Nunca imagine que a mi corta edad podían sucederme tantas cosas, jamás podré olvidar aquel fatídico día. Recuerdo que estaba jugando con la casita de muñecas como siempre, amaba esa casita, era de color rosa con muchas decoraciones. A veces, imaginaba como cualquier niña de 8 años, que yo era la muñeca que vivía en esa casa, me inventaba cada historia con un final feliz.
Lamentablemente, mi infancia no tuvo un final feliz, como las que inventaba. No pude dormir esa noche, repetía una y otra vez porque les sucedió esto, si yo siempre me portaba bien con ellos; no era malcriada, no tenía problemas en la escuela, por eso me consentían con muchos juguetes, paseos, viajes y sobre todo me adoraban, era su única hija. Ellos sufrieron mucho para poder tenerme entre sus brazos, tuvieron que asistir a varios hospitales, gastaron mucho en tratamientos de fertilización, pero nunca perdieron la esperanza de tener un hijo.
También, recuerdo que mi madre un día dijo, que cuando ella quedo embarazada, deseaba que sea una niña, me alegre demasiado al saber eso, gracias mamá por decirme eso, no sabes cuánto me ayudó.
Aquella noche, escuché decir a la sirvienta por teléfono, que mis padres tuvieron un accidente en la carretera. No pude contener mis gritos de dolor al oír esa noticia tan desagradable, no volvería a verlos, no me celebrarían mi cumpleaños como siempre, no podría jugar con mamá, no le daría un beso a papá antes de dormir, ya nada sería igual sin ellos aquí.
Derrepente, oí una voz que me decía, todo estará bien sobrina, me tienes aquí, yo cuidaré de ti como un padre, era la voz de mi tío Walter, el único hermano de mi padre. Fueron las palabras más falsas que puede oír, como no me di cuenta ¡rayos! Era una niña no podía darme cuenta de ello.
Al funeral solo asistieron una sarta de hipócritas, lloraban como si les importara, solo vinieron para saber quién sería el beneficiado con la herencia, claramente seria yo, era su única hija. Por ese motivo mi tío Walter vino, ya se me hacía raro que este aquí, casi nunca lo veía, que está buscando, acaso cree que heredó algo, eso era imposible. ¡Que estúpido eres Walter!
Recuerdo que mi padre, siempre decía que él no era bueno para los negocios, negocio que tenía, negocio que quebraba, como no iba a suceder, si todo se gastaba en mujeres y fiestas. Luego que término el funeral, se dictó el testamento de mis padres, como era menor de edad no podía estar presente, pero alcance a escuchar que mis padres dejaron como mi tutor a mi tío Walter.