Sueños

Capítulo 38. Dudas

El día había sido bastante productivo, y no por la palabra que implicaba la letra "S", sino porque había sido un buen día, se habían levantado tarde, habían desayunado en la terraza junto a Matthew y luego se habían amado un rato para después regresar con el bebé, fue un día perfecto y la hora de partir había llegado, July estaba despidiéndose de Matt, quien al parecer no deseaba dormirse.

— Hueles tan rico— sonrió la rubia, haciéndole cosquillas a su sobrino —, hueles a bebé.

El pequeño sonrió, balbuceando y haciendo pompas de saliva.

— Mmm, estoy comenzando a sospechar que haces eso con la saliva para verte aún más adorable, ¿verdad?

Matthew rió, acariciando el rostro níveo de su tía, le encantaba estar en los brazos de la rubia.

— Te amo— susurró July a su sobrino, cubriéndole el rostro de besitos que lo hicieron reír aún más —. Nunca lo olvides, eres parte importante de mi vida y eso nunca cambiará.

Los expresivos ojitos de Matt parecieron asentir a las palabras de la rubia, pues parpadearon un momento para después mostrarle una extensa sonrisa, que bien le habría valido una carismática alabanza, justo en ese momento, Alex hizo su aparición, no se cansaba de repetírselo, le fascinaba mirar a July con su hijo en brazos, era una escena que no podía clasificar, pero su belleza y sus matices podían enternecer hasta al corazón más exigente.

— ¿Despidiéndose? — agregó, rodeando la cintura de la chica y besando a su hijo en la frente.

— Deseándole buenas noches— aseguró la rubia con una sonrisa —, aunque tal parece que no desea dormirse.

— Eso resulta de los mimos innecesarios.

— ¿De los mimos...

La cuestión murió de inmediato, pues los labios del genio se posaron sobre los de July, Matt parpadeó y se movió expresando su enfado.

— ¿Qué sucede? — interrogó la de ojos melados con prontitud.

— Sucede que es un Killian, por consiguiente, requiere de mucha atención— recordó sabiamente el padre, haciendo reír a la rubia que simplemente negó y entre palabras y sonrisas depositó al pequeño en su cuna.

Alex los miró a la distancia, realmente no podía pedir nada más, por primera vez, desde hacía mucho tiempo, se sentía un hombre realmente afortunado.

— Bueno, es hora de dormir, mañana jugaremos más, ¿sí?

Por respuesta, el bebé bostezó, apretó su manita sobre el dedo de su tía.

— Precioso mío— besó su frente para retirarse, o al menos eso trató de hacer—…Ham, ¿Alex? —llamó después de un momento.

— ¿Dime? — respondió éste, teniendo su total atención.

— ¿Podrías...podrías ayudarme?, creo que me atoré con algo.

El ojiazul acudió al llamado de su amante, era usual en ella a veces meter la pata.

— Pero, ¿qué se atoró? — no podía distinguirlo entre el cabello largo de July.

— No tengo ni idea, pero fue con el cierre del mameluco de Matt.

El bebé rió divertido, moviendo sus piecitos. Al parecer la escena le era muy, muy divertida.

— Pequeño bribón— dijo su padre, despeinando los cabellos negros de su hijo—, aun no entiendo que pudo habérsete atora...do—

El millonario parpadeó, había logrado zafar el cuello de July, y lo que fuera que había ocasionado aquel pequeño embrollo, había cedido al fin rompiéndose.

— Gracias— Expresó la joven al verse libre, sin embargo, cuando miró a su amante sostener el objeto que se había desprendido de su cuello, sudó frío.

— ¿Y esto? — alegó el castaño, mostrando una pequeña cadenita de oro blanco.

— Yo...bueno yo...

— No te la había visto antes— inquirió el ojiazul, acercándose hasta su amante repentinamente nerviosa.

— ¡¿Ah...no?... pues yo...no sé... que....

El dedo de Alex cubrió sus labios, indicándole sutilmente que guardara silencio.

— Se rompió— murmuró el hombre.

— Sí, se atoró realmente feo, olvidé lo delicado del material de la cadena— respondió la rubia en el mismo tono, obviamente aguardando su sentencia.

No obstante, las reclamaciones o cualquier otra cosa jamás aparecieron, quedando en su lugar una mirada inquisidora que en cierta forma incomodó a July.

— ¿No vas...a preguntarme por qué aun la llevo?

— No es necesario— medio sonrió el magnate, depositando con cuidado la cadenita en una de las repisas de la habitación —. Ya no importa.

July no supo que sentir, si alivio o tristeza, la cadena que se había desprendido era la misma que alguna vez Alex le había obsequiado hace años, en aquella noche de estreno, después de una pequeña discusión verbal y seguida de una entrega total que creyeron perduraría toda su vida. No pudo deshacerse de ella, y sí que lo había intentado. Portar en el cuello la llave y el candado del corazón de Alex Killian, no era apropiado, especialmente cuando todo terminó entre ellos; sin embargo, las malditas esperanzas la habían llevado a conservarla oculta como una especie de refugio al cual solo ella pudiera recurrir para darse fuerzas.




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