-Un día más, sólo un día más.- me decía repetidamente entre suspiros con los ojos cerrados, tomando mi cabeza entre mis manos intentando lograr algo de tranquilidad.
Era mí último día dentro de la facultad, más claramente mi último año dentro de la segunda facultad a la que pertenecía.
Un sonido molesto interrumpió mis pensamientos para después levantarme y atender la llamada de un inoportuno chófer.
- ¿Señorita Macman?...- bufé.
-¿De qué hablamos la última vez Parker?- pude imaginar sus ojos en blanco al escucharme.
-Emily.- realizó una pequeña pausa burlona- ¿así está mejor?- sonreí.
-Perfectamente. ¿Qué se te ofrecía?
-Va tarde a su graduación. ¿Está lista?- mis ojos salieron de sus órbitas logrando que ignorará el hecho de que ese formal chico no lograra tutearme.
-¡Demonios!- maldecir entre dientes y corrí por el departamento buscando mi vestido y mi maquillaje. Me fijé en la hora y tan solo faltaban 30 minutos para las 8:00 a.m., Y para mi mala suerte ese era el tiempo casi exacto que hacía de camino a la facultad. Solo pude moverme rápido maldiciendo en mis adentros por vivir inevitablemente en mi mundo de fantasía, camine fuera de mi departamento apresurada ganándome miradas burlonas mientras hacía mi camino hacía la entrada del edificio con mi preciosa pijama de lunares y dibujos animados.
-Buenos días, Parker. Arranca por favor, llegó tarde. - saludé apresurada mientras me subía torpemente en el auto.-Claro señorita- acató poniéndose en marcha y subiendo la obscura ventana que separaba su espacio del mío.
y fue entonces cuando comencé con mi rutina de impuntualidad de todos los días, cambiarme dentro del auto ya que por una u otra razón siempre llegaba tarde a todos los lugares a los que debía asistir.
Termine mi maquillaje y guarde mi ropa de dormir dentro de una mochila, para después de exactamente 30 minutos de haber sido humillada por mi infantil forma de vestir al dormir llegara a mi destino saliendo disparada del auto acomodando mi vestido correctamente.
- Buena suerte señorita- dijo amablemente con su sonrisa juvenil.
-Gracias Parker, nos vemos en un par de horas- Sonreí antes de cerrar la puerta y correr hacía el Jardín de eventos, para como un rayo ir a tomar asiento en la mesa de honor que estaba sobre una tarima ganándome las miradas severas y burlonas de los presentes.
-Bueno... ya que la señorita Macman se encuentra finalmente entre nosotros- vociferó entre dientes el Señor Dunn director de la carrera de administración de empresas de la Universidad, al que solo pude ofrecerle una sonrisa nerviosa y apenada.
- Bueno ahora empezamos, Señor Bennett , por favor...- dijo Dunn dando paso al maestro de ceremonia de la graduación y director de la carrera de contabilidad.
-Buenos días damas y caballeros, hoy en este día tan especial quisiera informarle a la señorita Macman que también es parte de esta graduación y debe ponerse su toga y birrete para formar parte de la tradición junto a sus compañeros. - Comentó burlón uno de mi jugueton tutor, logrando que mi cara se sonrojara por completo y corriera con la señorita que me hacía señas como loca con las manos para que me acercara con ella y darme mi enorme atuendo de graduada.
-Bueno mientras nuestra alumna galardonada con el primer lugar de dos generaciones y nombre de la generación 2016 y 2014 de negocios internacionales y contabilidad y alumno destacado en esta ceremonia de doctorado en gestión. De lo cual indudablemente no estoy alardeando por ser su tutor designado y haber tenido que ver indudablemente con su éxito académico con tan solo 20 años - se burló bufando Bern observando directamente la cara enrojecida apunto de un colapso a causa de la rabieta de la inigualable Maryse Laynous, una chica mimada, cruel y dueña de un odio tan grande e infundado contra mi que daba terror recordar innumerables episodios desagradables ocurridos gracias a ella y su séquito maligno.
- Listo preciosa- dijo la amable señora enmarcando sus finas arrugas al regalarme una de sus grandes sonrisas achicando sus ya pequeños ojos.
-Gracias - sonreí, alejándome de ella para tomar mi lugar, encontrando en mi camino la mirada casi desintegradora de Maryse, dejándome un amargo sabor de boca y un estremecimiento al recordar cada una sus fechorías para hacerme la vida miserable desde los cinco años hasta la actualidad casi a mi mayoría de edad. No sabía cómo en esa belleza tan sin igual podía existir tanta maldad hacia mí, solo por el hecho de existir.
Una vez terminada la ceremonia, solo me pude sentar en la tarima quitándome la toga y birrete, dejando mi mochila de lado mientras me acomodaba mi vestido blanco manga larga y observaba a todos abrazarse a sus padres, hermanos o pareja festejando un logro más. Colgué los pies y comencé a mecerlos poniéndome a juguetear con la cuerda de mi birrete sin poder comprender cómo se podía estar así en estos días de tanto orgullo para la familia, y yo siempre tenía que estar sin nadie. Solté un suspiro doblando mi toga poniéndola a un lado con el birrete encima, tome mi mochila para hurgar en ella hasta encontrar lo que buscaba...
-Hola, ángel- habló con su profunda voz Bern. sentándose a lado mío y colgando sus piernas al igual que yo acompañándome como siempre lo intentaba, esta vez a observar junto a mí a las demás familias.
-Hola, Tupa- bromee solo logrando ofrecer una sonrisa pesada codeándose cariñosamente. Mientras él pasando por alto mi gesto me abrazo y beso mi frente.
-Recuerdo cuando llegaste aquí conmigo- suspiro nostálgico dejando ver sus delgadas arrugas con sus pucheros- eras una pulguita triste y callada, no sabía qué hacer contigo no te podía tener metida en el internado todo el tiempo se me partía el corazón al verte ahí encerrada siempre escondiéndote detrás de los libros estudiando. Perdón si no fui lo que necesitabas estos 15 años, no supe cómo tratarte del todo, tu necesitabas a una familia y te di todo lo que podía de mi con mi inútil experiencia sobre niños a los 26. Me comenzaste a llamar papá y en mi estupidez te frene en seco y dejaste de hacerlo, no puedo parar de pedirte perdón por...- comenzó a acelerar su tono de voz tornando su mirada nostálgica en una llena de culpa y desesperada por lo que tuve que pararlo, me despegue un poco de él puse mi mochila con las demás cosas. Me puse de pie y lo tomé firmemente de los hombros mirándolo a la cara.