estás quedando?
— En un hotel, aunque pronto no podré pagarlo.
— Lástima, cuando encuentres tu nueva vivienda, llámame para que ahí te envié cuestiones del proyecto que nos atañe— respondió sin sentimiento alguno.
— Pero...
— Eres administrador, tú sabrás como logras subsistir, preguntaba no por buen amigo, sino para dejarte en claro que el dinero que estoy ofreciéndote es para la obra, no dije nada sobre mantenerte.
La burla de Killian fue lo que acabo con el orgullo del italiano.
— ¿Y dónde se supone que buscaré casa?
— Eso no es problema mío, aunque... el termino correcto para que lo entiendas, sería: trabajar. Trabajamos para obtener dinero, consigue un empleo de medio tiempo para al menos tomar agua.