Sueños de laberinto

El antes...

Mis pies se movían con gran rapidez, tanto que andaba con cierto temor de caer, sentía ardor en mis plantas de los pies, creo si me atrevo a mirar estarán sangrando, paré, sentía ahora un calambre que me estaba matando, me recosté en el árbol, entonces, la niña comenzó a llorar, la mire por poco se me olvidaba que la cargaba en mi espalda, me ladee, colocando mi hombro como apoyo, me mire los pies estaban peor de lo que imagine, fue una mala idea haber botado los zapatillas a medio camino, me recogí parte del vestido, las piedras y las ramas del bosque hacían que el vestido se me rasgase, y me dejara enredada más fácilmente, entonces el sonido de una escopeta, captó mi atención, mire como una muchedumbre de gente, se aproximaba a lo lejos con antorchas y sabuesos, mi corazón entonces comenzó a acelerar y mi cuerpo se llenó de adrenalina, me gire y comencé a correr nuevamente, pero el lamento del bebé en mi espalda, los hizo alertar aún mas, mis pies al parecer no daban más y yo tampoco, mi cansancio se hacía más difícil de llevar, agregándole a la pequeña sobre mi espalda. de repente cuando ya estaba a punto de claudicar, un chico cuya piel resaltaba en la oscuridad, me hizo esperanzar. - Alex- Le susurré en su mente - aquí, junto al roble Blanco-. vi, como se detuvo, y miro al roble, y corriendo a zancadas, me alcanzó,- menos mal que te encontré, hermana- dijo dándome un abrazo fuerte, al parecer sentía igual miedo que yo - la niña, ¿La tienes?-. Asentí, me giré, y volvió a abrazarme, - ¿Cómo está todo..? "rayo" ¿pudo salir?-. Apretó sus labios, mi esperanza se vino a abajo, como le amaba, hacia unas pocas semanas me había dado una carta envuelta en una cinta roja, donde decía lo enamorado que estaba de mi, y yo feliz por haber sido correspondida por fin, claro después de Jack, que había fallecido hacía dos años.

Su mano me apretó la mía, y entonces mientras estaba absorta en mis pensamientos, Alex me jaló y me incitó a que corriera más rápido, mies pies dolían aún más antes de que parara, pero allí yo pensando en mis pies, pero ni cuenta me había dado de las flechas prendidas de fuego que pasaban alrededor, estuve apunto de gritar, pero lo único que salió fue un grito ahogado... Todo el bosque se prendió en llamas, incluso el suelo ardía en la furia del hambriento fuego, la niña empezó a llorar, aquella morena estaba más confundida y cansada en la posición que iba, pero aún así la tenía que salvar, y si era cierto la podría dejar en el suelo y correr mejor, pero uno, mi hermano no lo permitiría; dos, está gente si la ve la podrían matar o la tomarían por esclava, y ninguna de las dos me atrevería a permitir.

Mis piernas se cruzaron extrañamente, caí al suelo, y la niña rodó, mi grito de dolor no era comparado con lo que sentía, era como si me estuvieran arrancando la pierna, Alex se acercó con una cara de terror, la muchedumbre nos estaba alcanzando y no permitiría que llegarán a nosotros, así que con lágrimas en mis ojos, mi pierna que no sentía y el desgarrador dolor de mi cadera, tenían tiempo para después quejarse.
Trate como pude de levantarme y Alex me apoyaba con su brazo para alzarse, pero era imposible, cada vez que me trataba de alzar, mi quejido y lamento eran mil veces peor, de pronto vi como una sombra salía entre las llamas, Sobrero de copa, y un traje de paño, se lograba divisar entre el humo de las llamas, entonces de repente estaba al frente de nosotros, y ferozmente empujó a mi hermano y a la niña que cargaba en su hombro, inmediatamente se le escucho llorar, lo miré fijamente desde el suelo - váyase, traidor-. Me rodeó, entonces desde mi interior le suplicaba a mi hermano que se levantará y lo hiciera ahorcarse ahí mismo, pero no se levantaba, se encontraba inconcientemente.

Entonces el sujeto comenzó a reírse - nadie de su rango debería existir, soy un ocTano, y como sabe tengo derecho a sobrepasar y quebrantar las leyes cuando se me de la gana-. Se acercó, y yo aprovechando el momento para meterme en su mente, me susurró - no intentes meterte en mi mente, querida. No voy a llevarme la niña, es un deshonor a mi imagen combatir con alguien de tu mismo rango pero sin habilidad-. Se volteó, ya se iba ir por fin, pensé, pero de nuevo se acercó, y tomándome por el cuello, una fría cuchilla atravesaba mi abdomen, - querida, tuve que hacerlo, no creo que seas de las callen para siempre-. Grité con el fin de que alguien me escuchara, y ese alguien para mí era mi hermano, pero no respondía, ni se inmutaba; y me soltó dejándome en el suelo, con las llamas carcomiendo mi cuerpo, con el llanto de una pequeña, y un rubio inconsciente, todo lo que había pasado hasta ahora era en vano, no conseguiríamos librarnos de los dominantes; la niña era la salvación, pero... Creo que todos moriremos aquí, mientras también un bosque muere con nosotros.

Inglaterra, 1712.




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