Sueños bajo el agua

Capítulo 2: "Los secretos de los inmundos humanos"

No cabían dudas, lo más seguro era que este ser tan extraño, que se parecía a una chica, los había llevado allí, pero... ¿con qué objetivo?; ahora mismo ninguno de ellos dos sabía la situación actual del mundo exterior.

―Yo también vi a una chica. ¿De casualidad tiene el cabello largo? ―preguntó Abel a su acompañante, quien añadió lo siguiente:

―Sí, creo que hablamos de la misma persona ―ella sonrió de lado confirmando las sospechas de nuestro protagonista. El muchacho no se iba a quedar con las dudas de nada, así que probó agregando otra cosa a la charla.

―¿Somos los únicos que estamos aquí, o hay más gente secuestrada? ―la pelirroja soltó una leve risa, y lo tomó de la mano guiándolo por un largo pasillo metalizado.

―No, los demás están por aquí ―en lo que traspasaban varios corredores bien iluminados, él no podía comprender qué eran todas esas puertas ovaladas. Al principio, pensó que había más personas dentro, es decir, en las habitaciones, sin embargo, no había sonido que los delatara.

Minutos más tarde, después de dar un buen par de vueltas, dio por hecho, que la muchacha ya se había memorizado en un mapa mental aquel complejo.

De pronto llegaron a un espacio que parecía ser no sólo la sala de controles, sino que también ésta iba a conjunto con el comedor, sumando así igualmente, una gran pantalla. Era algo muy curioso de ver, y tal vez la nave no era tan grande como lo había imaginado, por lo que eso podría explicar cómo llegaba a moverse con tanta familiaridad aquella joven.

―¡Hola, mi nombre es Yamil! ―dijo alguien a lo lejos con aparente entusiasmo, además, se expresó con tal fervor, que parecía como si los hubiera estado esperando desde su nacimiento. Por otra parte, ese chico se parecía a su guía, lo que daba a suponer que eran hermanos: tenían la diferencia de que él era un poco más alto y con cabello muchísimo más corto, no obstante, el color de ojos y el de su pelo se mantenían; seguramente para ellos, era una gran suerte terminar en el mismo sitio.

―Hola ―la respuesta dada fue más corta por parte de Abel, y no era de extrañar.

En la sala podía encontrarse la presencia de otras dos personas más. Una de ellas parecía ser un aparente cerebrito, que, por lo general, ese tipo de gente suelen ser realmente tímida. La mencionada, se escondió detrás del muchacho que tenía una expresión más que de amargado, pero esté también poseía sus aires de intelectual; al parecer todos eran de su edad, a menos que se le fueran los cálculos por leves cifras.

―Aún no nos hemos presentado. Me llamo Misa ―pronto las introducciones del novedoso grupo no se hicieron esperar. La chica de aspecto ingenioso que claramente no lo había acompañado en su recorrido se llamaba Talía: pequeña, con lentes, tenía el cabello castaño, un par de coletas y ojos marrones, su nombre era poco común, pero realmente parecía agradable. De igual forma, no era como si ellos pudieran explicarse, pues Misa, se adelantó a los hechos. No obstante, eso se redactará más adelante. El que faltaba era Alan, quien parecía despedir su propia aura de grandeza, por así decirlo; su aspecto era de un chico de cabello no muy largo, de rasgos finos, ojos marrones y lo suficientemente alto. Vale agregar que tampoco era muy hablador al igual que Talía, pero Misa sí que hablaba hasta por los codos. Las explicaciones llegaron después. Todos y cada uno de ellos se habían encontrado con este magnífico ejemplar de mujer, cuyos rasgos pasaban a rosar lo paranormal.

La plática no duró mucho, ya que las interrupciones se hicieron presentes más rápido de lo esperado. El televisor gigante comenzó a mostrar claras señales de interferencia, como cuando un canal no llega a captar la emisión y expresa solamente lluvia. Al poco tiempo, se despejó mostrando una figura que todos ya conocían. Quién sabe por qué la mirada de la extraña se dirigió sobre el grupo de forma directa, lo que daba la inquietante impresión de que los veía en persona.

―Sé que están todos confusos. Sin embargo, debo informar que se encuentran aquí por una razón ―la imagen cambió repentinamente y dejó ver un aparente campo de batalla, pero no era de cualquier tipo. La milicia estaba implicada en todo el asunto, lo que llevaba a entender que era una especie de guerra. En cuestión de unos minutos, la pantalla volvió a tomar la imagen original, posterior al Apocalipsis, dejando muchas expresiones de disgusto en los rostros de los presentes.

―Las imágenes que acaban de ver son el resultado de una lucha recientemente desatada en su planeta; sólo han pasado unas 3 horas desde el comienzo de ésta misma. La ambición que el hombre ha tenido por años de gobernar el mundo por completo, está llevándose a cabo de la peor forma posible.

―¡Esto es horrible! ―exclamó Talía.

―Es como una tercera guerra mundial ―definió Alan.

―¿Qué se supone que debemos hacer nosotros?, pero más importante, ¿quién eres? ―Abel decidió satisfacer su curiosidad una vez más. Los ojos añiles de su salvadora, se posaron sobre él, y en respuesta, ella le dijo:

―No hay que ser muy listo para saber que no soy de tu mundo, eso, aunque tenga apariencia humana. La misión que tienen ustedes, es la misma que yo cargo sobre mis hombros: salvar su planeta ―hubo una ligera pausa entre todos ellos, y era de esperarse, ya que se trataba de algo difícil de digerir, es decir, eso de que de pronto se habían convertido en los próximos salvadores de un mundo post apocalíptico, era difícil de creer, y no se podía tomar para menos, cualquier persona de su tipo que había pasado por una vida más que normal, no aceptaría este tipo de juegos mentales, pero claro, estaban las pruebas tangentes de la tecnología de punta que estaba bien desarrollada en ese fuerte.

―Seguramente se preguntarán dónde están ahora. Se los explicaré, ustedes conocerán el famoso planeta Neptuno, el cual es un astro que está complementado por más materiales líquidos que sólidos ―Misa la interrumpió.




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