Sueños bajo el agua

Capítulo 17: "Tu historia, Mi historia"

El ambiente estaba cargado de una gran tensión, y no era para menos. La reciente charla con la albina, había removido las aguas, y las alteró lo suficiente como para poner a los unos contra los otros.

—Chicos, no debemos pelear —dijo la muchacha que hasta ahora no había pronunciado palabra alguna, es decir, la de lentes.

—Qué raro que hables Talía, casi olvido que estabas aquí —no lo había enunciado con mala intención la pelirroja, sin embargo, eso no lo sabían los demás.

—No seas así Misa —la regañó Alan.

—No lo dije de mala manera, así que no piensen lo que quieran —se le escuchó decir con un tono más severo a la hermana de Yamil, y a pesar de que Alan era caballeroso y respetuoso, no le gustó la forma de expresarse de ella.

—Oye, no te estaba atacando ni nada así, y si te tomas la molestia de aclararte, no tienes que decirlo tan enfadada; yo te lo dije suavemente.

—No me importa como lo dijiste. ¡A mí me jode que me mal interpreten! —exclamó esta vez.

—Oigan, deténganse —insistió la castaña con nerviosismo y hablando un poco más bajo.

—Están haciendo que Talía pase por un mal rato, así que ya cálmense —los interrumpió en está ocasión Abel—. Además… ¿no creen que estamos dudando mucho de Seitán? Entiendo que use métodos extraños, pero, para empezar: ella no es de nuestro mundo, y es todo nuevo para nosotros. Así que deberían ser más considerados —por fin Abel había dado un buen argumento para defender a la Líder del grupo, no obstante, siempre aparecerá alguien que dirá lo contrario, siendo así, daría una mejor o peor opinión que la que él entregó, y aquí no iba a faltar ese sujeto.

—Sigues siendo tan idiota como siempre —a estas alturas era sabido que Yamil era al que más le parecía molesto el comportamiento de su compañero—. No entiendo cómo es que la apoyas tanto, especialmente cuando nosotros somos humanos. ¿Quién usaría humanos y los mandaría al matadero para salvar al mundo? ¿Acaso no te parece lo suficientemente razonable este punto? —el hermano de Misa se giró hacia a Abel y lo señaló con su dedo—. Yo creo que no quieres aceptar que estás equivocado, y prefieres seguir con el juego del héroe a despertarte.

—Ya déjalo Yamil. Él no va a entender nunca, así que mejor vámonos. Por lo menos tenemos algo de tiempo para descansar —Misa tomó a su hermano del brazo, y se lo llevó pasando entre el grupo, en donde el resto se le quedó mirando hasta que desaparecieron por el corredor.

Un silencio se plantó después de eso, y claro, como los dos hermanos se habían retirado juntos, no le dio tiempo al rubio de responderle.

—Abel, lo siento —se disculpó tímidamente Talía, pues había intentado que él dejara de ser el centro de las peleas, pero no le salió como lo esperaba; ahora parecía ser el enemigo de aquellos dos. Por otro lado, cuando Abel recibió sus disculpas, él le sonrió.

—No te preocupes Talía, puedo soportar este tipo de cosas.

—Aunque realmente no está bien que los soportes Abel —le dijo Alan, quien estaba a su lado.

—Sí, ya sé, pero… ¿tengo otra opción? —suspiró él con gran pesar.

—Yo no soy partidario de ningún grupo, por eso no voy a juzgarte respecto a quién apoyes, además, nos has ayudado, y eso es algo que ellos deberían reconocer más allá de lo que tú pienses —después de decir esto, le dio unas cuantas palmaditas en el hombro a su amigo.

—Gracias Alan —le respondió, y luego dirigió su mirada a Talía—. ¿Tú crees en mí Talía? —le preguntó a ella, quien se encogió de hombros.

—No sé si confiar en ella, pero ambos tienen buenos puntos, por eso tampoco sé qué decir, así que por favor… no hagas que tenga que apoyar a alguien en especial. A mí solamente no me gustan las peleas, y no deseo sentirme sola —mencionó, y fue allí que, con cuidado, como si temiera que algo le pasara, se retiró de ese lugar dejando a los dos solos. La reciente situación demostró que la castaña no había avanzado mucho respecto a su carácter, aunque tal vez, se debía a que no sabía resolver conflictos, sin embargo, se reconocía que ella podía ser más eficiente con otro tipo de acontecimientos.

—Parece que Talía tiene tus mismos ideales —le anuncio Abel luego de que la perdieran de vista.

—Estoy seguro que solamente quiere apoyar a todos, pero no sabe cómo hacerlo cuando cada parte tiene cierta razón en su poder —le aclaró la mente a su compañero.

—Entiendo. Oye Alan, ¿por qué no me acompañas a la sala de juegos? —le preguntó con una amable sonrisa.

—¿Hay una sala de juegos? —le regresó la pregunta mientras parpadeaba varias veces en lo que la sorpresa se extendía sobre su rostro.

—Sí. La encontré los primeros días que me perdí por aquí —se rascó la mejilla mirando a otro lado algo avergonzado por eso, y su amigo rio.

—Está bien, vamos.

Y con calma, se dirigieron a la dichosa sala, pero en el proceso, se perdieron varias veces encontrándose con: habitaciones vacías, alguna que otra bodega de almacenamiento, o simplemente, otras zonas clonadas.

—Necesitamos un mapa la próxima vez —dijo Abel algo cansado.

—Sí, concuerdo contigo.

Aun con todas las vueltas, llegaron a su objetivo, el cual poseía toda clase de consolas, las cuales estaban alineadas unas al lado de las otras, presentándose además en todos los modelos vistos y por haber, también destacaban maquinitas clásicas de bares, e incluso miles de estanterías que recubrían las paredes llenas de copias de juegos, y claro, todo este asunto iluminaba los ojos de su reciente descubridor.

—¡No puedo creerlo! —Alan se acercó a los saltos a una enorme pantalla que estaba en medio del lugar—. ¡Es gigantesca!

—¡Sí! ¡Sí! ¿Por qué no buscamos algo para entretenernos? —le preguntó al chico, y éste asintió con entusiasmo.

Ambos individuos, pasaron gratos momentos en ese pequeño y extravagante descanso que les fue concedido, y quizás, este era un antes de la tempestad.




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