Sugar Baby Libro 2

CAPÍTULO SEIS

Arrastro la valija con los juguetes de Madison y me paro delante de mi hermana. Ella me mira con cara de pocos amigos; su típica cara de pocos amigos con corrector, rubor, rímel y labial fucsia.

—¿Liam nos va a cuidar? ¿En serio? —se cruza de brazos—. No tenemos cinco años.

—No, casi tienes catorce y aún así... Liam y Vanessa se quedarán al cuidado de ambos.

Sujeto la manija y tiro de la maleta cargada de muñecas que con apuro llené bien temprano en la mañana.
Anoche no pude pegar el ojo y después de que Jordan se quedó dormido, me levanté y me fui al cuarto de Madi. Saqué cuatro maletas, en dos cargué todos sus juguetes favoritos y sus libros, y en otra ropa.

La precipitación del viaje realmente me ha dejado de muy mal genio. No entiendo la causa de su prisa, si habíamos acordado ir el domingo.

Él y su trabajo.

A veces creo que ya no es amor lo que siente por su profesión sino una obsesión.

Sacudo la cabeza y sigo caminando hasta la puerta. Voy a poner las valijas en su auto, porque es en lo único que últimamente hemos podido ponernos de acuerdo sin antes pelear.

—Liam estará aquí sólo dos semanas —sigue quejándose Alex, siguiéndome de atrás—. Y ustedes se van como por dos meses o más.

Respiro profundo, hago un "oooommmm" interior y me vuelvo hacia ella.

—Cuando Liam regrese a la universidad ustedes vendrán conmigo.

Su cara se ilumina como si hubiera recibido la mejor noticia del mundo.

—¿A Nueva York? ¿A dónde están las grandes celebridades y todo eso?

Suspiro y ruedo los ojos.

Mi hermana es toda una cholula, le encanta ese mundo. Sólo de recordar cuando Jordan la llevó al set de grabación de GOT que casi la hace enloquecer de fan-delirio, me dan ganas de ahorcarla.

Contra viento y marea insitió en ver la serie al igual que toooodas sus compañeras y ahora no sólo parece que tiene un alter ego Daenerys Targaryen sino que en cada una de sus redes sociales se hace llamar Khalessi.

Así de loca me está volviendo la adolescencia de mi hermana. 

Hago un ademán con la mano y me concentro en llevar la maleta al carro.

—¿Nos vamos a quedar en un hotel en La Gran Manzana?

Su expectativa es palpable y no la culpo por eso. El centro del monopolio de Nueva York es el sueño de muchas adolescentes. Más aún el de ella, que vive en la zona más alejada y periférica del centro de Manhattan, Central Park y el vigoroso glamour de New York City.

Imagino que es por ésto que Jordan se refiere al centro, como un país básicamente distinto al vencindario dónde vivimos, pese a que no deja de ser todo lo mismo.
La ciudad que nunca duerme alberga zonas deslumbrantes pero también periferia y muchos suburbios.

—Después de que pasen estas dos semanas, alquilaremos una casa bien bonita y los vendré a recoger.

Camino para entrar al interior de nuestro hogar, pero freno al ver salir a Madi con su casita portátil, en dónde lleva a Lola.

Está súper contenta de traer a la bolita peluda que tanto ama y yo estoy feliz de verla entusiasmada pese al cambio que se avecina.

—Mami, ya me voy a subir al auto —me dice con esa adorable independencia que la caracteriza.

Me muerdo los labios para no agarrarla a besos y sólo asiento.

—¿Nos vamos? —Jordan pasa por mi lado, besa mi mejilla y sube las últimas dos valijas al carro.

—Voy a hablar con Liam y luego nos vamos.

Antes de cruzar el umbral arreglo su corbata azul, a tono con el traje azul marino que usa y, entro.

Alex me sigue y en el living comedor están mis dos hermanos esperándome.

—Esto es para gastos —le doy a Liam una tarjeta de débito bancario. No deposito mis ahorros ahí pero siempre guardo una suma de dinero para que ellos usen en caso de emergencias.

Debo decir que recibo un buen salario y lo administro bien. Lo he administrado muy bien con el correr de los años.

—¿Podemos comprar lo que sea? —curiosea Alexandra.

—. Lo que sea... Que Liam, quien estará al mando, acepte.

Ella bufa y se queja como una adolescente caprichosa y yo aprovecho para darle un beso de despedida.

—Vendremos el fin de semana —beso el cachete de Chris y me acerco a Liam—. Los dos fines de semana.

Li se guarda la tarjeta en el bolsillo del pantalón y me toma de las manos.

—Ten mucho cuidado, Lotte —me dice con preocupación—. Tengan cuidado, las dos.

Desde que se lo comenté no se ha mostrado muy convencido de mi viaje de trabajo. Jamás ha querido confiarme lo que le pasa y aunque Jordan es de su agrado, hay algo de él que a mi hermano le genera cierta reticencia. No hace falta que me lo diga, me doy cuenta con sus gestos, sus palabras y sus actitudes. Como si le costara confiar cien por ciento en Jordan.

—Tranquilo —me suelta y paso mi mano por su mejilla cubierta de barba dorada—. Todo va a estar bien.

Me da un fuerte abrazo, uno apretado que me llena de amor y de su loción, y por último saludo a Vanessa.

—Los voy a llamar apenas llegue —les hago adiós con la mano, y me repito que no debo llorar.

Me cuesta tanto trabajo despegarme de mis hermanos. Me cuesta muchísimo aceptar que de a poco ellos van abriendo sus alas y que un día, todos terminarán abandonando su nido.

Incluso Madi también lo hará.

Ay, no, carajo...

Me rasco la frente y salgo de casa.

Me da un ataque de pensarlo. Todavía faltan millones de años para que eso suceda. Para que mi hija crezca y haga su vida.

—¿Te atacó la nostalgia? —se interesa Jordan apenas me siento del lado del acompañante y me pongo el cinturón.

Volteo para ver a Madison.

—Bastante —confieso, acomodándome—. Pero me alivia el hecho de venir los fines de semana y luego llevarlos conmigo cuando Liam regrese al campus.

El automóvil se pone en marcha.




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