Noa miraba por la ventana sin mucho interés, estaba aburrido, necesitaba hacer algo o se consumiría en ocio e intolerancia, desde hace dos días los jardines y el lago estaban en mantenimiento y se encontraban fuera de servicio para el joven en silla de ruedas.
— Buen día señor.
— Hola Ed— musitó sin mucho ánimo.
— Lo veo consternado.
— Más bien diría que aburrido
— ¿Y hay remedio para eso?
— Pues... además... en que rayos piensa Alex, no ha venido en varios días y me tiene abandonado— se quejó como si fuera un chiquillo haciendo berrinche por no tener su juguete favorito.
Ed oculto su sonrisa, era verdad que ambos hermanos jamás se habían separado por tanto tiempo, era obvio tener tal pensamiento tan infantil.
— Si no mal recuerdo fue usted quien hizo la adquisición del departamento para que su hermano tuviera un lugar al cual ir.
— Sí, pero no pensé que se iría demasiado tiempo, no tengo a quien molestar, discutir o divertirme.
— Al verlo así parece que ya no le agrado tanto la idea del departamento ¿verdad?
El azabache no respondió, simplemente giró su silla y le dio la espalda al sonriente hombre.
— Me pregunto qué le entretiene tanto, ya se olvidó de mí— murmuró el jovencito, y es que Alex era el único que lo comprendía sin cuestionar demasiado.
— Perdóneme señor, pero su hermano podría olvidarse hasta de dormir, sin embargo, nunca se olvidaría de usted, recuerde que es para él la persona más importante.
Aquel comentario tranquilizó al muchacho y al parecer había hecho magia porque una de las mucamas entró en el comedor.
— Permiso, el señor Alex al teléfono.
No tuvo que repetir la oración dos veces para que el chico se deslizara y alcanzara el auricular.
— ¿En dónde te habías metido?
— A mí también me da gusto escucharte, hermano— ironizó.
— No has llamado, ni siquiera dejado un recado, ¿acaso estas tan ocupado que no tienes tiempo para mí?
— ¿Eso fue un reclamo, Noa Killian?
— No... es solo... solo...
Alex sonrió, su hermano era tan orgulloso que jamás admitiría que lo había extrañado, al menos no por teléfono.
— Yo también te extrañé, digamos que tuve que hacerme cargo de... algo.
— ¿Algo?— quiso saber el menor con curiosidad.
— Algo que ya está mejor.
El tono casi meloso de su hermano confundió al azabache.
— «Sí claro y yo soy la reina de Inglaterra »— pensó, esperando a que su hermano le diera más información de eso, lo cual no sucedió— ¿Y cuándo regresas?
— ¿Solo me he ido unos cuantos días y ya me quieres de regreso? quién te entiende.
— No lo digo por eso, sino por la empresa...
— Oh, la empresa, ya se me hacía demasiada fraternidad para ser verdad.
Alex sonrió, había hecho gruñir a su hermanito.
— Solo quería avisarte que han estado llamado de Noruega por un negocio, el cual, no me habías informado.
— ¿Eso es todo?, pensé que eras más listo para negociar.
Escuchó las maldiciones de su hermano al otro lado de la línea y el ojiazul sintió que ese día seria memorable.
— Si solo me hablaste para hacerme enfadar me despido.
— ¿Enfadado?
— Sí, ¡Insoportable!
— Noa, creo que mi distancia en vez de beneficiarte te hace gruñón, deberías salir más seguido.
— Voy a colgar Alex— advirtió el muchacho sintiendo que su paciencia había llegado al límite.
— Hazlo, te perderás la sorpresa que te tenia.
El menor por un momento dejó su enfado de lado y se dejó vencer por la curiosidad innata que tenía.
— ¿Qué es?
— Bueno... a ti te gustan los videojuegos ¿cierto?
— Aja.
— Pues hice una cita con una industria a las afueras de la cuidad y te llevaré para que pruebes sus nuevos juegos.
El chico se quedó completamente pasmado y su guardaespaldas tomó el auricular para hablar con su otro jefe el cual le dio detalles y colgó.
— ¿Enserio dijo videojuegos?
— Sí señor Noa, me ordenó que lo acompañara— dijo riendo ante la cara del muchacho.
— No es gracioso, mi hermano puede haberse vuelto loco y tú estás riéndote.
— No es para tanto, el señor Alex está mejor que nunca, un tiempo a solas le ha hecho bien.
— Pero...
— Será mejor que vaya a su habitación y se vista, le queda un largo día por delante.