Sugar Baby Libro 2

CAPÍTULO ONCE

Cierro la puerta y me recargo en ella.

Estoy llena de coraje, de odio, de rabia hacia el mismo Jordan Hayden que horas atrás tanto adoraba.

Qué finísimo es el trecho que separa el cariño del desprecio.

Qué maldito cretino es este tipo.

—Charlie —Chris me toca el hombro, sobresaltándome.

Por segundos me olvidé que existen mis hermanos, mi casa y hasta el puto mundo.

—Todo está bien —me quito el flequillo de la cara y me acomodo el pelo.

—Lo que está pasando no está para nada bien —Liam se me acerca al igual que Alexandra.

—Todo está notable —enfatizo enderezándome y abriéndome camino entre ellos.

—Nicolas, el padre de Madison y tu ex novio está preso —la voz de Alex se escucha severa—. Apareció para joderte la vida y no conforme con eso, resultó que Jordan es altamente tóxico, posesivo y el lobo con piel de cordero que nadie imaginó que sería.

Muevo mi cabeza para los lados y mi nuca cruje.

—En resumen, lo has dicho perfectamente —me vuelvo hacia los tres—. ¿Hay algo que deba aclarar o con lo que oyeron alcanzó?

—Yo sabía —opina Liam, levantando su dedo índice—. Yo sabía que Jordan era medio extraño, pero nunca pensé que estuviera tan loco como para hablarte de la manera en que lo hizo.

Me siento en el sillón, me cruzo de piernas y apoyo mis brazos en el respaldo. No dejo de mirarles, de analizarlos, de esperar por sus reproches.

—Charlotte —Chris se aproxima y se para frente a mí—. ¿Estás completamente segura de tu decisión?

Achino la mirada y ladeo la cara—. Por supuesto.

—¿En serio vas a defender a ese zarrapastroso que te dejó tirada? —el odio en Alexandra es palpable—. No se lo merece. No después de lo que hizo. No después de que te dejó; que nos dejó, siendo que arriesgaste tu vida para salvarle el culo —se cruza de brazos y hace una mueca de ofensa—. No se merece que arriesgues una reputación que todavía ni siquiera tienes, para salvarle el culo otra vez.

Paso la lengua por el contorno de mis labios resecos.

—Esa decisión es absolutamente mía. Es personal. Es una decisión que influirá en Madison, y también en Nicolas. Pero aparte es una decisión que ya puso en la balanza mi orgullo, mi inteligencia y mi capacidad para ejercer —levanto el mentón. La rabia me corroe por dentro—. Jordan aparte de todo me desafió y yo acepto los desafíos. Le voy a enseñar de lo que estoy hecha y de lo que soy capaz.

Mis hermanos y a lo lejos Vanessa, me observan precavidos.

Si ya escucharon lo que ocurrió en mi dormitorio pues las explicaciones largas y tediosas están de sobra.
Ya no es necesario ponerme a dar conversaciones que sólo van a alargar la propuesta que cuánto antes, me urge hacerles.

—¿Estás convencida? ¿No existe manera de retractarte? —suelta Liam.

—No.

—¿Entonces? —insiste Alex.

—Entonces les propongo lo siguiente: se vienen conmigo a Seattle —me encojo de hombros—. O se vienen conmigo a Seattle.

La boca de mi hermana se abre en una O grandota mientras que Christopher por el contrario frunce el ceño lo más que puede.

—¿Mudarnos? —pregunta ella casi escandalizada—. ¿A Seattle? ¿De nuevo? ¿Y dejar Nueva York? —jadea y se toca la frente, como si le hubiera dado la peor de las noticias—. ¡¿Porqué?!

—Nicolas será juzgado allá —informo sin perder la seriedad que siempre me lleva a tener el control sobre mis hermanos—. Y yo no puedo pasármela de vuelo en vuelo. De una punta del país a la otra. Dejar de enfocarme en el caso para desperdiciar horas, energía y dinero en aeropuertos y aviones.

—Puedes venir los fines de semana, ¿no? —Alexandra busca un mínimo halo de esperanza que le permita permanecer en su ciudad estrella—. Es decir, ibas a hacer eso en tu viaje de negocios al centro.

—Pues las cosas cambiaron —replico—. Y ustedes no tienen alternativa. No se van  quedar solos aquí y yo a miles de kilometros de distancia de ustedes. Liam volverá al campus y, ¿qué? Iban a venirse conmigo de una u otra forma. Sólo que ahora variaron los destinos.

—¿Y la escuela? ¿Y mis amigas? ¿Y las animadoras?

—La escuela la seguirás por la notebook al igual que Christopher. Tendrán tareas extras y clases no presenciales. Tus animadoras y tus amigas... Pueden esperar a cuando regresemos.

—¿Cuánto tiempo vamos a estar allá?

—No lo sé —admito.

—¡Ésto es una porquería! —bufa, zapateando—. ¡No quiero irme!

—No tienes opciones —suspiro—. Yo estoy a cargo, yo mando.

Christopher aprieta los hombros de nuestra hermana y Liam la mira como para matarla.

—Lotte, nosotros te vamos a apoyar. En lo que sea que decidas te vamos apoyar, y si tenemos que ir a la China contigo, iremos —Liam afirma su mirada amenazante en Alexandra—. Yo voy a suspender mi trimestre en la Universidad.

—No. No quiero que hagas eso —digo, negada.

—Tú dejaste de hacer muchas cosas por nosotros y es hora de retribuirte al menos un poco de lo que has hecho —se toca el pecho—. Yo me comprometo a ayudarte, a cuidar de Madi, a estar ahí a tu lado.

Instintivamente ojeo a Chris.

—Yo también —se encoge de hombros—. Al final y al cabo... Él tiene razón.

Mi atención se centra en mi berrinchuda hermana menor, que hace cara de "acepto porque no tengo de otra"

—También iré contigo —su gesto "voy porque me obligas" me sonsaca una suave sonrisa, en lo que me levanto del sillón.

—¿Qué tenemos que hacer? —preguntan los tres casi al unísono.

—Las maletas —digo de camino a la cocina. La caldera no para de chillar y esta noche sin dudas voy a necesitar varias tazas de café.

—¿Y qué va a pasar con la casa? —se preocupa Alex.

—Mañana mismo voy a llamar al cerrajero. Voy a cambiar las cerraduras —me callo un segundo—. Bajo llave y sin nadie adentro: así va a permanecer nuestra casa.

Pongo el agua hirviendo en una taza grande y la dejo ahí, prometiéndole con la mirada que luego regresaré por ella.




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