Alex abrió los ojos cuando un rayo de sol le molestó, nunca solía despertarse después de que amaneciera, pero por alguna proeza del destino se había quedado dormido por más tiempo; con la mano tanteó su lado izquierdo y lo sintió vacío, cuando en realidad debería estar ocupado con una chica durmiendo. Se sentó buscando alrededor a la joven con la que compartía su cama, encontrándose en soledad, desconcertándose por ello se incorporó para colocarse la bata que descansaba en el perchero y con el ceño levemente fruncido por dormir de más y no ver a July, salió de la habitación; el olor a café recién preparado y lo que parecía ser pan francés le abrió el apetito.
— Eso huele muy bien— dijo en voz baja.
Deteniendo sus pasos y sus palabras miró la escena frente a él con una sonrisa en los labios. July estaba sentada en el comedor leyendo afanosamente unas hojas entre sus manos, luego verificaba otras tantas para luego voltearlas, cerrar los ojos y recitar en voz baja, algo que Alex sabia de sobra que era el guión de la obra. El castaño se recargó en la pared y la observó sin decir nada, la rubia obviamente estaba tan concentrada que no se había percatado de su presencia, y era mejor así, de esa manera Alex podía mirarla a su antojo recordando lo que había sido la noche anterior.
Memoró haber llegado temprano a su departamento, esperó un par de horas antes que ver el rostro sonriente de su compañera, la cual al toparse con él se le había abalanzado efusivamente gritando: "¡LO LOGRE!", hasta casi romperle los tímpanos, cosa de la que no se quejó, especialmente porque July irradiaba una enorme felicidad que nunca le había visto a pesar de que la muchacha era alegre por naturaleza.
Desde que le dio la noticia por primera vez, la chica había ensayado exhaustivamente por órdenes de la directora, charló un rato con sus amigos y recibió una visita inesperada, todo para llegar a casa en la noche y compartir su alegría. Siendo sincero, Alex esperaba una noche bastante movida como últimamente pasaba, no obstante, en su lugar tuvo que permanecer despierto a altas horas de la madrugada ayudando a July a memorizar los diálogos de la afamada obra; pudo haberse quejado o negado a colaborar con ella, pero no lo hizo, solo quería estar al lado de la rubia cuando ésta necesitaba ayuda y eso le hacía estar extrañamente satisfecho.
— Oh cielos, buenos días— la alarmada voz de la joven lo regresó al presente, viendo a July levantarse de su asiento.
— Te preparé café y un desayuno ligero.
— Estás arreglada— hizo la observación, cuando comúnmente los sábados ella se quedaba en pijama hasta tarde.
— Sí— sonrió con un poco de pena—, es que tengo ensayo.
— ¿Hoy?
— Es que el productor dijo que debía hacer ensayos intensivos porque aún no alcanzo en nivel que tenía Jack y como el estreno está cerca...
Killian asintió, sentándose en la mesa después de servirse café.
— Yo... quiero darte las gracias— murmuró acercándose al castaño.
— ¿Por qué?
— Porque me ayudaste demasiado anoche, desperdiciaste mucho tiempo en mí y... si no hubiera sido por tu ayuda jamás habría avanzado tanto, enserio te lo agradezco.
July se inclinó sobre los labios del ojiazul besándolo lentamente para disfrutar el primer beso de la mañana.
— No fue nada— habló el castaño luego del beso, ya que éste le había enseñado una técnica de memorización que la chica utilizaría por el resto de su vida.
— Sí, sí lo fue— afirmó con presteza— me diste tu tiempo y... y ... me llevaste a la cama.
Alex habría reído de buen agrado ante el sonrojó de July, no obstante, evitó hacerlo, pues había sido un verdadero placer cargar el cuerpo de la joven dormida y trasladarla hasta su lecho, depositándola con sumo cuidado, ni siquiera con su hermano había hecho tal cosa, aunque tampoco se imaginaba hacerlo con alguien que no fuera ella.
— No podía dejarte en el sofá.
A July le parecía tierna la consideración del castaño, pero a veces se le olvidaba que Alex era Alex.
— Mi sofá se ensuciaría.
La rubia daba golpecitos en la cabezota del genio fingiendo molestia, aun así, permitió que las manos de Killian la sentaran sobre su regazo, estas acciones se estaban volviendo tan comunes que ya no le buscaban explicación, simplemente se dejaban llevar cada vez que se miraban y besaban como en ese momento lo hacían.
— Iras a la obra ¿verdad?— susurró lindamente en su oreja.
— Por supuesto, quiero ver cómo haces el ridículo frente a los espectadores.
Killian no estaba acostumbrado a las palabras románticas o amables, sin embargo, aunque aquello parecería sarcasmo para cualquier persona, para la rubia que podía leer entre líneas le parecía algo adorable.
— Entonces debo irme, si he de hacer el ridículo, lo haré con estilo.
Se sonrieron cómplices y antes de que algo más sucediera July desapareció del departamento con el corazón lleno de felicidad.
El ojiazul desplegó el diario que la rubia dejó en la mesa, mas no lo estaba leyendo, estaba pensando en todo lo que su vida había cambiado, dando un giro totalmente radical, le parecía difícil poder regresar al inicio, no por el largo camino recorrido, sino porque en realidad no lo deseaba, estaba disfrutando como nunca y así permanecería.