Sueños

Capítulo 31. Ilusión

 

Roger observó a su esposa y ésta simplemente se encogió de hombros, la causa de su desconcierto era su hija, la chica sonriente desayunaba y suspiraba, flotando en las nubes, sus padres nunca la habían visto así.

— Hija, ¿te sucede algo? — preguntó lo mujer haciendo que la pelirroja la mirara feliz.

— Sí... creo que estoy enamorada.

El padre casi escupe el café y la madre no supo si reír o gritar.

— ¿De quién?

Serena solo sonrió, aun no iba a revelarles la identidad de su amor.

— De momento solo puedo decirles que es un hombre maravilloso y sin conocerle me he enamorado.

Roger miró a su esposa tratando de encontrar una mayor explicación, pero ella solo negó con la cabeza.

— Déjala— susurró cuando la muchacha volvió al país de los suspiros—, seguro es una fase.

El hombre hizo un esfuerzo por creer las palabras de su señora. Al paso de los días solo acrecentó su incertidumbre, no era usual que Serena deseara salir con él a pasear o se interesara en sus negocios, al parecer era por su enamoramiento, pues desde el día del coctel se la pasaba buscando a alguien.

Un día su hija le visitó en su despacho.

— Roger, ¿a qué te dedicas realmente?

— Específicamente a la exportación, pero tengo otros negocios de tipo industrial y financieros.

— Ah— musitó la joven tras sentarse frente al hombre — ¿y tienes muchos tratos con diversas empresas?

— Sí, algunos... ¿por qué el repentino interés?, no es que me moleste, todo lo contrario, aunque empiezo a sospechar que no vienes por el placer de hacerme compañía.

Serena sonrió como solo ella solía hacerlo: carismática y hasta infantilmente.

— Solo es curiosidad.

El hombre no se lo creyó del todo. La pelirroja pensó que era mejor decirle a su padrastro lo que deseaba, así tal vez podría ayudarla, su vida había cambiado, si antes no le interesaba su apariencia personal, ahora hacia de todo para verse bella, pues quería volverse a encontrar con el genio multimillonario Alex Killian.

— Te noto muy pensativa, Serena, ¿ocurre algo?

— La verdad es que sí, normalmente no te lo pediría, pero estoy desesperada.

— ¿Qué pasa?, sabes que cuentas conmigo para lo que sea.

Ella lo sabía e iba a aprovecharlo.

— Necesito que convenzas a mamá de que me de libertad no solo de salir, sino de escoger mi guardarropa y aún más importante, quiero que me digas todo lo que sabes sobre uno de los hombres con quien haces negocios.

— No me cuesta darte nada de lo que pides, sin embargo, suena muy extraño, por favor dime que pasa, estoy preocupado por ti.

— No tienes por qué— anunció la joven— ya te lo había dicho, estoy enamorada.

— ¿De quién? — preguntó, al parecer la cosa iba enserio.

— De uno de tus socios comerciales.

— ¿Lo conociste en Saint Renault? — cuestionó, tratando de recordar algo que hubiese pasado por alto.

— Digamos que... ahí supe su nombre, yo ya lo había visto en otra parte.

Esa no era una respuesta clara, pero dado que Roger supuestamente conocía al individuo en cuestión.

— De acuerdo, te ayudaré en todo lo que me pidas... con la condición de que me digas su nombre.

La pelirroja se sonrojó y respondió a la pregunta de su padrastro.

— No creo que deba decírtelo, puesto que tú mismo me preguntaste después por qué había dicho mi nombre con tu apellido cuando me presentaste a él.

Roger no tuvo que indagar demasiado, recordaba el suceso perfectamente, ya que Serena nunca había querido usar su apellido, aunque estaba registrada con éste.

— ¿Alex Killian?— murmuró, y la muchacha solamente asintió — ¿cómo es posible?, ese joven es un estoico iceberg.

— Lo sé, aunque tampoco me negaras que es muy asediado.

— No lo voy a negar, es un hombre de carácter fuerte... ¿por qué él? — indagó sin tener muchos inconvenientes, el genio era un gran partido, aun así, no quería que su hija se decepcionara con el carácter del muchacho.

— No lo sé, es porque mi corazón dice que es el indicado y es con quien quiero vivir el resto de mi vida— anunció, dejando que sus ojos castaños centellearan de felicidad.

Su hija estaba muy ilusionada y aunque el asunto no terminaba por convencerle del todo, aceptó ayudarla, si ese era el deseo de una chica enferma que pasaba casi todo su tiempo encerrada, entonces le daría lo que quería.

No fue difícil para Roger hacer lo que Serena le pedía, le ayudó a cambiar su guardarropa y a introducirla más a esa sociedad e ideas que ella tanto despreciaba, y desde entonces se presentó con el apellido de su padrastro y su heredera para poder acercarse a Alex Killian. El banderazo de salida estaba hecho, ella estaba dispuesta a ganar sin importar que tuviera que sacrificar en el camino.




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