Sueños por alcanzar

Capítulo 9: Lo siento mi pequeña…

En este capítulo conoceremos más sobre  la vida de Bruno. 
Desde que era un niño tuve que enfrentarme a muchas adversidades  como el abandono de mi padre y la locura de mi madre. Nunca olvidaré aquella tarde cuando mis padres discutían, mi madre le reclamaba por una mancha de labial en su camisa. Estaba harto de las constantes discusiones, así que decidí esconderme con mi pequeña hermana en el armario de mi habitación para no escucharlos. Luego de unas horas cuando todo estaba silencioso salimos del escondite, pensé que todo sería como antes, ya que no era la primera vez que sucedía algo así. Lamentablemente, está vez fue diferente, vi a mi padre alistando sus maletas. Recuerdo sus últimas palabras antes de marcharse; Bruno, nunca fui un buen padre, lo siento me iré para siempre, cuida de tu hermana porque ahora serás el hombre de la casa. 
No paso mucho tiempo para que mi madre se casara de nuevo, esta vez fue distinto porque  su esposo no era un mal hombre es más fue un gran padre, hizo muchas cosas que ni  mi propio padre las haría. Nos cuidaba  mucho y se desvelaba cuando nos enfermábamos, nos ayudaba en las  tareas, salíamos a pasear cada fin de semana. Todo era felicidad en mi casa hasta que mi padrastro fue diagnosticado con cáncer. Hasta sus últimos días de vida nunca dejó de sonreír y llamarme hijo. Lamentablemente, mi madre no pudo superar su muerte, no volvió hacer la misma poco a poco nos descuidaba, íbamos al colegio a veces sin bañarnos y sin tomar desayuno. Como ya no podía hacerse cargo de nosotros, la madre de mi padrastro nos acogió como sus nietos. Es increíble darse cuenta que tu propia sangre te da la espalda, pero personas que no son de la familia te extienden la mano. Siempre recordaré a mi padrastro, no sólo fue un gran padre fue mi mejor amigo. 
Pero no todo fue malo, cuando ingrese a la secundaria fue diferente. Conocí a una chica maravillosa de ojos verdes de la cual me enamoré desde el primer día que la vi. Su nombre era Cristine, se sentaba en primera  fila, cada vez que volteaba a sacar algo de su mochila la observaba con una sonrisa y ella se encogía de hombros. Cristine era muy tímida, cada vez que intentaba acercarme ella simplemente se alejaba. Mis intentos por ser su amigo parecían casi perdidos, hasta que un día saliendo de la escuela pude observar a lo lejos como dos sujetos la molestaban, sentí como la rabia invadía mi cuerpo, no dude en defenderla como todo un héroe pero no salí bien librado de esa pelea, ya que apenas era un mocoso que no sabía defenderse. Pero valió la pena ese sacrificio, desde ese día nos hicimos buenos amigos.  
No paso mucho tiempo para que se nos uniera un nuevo amigo, él  era un poco torpe a veces pero era el más inteligente de la clase, gracias a su ayuda  tenía buenas calificaciones. Recuerdo que nos hicimos amigos cuando lo defendí de unos compañeros, estos eran muy abusivos pero me tenían respeto. Luego de la paliza que recibí por defender a Cristine, no me quede tranquilo, aprendí a pelear gracias a un viejo boxeador. Siempre defendía a los más débiles del colegio, se podría decir que era como una especie de justiciero contra los bravucones.  Este nuevo amigo era como una mascota, siempre nos seguía a todos lados, por supuesto Cristine odiaba que lo llame de esa manera, era una broma le decía. Pero siempre me hacía pucheros para que lo dejara de llamar así, adoraba que lo hiciera, ella era la única que podía convencerme de lo que quisiera.  
Pasaron tres años, ya estábamos cursando el último año de la secundaria y yo sin poder declararme a Cristine, mi único temor era perder su amistad. A veces pensaba que lo mejor era solo ser su mejor amigo, quizás así no la perdería. Por supuesto que durante la secundaria tuvo pretendientes, pero me encargue de espantarlos, era un poco egoísta lo sé pero yo la amaba desde que la vi por primera vez.  
Lamentablemente los tres amigos no terminamos el colegio como deseábamos, la mascota tuvo que retirarse casi a mitad de año por el  trabajo de su padre. Pero ese año no fue tan malo como esperaba, ya que un día me arme de valor para declararme a Cristine, fui un completo idiota perdí tanto tiempo en hablarle de mis sentimientos, ella también me amaba. Ese año fue el mejor por fin Cristine ya era mi novia, teníamos muchos planes al terminar el colegio, ella estudiaría Administración y yo ingeniería automotriz ya que mi pasión eran los autos, las motos, etc. 
Cada día que pasaba amaba más a Cristine, ella era todo para mí, por eso  siempre la respete. Pero un día todo se salió de control, estábamos en mi casa solos viendo la televisión, derrepente me dieron unas ganas locas de besarla como nunca, la deseaba con locura. Poco a poco nos dejamos llevar,  me atreví a acariciarla por debajo de su ropa, ¡sé que ella lo disfrutaba!  Por eso desabroche su blusa con mucha delicadeza dejando al descubierto su preciosa piel, me enloquecí tanto que no dude en besarla una y otra vez. ¡Deseaba que se mía! Derrepente  pasaron  muchas cosas por mi cabeza, así que me detuve, ¡quizás no era el momento indicado! ,  ¡No quiero que piense que me aproveche de la situación!  Pero cuando vi sus ojos lo entendí todo, ella me deseaba tanto como yo, así que enseguida la tomé en mis brazos y la lleve a mi habitación. Ya en la privacidad de mi cuarto pude recorrer todo su cuerpo, su piel  era tan sensible a mis caricias ¡la deseaba con locura! entre besos y caricias nos dejamos llevar.  Nunca olvidaré aquella tarde, Cristine fue mía por primera vez. 
Pero todo lo hermoso de ese día se derrumbó, un amigo del barrio me acuso de ser su cómplice en el robo de un auto. Todo por no querer ayudarlo en el asalto, era de esperarse ya que días atrás me había amenazado, debo confesar que yo no era el mejor chico del mundo, ya que un año atrás había trabajado para el dragón,  un ex convicto que se dedicaba al robo de autos. Sé que estuvo mal, pero tuve que hacerlo para salvar la vida de mi hermana, tenían que operarla de emergencia. Quizás era el momento de pagar por todos los robos que había cometido, a pesar de que era inocente por el delito que me acusaban. 
Recuerdo el rostro de tristeza de mi hermana y la decepción de mi abuela, pero lo peor fue no poder despedirme de mi amada, no poder contarle la verdad de lo sucedido y que quizás ella se deje llevar por los comentarios mal intencionados de su familia.  
Luego de varias semanas detenido, llego el día  de mi sentencia, así que por ser casi mayor de edad y por la influencias del dragón, me dictaron 5 años de prisión, ¡5 malditos años sin poder estar con mi familia!   Cuando pensaba que ya no me podía ir peor, mi abuela me trae la peor noticia de mi vida, la familia de Cristine se había mudado a otra ciudad para siempre. Es ahí cuando comprendí que todo lo malo que hace uno de alguna manera se regresa. ¡5 años sin poder verla! ¡5 largos años sin poder besarla! ¡Rayos maldita suerte la mía! Sólo me quedaba el recuerdo de esa maravillosa tarde, la cual nunca olvidaré.  
Pasaron 4 años, mi condena se redujo por mi buen comportamiento. El encierro quedo atrás, ahora era libre.  Pero… ¡libre  para que!, Cristine no estaría a mi lado,  todo es tiempo jamás deje de pensar en ella. A veces me pregunto si ella aún me ama, ¡Quizás ya me olvido!, ¡Quizás ya tiene un nuevo amor! No lo creo, nuestro amor era muy fuerte. Un montón de preguntas invadían mi mente, cuando derrepente ya me encontraba fuera de la prisión. Mi abuela y mi hermana me estaban esperando, por un momento quise llorar al verlas, pero me contuve, no podía creer que aquella señorita era mi hermanita, era apenas una niña cuando la deje.  




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