Sueños Rotos

Capítulo 2

El encuentro 

Hace dos semanas que regrese y me he dado cuenta de tres cosas: 1) la mayoria de las amistades de papá y naye me odian por aparecer, 2) soy mala siendo social, y 3) definitivamente extraño la comida de la abuela. 

Estoy en la que ahora es mi habitación organizando unos libros cuando tocan la puerta. 

-Pase!- digo

-Hey!, papá me mando a decirte que te necesita en la oficina para que le ayudes con unos documentos y no sé que otras cosas - dice mi hermana aburrida - es extraño como pasaste de ser todo un desastre fiestero a un cerebrito traga libros - ignoré por completo su comentario y me dispuse a salir de la habitación. Tal parece que mamá se encargo de decirle a Naye que era un desastre cuando vivía con la abuela. 

Llego al despacho de papá, es un lugar cálido, de paredes blancas, estantes negro; hay un sofá color negro en un extremo, en el fondo esta su escritorio, un portátil.

Papá estaba sentado revisando unos documentos, al escucharme entrar me hizo señas para que me acercara.

-Necesitamos hablar- dijo con actitud cortante. Yo tomé asiento frente a él y guardé silencio indicándole que siguiera diciendo lo que sea que iba a decir - Es cierto lo que dijiste la noche que llegaste, te pedí que vinieras por otras razones que unas vacaciones familiares... - el guardo silencio y cerró los ojos unos minutos como quien busca las palabras adecuadas antes de soltar un bombazo - Lara, sé que lo último que quieres son las cosas que te pediré en este momento, pero realmente te necesito - me miro con desesperación, y aunque ya imaginé las cosas que iba a pedirme guardé silencio. - tu madre está aquí llegará en unos minutos, necesito que ambas se comporten porque está noche habrá una cena familiar con alguien importante y necesito que todo salga perfecto - lo mire, pero seguía con esa expresión preocupada entonces sabía que pasaba algo más pero mi lado recoroso habló por mí.

- Pensé que habíamos aclarado que durante el tiempo que yo esté aquí, ella estaría fuera del país - papá me miró pero en ese momento lo entendí todo - no puedo creerlo! Nunca hicieron un acuerdo, ¿Qué juego es este Michael? - le grité

-Larisa, escúchame por favor...- trató de calmarme- no puedes irte por un tiempo, te necesito aquí manejando las finanzas de la empresa, solo tú puedes hacer esto- dijo en tono suplicante

-Lo siento, no puedo- fui firme mientras lo decía, me puse de pie con la intención de irme de su despacho pero él habló y lo que dijo me enojo.

-¿No lo entiendes?, debes hacerlo. No te pagué una estúpida universidad costosa para que no me sirvas, Larisa, te necesito aquí manejando las finanzas de la empresa, te necesito en la cena de hoy y lo harás porque de lo contrario...

-¿Qué?- le corté - ¿me vas a bloquear las tarjetas como haces con Naiyelin?, ¿me vas a quitar el auto? - reí con amargura - estás equivocado papá, tú mismo me enseñaste que no necesito de nadie para vivir, no me amenaces con estupideces de adolescentes. Otra cosa, no tienes ningún derecho sobre mí porque dos cosas, soy mayor de edad y segundo no necesito tu dinero o estar aquí. ¿Qué me pagaste una universidad cara?, tengo que recordarte que trabajé para pagarme la universidad ya que tú no me apoyabas con esa carrera. - se queda boquiabierto - entonces, no vengas a decirme que te debo algo.

Justo en el momento que me doy vuelta para irme, la puerta se abre revelando a esa figura que tenía años sin ver y que mi memoria se ha empeñado en olvidar, Dominique, mi madre.

- Amor, ese alboroto se logra escuchar fuera - le dice ella a mi padre. Mi cuerpo se tensó de una manera increíble al verla, habían pasado casi 7 años desde la última vez que la tuve frente a mí y ella seguía igual de elegante, delicada y sobretodo venenosa. Me quedé quieta en mi lugar, sentía que sí movía tan siquiera un músculo me iba a desplomar ahí dentro.

Ella se quedó mirándome, en su mirada no había la emoción de una madre hacía su hija que no veía en años, su cara reflejaba la indiferencia total. En el ambiente el silencio era tenso, papá desde su escritorio nos observaba, esperando que una de las dos hablara y después de varios segundos que me parecieron eternos ella lo hizo.

-Para tener un imperio en Italia te ves como una barrial- ¿Qué creían?, ¿que me iba a abrazar y decir que me extrañó?, pues no, ella es Dominique, mi madre y el dolor de cabeza que me seguirá hasta el fin de mis días. Por más enojada que me sentía en ese momento no le contesté porque sé que eso era lo que ella quería, provocarme y que papá la apoyará diciendo que es cierto, que no he cambiado nada. 
Le dedique una sonrisa bastante falsa, me giré a papá y le dije:

-No me esperes para cenar- y me fui de su despacho.

Necesitaba pensar, procesar lo que acababa de pasar y en esa casa no sería posible.

Subí a mi habitación para tomar un baño rápido, en menos de 15 minutos ya estaba cambiada, unos jeans claros, camisa blanca de mangas largas y unos converse blancos. Un bolsito negro y mi cabello rizo.

Tomé las llaves del auto, mi celular y salí lo más rápido posible de la casa pero como las cosas no siempre salen como yo quiero, me encontré con mi madre frente a mi auto.

-Que estés aquí me provoca la misma alegría que tú sientes ahora mismo- me dijo - créeme, quisiera que te montarás en un avión y te fueras otra vez, porque sabes muy bien que no perteneces aquí- esas palabras dolían, porque a pesar del rechazo que siempre he tenido por su parte en el fondo quisiera que me tratará como ella trata a Naiyelin, como una madre trata a su hija. Sin embargo no le demostré en ningún momento que sus palabras tuvieron efecto sobre mí - pero, Michael te necesita y estoy de acuerdo con él cuando dice que sólo tú puedes resolver este lío, después de todo, a tan corta edad superaste a tu padre por mucho y...

-¿Qué quieres, Dominique? - le interrumpí




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