La llegada.
Llegó a la discoteca que me indicó papá, es un lugar bastante amplio, de dos niveles. En el primer nivel se encuentra la barra, una pista de baile y en los alrededores varias mesas. El segundo nivel es la zona VIP, supongo que ahí debe de estar mi hermana.
Voy haciéndome paso entre las personas, a veces me pasó de grosera y solo las empujo. Estoy por llegar a las escaleras cuando choco con alguien y su bebida se derrama encima de top.
-¡Maldición!- me quejo, si papá solo me hubiese ido a buscar al maldito aeropuerto o dado la estúpida dirección de la casa esto no estuviera pasando, respiro profundo tratando de calmarme pero mi paciencia duro poco porque una voz chillona empezó a gritarme.
-¡¿ACASO ERES CIEGA?!- me grita la rubia, la observo por unos instantes y en lo único que logro pensar es en que quiero golpearla, pero le prometí a la abuela que sería más "gentil".
-Lo siento- cosa que es mentira, pero solo quiero salir de aquí, estoy cansada. Trato de irme pero ella me lo impide, así que decido mirarla con mala cara - ¿me vas a dejar pasar o no? - le pregunto ya enojandome.
-¿Quién te crees que eres para hablarme así? - me grita la rubia, lo siento abuela, la gentileza no es mi fuerte. - ¿No sabes con quién estás hablando?
-Me importa una mierda quién seas! Te recomiendo que me dejes pasar o lo vas a lamentar- trata de no parecer que la intimido, pero es obvio que sí lo hice. Soy más alta que ella a pesar de ir en converse y ella en tacones, además, es obvio que es menor de edad, una niña malcriada.
Escuho la risa ronca de alguien detrás de la chica, una carcajada muy sexy, pero estoy enfocada en la rubia por lo que no dirijo mi mirada al dueño de esa melodía.
-Te vas a arrepentir, llamaré a mi tío, el dueño para que te eche- oh, me interesa el asunto, justo quiero arrancarle la cabeza a ese señor.
-Eso sería digno de ver, se nota que no sabes con quien hablas, escuincla. - digo cruzandome de brazos.
Ella llama a seguridad y a su tío, en menos de un minuto ya estaban aquí y con ellos, mi hermana que me mira con emoción, estaba a punto de venir hacía mí cuando la rubia empieza a chillar nuevamente.
-POR DIOS TIO, ESTA ESTÚPIDA ME TIRO MI BEBIDA Y ENCIMA ME HA DICHO COSAS FEAS, ¿cómo...? ¿Cómo le permiten la entrada a perdonas así? - dice la rubia llorando, "Dios mío no me digas que tendré que lidiar con esto al vivir acá" . Mi hermana no aguanta y explota en una carcajada, todos la observan, por mi parte estoy aburrida de la situación y es ahí cuando mi padre, el supuesto tío de la rubia decide hablar, él igual se está divirtiendo con la situación.
-Hola, princesa, ¿por qué nadie me había dicho que llegaste? - dice papá abriendo sus brazos hacia mí, voy a abrazarlo - ¿ya te andas metiendo en problemas?- dice divertido, yo me aparto de él y ruedo los ojos. La rubia nos observa con sorpresa y mi hermanita se aclara la garganta - oh, sí... Cierto, Khat, ella es Lara, mi hija mayor, Lara ella es Khat la hija de Robert- la cara de la rubia es todo un poema, torpemente me extiende la mano y yo paso de ella dirigiéndome a mi hermana, la pequeña Naiyelin. 17 años de edad, tez aceitunada, cabellera oscura y lacia que llega más abajo de sus hombros, es pequeña y delgada, ojos avellanas, labios pequeños, casi perfectos, nadie creería que es mi hermana.
-Hola, peque- le digo estrujandola
-Hola, bruja- me regresa el saludo - perdón por no ir a buscarte al aeropuerto, papá me quito el auto.
-¿Andas de rebelde otra vez? - ella despega su cabeza de mi cuello y trata de poner mala cara cosa que me hace reír.
-Eso te lo dejo a ti, ¿nos vamos?- asiento - Dame un minuto, deja y me despido de mis amigos- dicho esto sale disparada hacia las escaleras de la zona VIP, veo a mi alrededor y ya no hay rastro de la rubia, ni las personas que estaban con ella. Veo a papá cerca de la barra hablando con algún empleado, me encamino hacia él pero nuevamente mi misión no es completada porque alguien se atraviesa en mi camino y esta vez no es la rubia.
-¿ahora debo de saber quién eres? - pregunto de mala gana. El chico se carcajea y en ese instante recuerdo esa risa, él era uno de los chicos que estaba con la rubia, una risa demasiado perfecta para ser real.
-Agradezco que no sea así, le quita lo divertido- me dice
-¿Te mando la niña rubia?, porque si es un sí, mejor quítate de mi vista
-Tienes un mal genio- se queda mirándome fijamente luego de decir eso - pero no, no me envió la niña rubia. Solo quise saludarte directamente, Lara - me tiende su mano, lo miro fijamente y luego bajo mi visión a su mano, suspiro y tal vez fue lo más descortés que hice o tal vez no, pero simplemente lo rechacé y pase por su lado como si nada.
Llegué al fin donde estaba papá, se tomaba una botella de agua, según tengo entendido papá no toma alcohol hace muchos años o eso me dijo la abuela. Él me observa por unos minutos y sonríe
-Me alegra que al fin estés acá- me dice
-A mí no- mentía o tal vez no, pero nunca aceptaría en voz alta que me hace ilusión estar con ellos, él no dejo de sonreír a pesar de mi respuesta - estoy cansada papá, nos podemos ir, Naye dijo que regresaba pronto pero aún no baja. - papá suspira y se pone de pie.
-Esa Naiyelin me está dando problemas, deberías de hablar con tu hermana- dice serio
-¿Etapa rebelde? - papá asiente - ya se le pasará - digo
- Eso espero... Vamos, la esperaremos en el auto.
Para nuestra sorpresa Naye se encontraba afuera del club junto al auto de papá, estaba revisando su celular al escuchar nuestros pasos bloqueo la pantalla de esté y nos sonrió.
-¡QUE BIEN SE SENTIRÁ ESTAR EN CASA TODOS JUNTOS! - chilló
-Sí, que alegría! - dije sarcástica logrando que ella pusiera los ojos en blanco.
-Papá y yo hemos apostado para ver si te gusta la habitación - eso no me sorprende - yo aposté a que sí te gustará - dice orgullosa
-¿qué apostaton? - pregunto
- 500 dólares - no pude envitar reír - no te rías, me tiene las tarjetas bloqueadas - dice.
- Ojalá y ganes, conociendo tus gustos esos 500 dólares te durarán una vida - al decir esto papá se echo a reír y yo lo acompañé, nos ganamos una cara fea de Naye, pero es cierto, ella desperdicia hasta el último centavo que papá le da.