Sueños guardados bajo llave

~El incio del fin~

Carol levantó su espada bloqueando el movimiento de su enemigo, dejándolo caer al piso. Ella corría por el campo de batalla con una espada ensangrentada, sus movimientos eran ágiles y nadie podía alcanzarla, tomo su arco y a lo lejos le disparó a una francotiradora. Llego al caballo negro de uno de los soldados y subió al mismo, iba en caballo disparando flechas a aquel que se cruzara por su camino, buscando por todas partes a Daiman quien se había perdido en la conmoción del momento. El caballo soltó un grito ensordecedor que hizo caer a Carol, el caballo ahora estaba en el piso con una daga clavada directo en su estómago. Carol se puso de pie y comenzó una pelea de tú a tú con Dixie.

6 horas antes.

El sol de la mañana pegó directamente en mi rostro, me senté despacio y miré a mi alrededor, había varios elfos practicando y otros poniéndose sus atuendos. Mi armadura y mis nuevas ropas reposaban a mi lado al igual que mi mochila. Me quité la cobija y me puse de pie, tomé mi atuendo y dejé el bolso cerca de mi arco. Las hadas me ayudaron a subir a una de las casas flotantes donde pude tomar un delicioso baño y cambiar mi vestimenta. En el lugar había vendas, alcohol y un par de curas, gracias a eso pude tratar mis heridas. Me quedé sentada en la cama de la gran habitación, un ligero viento entraba por la puerta la cual estaba entreabierta y dejaba entrar pequeños rayos de sol. Me miré en el espejo, quería tener una vida emocionante, pero había llegado a extremos, pero ya no podía arrepentirme. Solté un largo suspiro, escuché la risa de Daiman a lo lejos, por alguna extraña razón sentí que la vida me volvía al cuerpo, llamé a las hadas, ellas me ayudaron a bajar, ahí estaban Carl y Daiman charlando sobre algo que no pude distinguir, me acerqué a ellos y el elfo me hizo con una seña para que viera hacia el frente. Miré por encima del hombro de Carl y pude distinguir al jefe de los soldados, me encaminé hacia él.

-jefe- dijo con voz seria a la vez que me acercaba a él.

-Dígame- se dio la vuelta y al verme su expresión cambio drásticamente- ¿Y tú eres?

-Soy Carol, señor. No tengo tiempo para presentaciones necesitamos hablar sobre algo.

-Claro...- miró a sus soldados y con un movimiento de cabeza les indicó que se fueran- la escucho señorita.

No me extendí mucho con la explicación, lo poco que le dije le convenció y se dispuso a ayudarnos en todo, ahora éramos un verdadero ejército, que no estaba dispuesto a dar el brazo a torcer. Fui por mi arco y mi espada, todos juntos comenzamos el viaje.


 


Recuerdo haber sentido una gran energía cuando íbamos caminando al encuentro con Dixie. Todo lo que nos rodeaba, árboles, flores y animales parecían ser sacados de un cuento de terror. Llevaba mi espada a un lado de mi cintura en su respectiva funda, en mi espalda llevaba el arco y varias flechas. Los soldados de La Orden de la Llave iban todos en caballos más negros que la noche, yo iba con los elfos todos a pie por el bosque. Daiman iba justo al lado de Carl y yo me mantenía al margen, mi cabello iba recogido en una coleta la cual se movía de un lado a otro mientras caminaba. Mis nuevos zapatos eran unas botas altas las cuales eran muy hermosas, encima de mi blusa llevaba un chaleco color café que tenía en el interior de una de sus bolsas polvo de hadas, para heridas y otra clase de emergencias. Mi corazón palpitaba con fuerza y a pesar de llevar conmigo muchos refuerzos, sentía como si toda esta lucha recayera sombre mis hombros, mis ojos se posaron en aquel campo, estaba desierto no había ni árboles ni flores todo era de colores oscuros. Justo del lado opuesto de donde estábamos, Dixie se encontraba sentada en un increíble trono hecho de roble, su cabello pelirrojo estaba suelto y caía en cascadas por sus hombros, su rostro lucía una expresión amenazante.

-Genial- dijo en tono sarcástico al vernos llegar- Me fascina verlos.

Se puso de pie y el trono en el que estaba sentada despareció, nos dedicó una sonrisa espeluznante y fijo sus ojos en mí.

-Carol, Carol. ¿Cuándo aprenderás a no meterte en problemas?

-El día que llegue a importarme tu opinión- saque mi espada de su funda, todos los soldados repitieron mi acción.

-Mala decisión cielo- detrás de Dixie aparecieron muchas personas, chicos y chicas, de diferentes edades todos tenían un polvo purpura saliendo de la palma de sus manos, era magia contra armas, llevábamos la desventaja, pero no iba a rendirme.

-Pase lo que pase, Carol. Vamos a ganar- Daiman me susurro al oído, lo miré y el asintió, yo asentí con él. Ambos alzamos nuestras espadas y en cuestión de segundos ya teníamos al ejercito mágico sobre nosotros.

El sonido ensordecedor de las espadas chocando con la magia de los seres oscuros de Dixie me desconcentraban por completo, trataba de proteger mi rostro de los rayos purpuras que me lanzaba una chica a unos metros de distancia, corrí hacia ella con mi espada en alto y la golpeé en el rostro con el mango de la espada, cayó al piso y vi cómo se convertía en polvo que volaba hacia el cielo. Sentí un golpe seco en mi espalda, caí al piso me di la vuelta rápidamente, logré esquivar dos golpes, pero uno me dio directo en el abdomen. Rodé por el suelo hasta sentir que ya podía ponerme de pie, levanté mi espada la cual estaba tirada y logré bloquear el movimiento de mi enemigo logrando así hacerlo caer.

Corría por el campo de batalla, mi espada estaba llena de sangre y color morado, me movía de forma ágil y ninguno de los enemigos logro hacerme caer. Guardé mi espada y tomé mi arco, la conmoción a mi alrededor se hacía notar, los cuerpos de enemigos y aliados estaban por todas partes, los caballos pasaban rápidamente a mi lado y encima de los mismos iban soldados de nuestro ejército. Mi respiración estaba entrecortada y sentía el sudor bajar por mi frente y mi espalda. Trataba de ver a Dixie, a Carl o al jefe de los soldados, pero ninguno de ellos estaba a la vista.



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En el texto hay: aventuras, criaturas miticas, magia blanca y negra

Editado: 15.07.2022

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