Suerte

6. Baila conmigo

Antes de darme la oportunidad de analizar lo que estaba haciendo, o al menos decirle que no lo hiciera, ella ya se encontraba de pie encima de una de las mesas del comedor, bailando encima de ella, sin importarle dónde y qué estábamos haciendo.

Es decir, tampoco es que estábamos haciendo gran cosa, simplemente nos encontrábamos sentados, y de la nada ella comenzó a bailar. Quise decirle muchas cosas, la principal que dejara de hacerlo, solo que, desprendía felicidad, y no me atrevía a arruinarla.

Una sonrisa se escapó de mi rostro al verla de ese modo. Y a su vez, me asustaba la idea de asimilar cómo me encontraba solamente al verla.

Su cintura se movía al son de ¿qué música? No había, simplemente se movía, al igual que sus manos, haciendo señas en mi dirección mientras cantaba.

Once in a lifetime. Means there's no second chance —murmuró, apasionada, poniendo una mano en su pecho—. So I believe that you and me. Should grab it while we can.

Ah, es que mi querida rubia canta las canciones de High School Musical.

Dió un pequeño brinco para luego mirar al cielo y continuar cantando con mucha efusividad, mientras yo seguía de pie, a unos pequeños pasos mirándola. Agradecí que en ese momento no estuviese nadie porque de lo contrario no la vería hacer esto, y también, agradecía que el comedor fuese al aire libre, a unos cuantos metros del campo.

El clima era algo que en ese momento nos favorecía, el solo cumplía su función más no nos agobiaba en lo absoluto, de hecho, sus ojos verdes brillaban más de lo normal teniendo la luz expuesta hacía ellos.

Make it last forever. And never give it back—canturreó una vez más antes de señalarme, contundente—. Canta conmigo.

—No me la sé, cariño. —me encogí de hombros ante el escalofrío que me recorrió al llamarla de esa forma. Incluso ella se sonrojo.

Lo cierto era que no me la sabia, y que prefería quedarme expectante. Se arrodilló delante de mí, con una mano en su pecho, y la otra en mi dirección. Una vez más, volvió a cantar, en tono más íntimo. Alcé una ceja curioso.

It's our turn, and I'm loving where we're at. Because this moment is really all we have. —tras un guiño de ojo, se enderezó para luego bajarse de ahí y acercarse a mí.

Al instante comencé a aplaudirle, percatandome de que seguíamos solos. Ella sonrió, bajando la mirada y su cabello tapó su rostro, no obstante, sabía que había vuelto a sonrojarse. Seguí haciéndolo simplemente para que no se arrepintiera o en cuyo caso no quisiera volver a hacerlo.

—¿Sabías que el cincuenta por ciento de la población adolescente escucha canciones en inglés, aún sin saber su significado?

—Yo sé el significado de lo que estaba cantando. —defendió, orgullosa.

Alcé una ceja.

—¿Ah, sí? —susurré, cruzándome de brazos—¿Cuál es?

Danna se encogió de hombros, pensativa.

—Te lo dejo a tu imaginación. —argumentó, antes de murmurar en mi oído— Troy y Gabriella.

Seguido de eso siguió su camino, dejándome una vez más, desorientado.

Y vaya que me gustaba, mucho más porque sabía que dichos personajes sentían algo el uno por el otro desde el día uno.

¿Coincidencia?

•••

Resultó que para los dos esperarnos en la salida de la facultad era algo rutinario. Incluso podría decir que ambos esperábamos eso durante todo el día. Nosotros no compartimos muchas clases juntos, quizás solo unas dos. La mayor parte del tiempo la veía correr por los pasillos por simplemente estar a punto de llegar tarde, y otras, a veces no había ni rastro de ella.

Así que supongo que por esa misma razón, esperarnos en la salida era nuestro momento favorito del día. También, descubrí que para el resto de los universitarios nosotros ya no éramos algo importante últimamente, ellos seguían al tanto de que harían en la noche, si saldrían, el último juego de la temporada, acerca de las vacaciones y otras cosas más; algo que agradecí puesto que vernos y juzgarnos con la mirada había dejado de ser un pasatiempo para ellos.

Mientras esperaba que cierta chica apareciera y decidiera el destino del día, comencé a fijarme en pequeños detalles que había pasado por desapercibido, y que en ese instante, me había puesto nervioso.

Dylan, a unos ciertos metros de mí, mantenía su mirada fija en mis ojos, sin moverse o inmutarse porque el resto de sus amigos estaban diciéndole algo. No pasaron muchos segundos cuando una sonrisa coqueta se alzó en su rostro al notar que también estaba mirándolo. Lo nuestro ya no era un ambiente de tensión, o por mi parte de alerta, había algo más que no sabía definir y que también me asustaba.

—Ah, ¿descubriste que le gustas?

Mi cabeza giró con fuerza hacia Danna cortando ese intenso contacto visual con cierto chico. Ella mantenía la cabeza metida en su bolso, sin percatarse de mi mirada alerta.

—¿Qué dijiste? —comenté, para que ella me mirara.

Suspiro, mirándolo de soslayo a él para después mirarme a mí, incómoda. ¿Por qué?

—A Dylan le gustas —afirmo, pasando saliva—. Supongo que su método trillado de meterse contigo es por eso. Lo supe hace unos días, claro que no me correspondía decirlo.

Parpadee, sin poder decir nada. ¿Qué iba a decir? Me había dejado completamente helado. Dylan era alguien atractivo, eso era cierto. Su cabello se dividía en ondas rojizas haciendo que su tez blanca resaltará mucho más acompañando a sus ojos marrones. Supongo que era el atractivo normal que todo el mundo veía.




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