Sueños guardados bajo llave

~Mundo mágico~

Iba caminando a un paso firme y seguro, mis pies suplicaban un descanso, pero necesitaba moverme y esta vez estaba segura de hacer las cosas bien. Tenía dos diarios en mi mochila y dinero, era hora de regresar a casa, o más bien al diario.

A cada rato el olor de deliciosas comidas, los hermosos lugares por los que pasaba y las increíbles tiendas hacían que desviara mi atención. Estar en un lugar que no conoces es más que magnifico, porque sabes que ahí puedes empezar desde cero sin que nadie te moleste.

"Muy bien, estoy varios meses más después del presente, tengo que encontrar el siguiente portal que, según mis cálculos, me llevaran al presente, una vez ahí entraré de nuevo al diario de la abuela y solucionaré todo"

Me bloqueaban mis pensamientos. Pude hacer un plan, pero ahora me faltaba poder formularlo, caminaba y caminaba y parecía que cada vez estaba más lejos de mi destino. Hice una pausa cerca de un centro comercial, todas las personas al pasar me miraban extrañados, no tenía buena pinta y no olía nada bien. Me senté en el suelo recostada a una pared de ladrillos, desde ahí tenía vista a la fuente del centro comercial. Me quité la mochila que parecía tener rocas dentro. Saqué el diario que me dio aquella chica en el motel estaba nuevo, parecía recién sacado del paquete. Lo abrí despacio y pude ver unas anotaciones, hasta el momento el diario solo se habían usado unas pocas páginas, en las cuales se contaba la historia de una chica. Marta, mi abuela escribió esas primeras hojas en su juventud, las demás las fue completando con el tiempo. Me tomé un tiempo para apreciar lo que decían aquellas páginas: "Horrible, un día horrible, hasta el momento. Tengo un posible examen y perdí mi pluma favorita, mis amigas y yo iremos de compras muy pronto, también pasaremos a comprar helado" Imposible ocultar la sonrisa que salió de lo más profundo de mi alma, al parecer mi abuelita siempre había sido muy carismática y divertida.

Me quedé recostada un par de minutos mientras me tomaba un respiro de lo mucho que estaba pasando. Por primera vez en semanas, tuve tiempo de reflexionar todo esto y se me volvió un tema bastante tonto viéndolo desde un punto racional. Veía como las personas entraban y salían de las tiendas, con muchas bolsas y distintas expresiones. Miré de reojo el bolso que tenía a mi lado, justo al fondo estaba el dinero, lo tomé y los sostuve en mis manos unos segundos, tentada de la posibilidad de comprarme ropa nueva o algo más rico de comer que la barrita nutritiva que me compré cuando salí del motel. Volví a guardar el dinero, guardándome a la vez mis pensamientos. Me puse de pie y miré hacia el frente. Una sensación de horror se apoderó de mí. Tomé mi mochila sin quitar la vista del frente, comencé a correr al lado contrario de donde venía mi peor pesadilla, miraba a cada nada a mis espaldas.

Mi cuerpo comenzaba a sentir la falta de comida y descanso, mis pies no aguantaban ir a más velocidad, respiraba de forma agitada y me impulsaba de cosas que encontraba en el camino para no perder el paso, miré hacia atrás una última vez y me di cuenta que la había perdido de vista. Cuando miré al frente lo único que escuché fue un grito que provenía de un chico en bicicleta. Ambos caímos al piso, las personas a nuestro alrededor no hicieron nada además de mirarnos. Cuando recuperé la compostura miré al chico que tenía a mi lado, su rodilla estaba sangrando y yo tenía un dolor horrible en mi mano, me puse de pie y miré para todos lados, no era una buena señal no poder ver aquel cabello pelirrojo proveniente de Dixie. Me puse de cuclillas mientras tomaba aire y trataba de recuperar mis energías. Comencé a hacerle un masaje a mi mano, la cual dolía a montones, al parecer me había desmontado la muñeca izquierda, estaba concentrada en mi dolor cuando el chico delante de mí me dirigió la palabra.

- ¿Te lastimaste? - sus ojos negros parecían contener un abismo sin fin.

-Si, no fue nada grave- le enseñé mi muñeca para que viera que no estaba rota- ¿te duele? - le dije sin quitar los ojos de su rodilla, la cual no había parado de sangrar.

-He pasado cosas peores- me dedicó una sonrisa de esas que quedan en la mente de por vida.

-Me alegra saberlo- le devolví la sonrisa y bajé mi rostro sintiendo mucha vergüenza- En serio lo siento, no me fije por donde iba.

-Discúlpame tu a mí, yo, no debía andar en bicicleta en una acera pública.

Ambos comenzamos a reírnos, fue un momento muy ameno y divertido, una de las pocas cosas que me gusta recordar de mi viaje.

Me puse de pie, y fui a ayudar al joven, quien aún estaba tirado en el piso, le ayudé a recostarse en una pared, la conmoción ya había pasado y las personas ya se habían disipado.

-Me llamo Daiman Akerman.

-Un gusto, soy Carol.

- ¿Y a donde ibas tan apurada? - sus ojos se toparon con los míos.

Jamás le habría dicho nada su hubiera estado en mis 5 sentidos, pero el sueño y la falta de nutrientes me jugó una mala pasada.

-Alguien me perseguía.

- ¿Alguien? - su tono cambio a uno más curioso.

-Si te digiera las razones me tomarías por loca, yo solo necesito encontrar un portal para irme de aquí.

Me miraba atónito, como si acabara de ver un fantasma. Lo noté y traté de huir de ahí lo más pronto posible, no pensaba contarle toda mi historia, además no me creería.

-Sabes qué, ignora lo que dije, me tengo que ir.

Le devolví el pañuelo con el que le estaba limpiando la sangre y más rápido de lo que podría contarles ya llevaba mi mochila y mi vergüenza al otro lado de la calle. Miraba preocupada de un lugar a otro, corriendo y a veces caminando, llevaba el peso de la culpa y los nervios por haber dejado a Daiman solo y con esa herida, no era profunda pero seguro no iba a poder caminar bien en unos días.

Miré al otro lado de la calle, había muchas personas, pero entre todas ellas pude identificar ese rostro que tanto me espantaba, caminaba rápidamente ignorando a los otros transeúntes. Comencé a apresurar el paso, buscando una escapatoria, la cabeza me daba vueltas y mi cuerpo necesitaba que hiciera una pausa. Me apoyé con esfuerzo de una pared de cemento que tenía cerca, respiraba con dificultad y sentía como ya no podría soportar mi propio peso. La escuché, escuché sus pasos a mi espalda, sabía que ya no tenía escapatoria. Sentí sus dos manos sobre mis hombros, giré un poco mi cabeza y pude ver sus ojos oscuros los cuales me miraban de forma amenazante.



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En el texto hay: aventuras, criaturas miticas, magia blanca y negra

Editado: 15.07.2022

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