Sugar Baby Libro 2

CAPÍTULO SESENTA

—¡No puedo creer que nos haya tocado volver tan rápido! —arrastrando la maleta por el aeropuerto y rechistando, Alex se nos adelanta.

—Vamos a regresar, zanahoria, tranquila. Hay cosas muy importantes que atender aquí.

—Sí —voltea y nos mira súper indignada—, el gusano de Jordan. Ojalá nunca hubieras conocido a ese maldito bastardo. Al menos así no tendríamos que haber vuelto tan pronto del viaje.

Con Madi en una mano y Lola en la otra, seguida de Liam y Christopher, Chase escoltándonos y con Nicolas adelantándose a Alexandra, salimos al aeropuerto.

Justo en la parada de taxis y uber, con traje de lino lila y gafas de sol, una sonrisa espectacular y el pelo plateado y desordenado, nos espera David, recargado en la camioneta.

—Ey abuelo, ¿viniste a cazar al aeropuerto o qué? —nos acercamos a él y la primera en saltarle encima es su nieta, por supuesto.

—Tesorito —no se quita los lentes pero ensancha la sonrisa, en concordancia con mi comentario—. Uno tiene que ligar en el lugar que sea. A cierta edad y viudo la cosa se vuelve desesperada.

—¡Ya, ya! —Nick se le aproxima y se deja abrazar.

No se me hace raro. Llevan días así, soltando el cariño fraternal de a poco. Un Henderson olvidándose paso a pasito de la rabia y el otro, haciendo a un lado el miedo.

—Están radiantes —repara en mí, me aprieta los brazos y los frota con frenesí—. Y vienen con el bronceado de la Florida, ¡pero qué envidia!

—Estuvo muy alucinante —Owen y Chase guardan las maletas en el portaequipaje y Nicolas ayuda a mi hermana a subir, que no para de parlotear como lora—. Hicimos muchos vídeos.

—Había albercas grandes de agua calentita —Madison agarra la mano de su padre y salta a la parte de atrás de la camioneta—. Pero no las pudimos probar.

Subo yo con Lola, David va al asiento del copiloto y los demás terminan de acomodarse.

—¿Y eso? ¿Porqué no pudiste nadar pescadito?

Mi pequeña hace puchero y se cruza de brazos. El abuelo la observa y contiene la carcajada.

—Porque hicimos días de parque y cuando íbamos a ir a la piscina ya nos estábamos subiendo al avión.

—¡Pero qué mala liga! —se mofa David—. Vamos a climatizar la piscina de la casa para que puedas nadar invierno y verano.

—Esa no, papá —el papá muy natural y sereno de Nicolas hace que gire la cara hacia él y que David se saque de un tirón los lentes—. ¿Qué? —la verdosidad de sus orbes saltan de mi rostro al de su padre alternadamente.

—¿Qué dijiste? —murmura David.

—Que esa piscina no. Es muy profunda para ella y aún no sabe nadar.

Nick sigue contrariado por mi casi espeluznante sonrisa. Está por preguntar qué demonios me pasa pero David se adelanta a hablar.

—Me alegra que estén aquí después de todo.

—¿De veras Don? —provoca Chris—. A nosotros nos alegraba estar a kilómetros comiendo porquerías y montados todo el día en juegos.

—Eres muy jovencito e inexperto —le replica—, pero que estén aquí significa que pronto se va a terminar un ciclo. Que el final de algo se avecina.

—Padre... No parafrasees.

Trago saliva al percatarme de que es ya la segunda vez en cuestión de minutos, que Nicolas lo llama así.

Creo que a David le pasa lo mismo porque de nuevo se vuelve a verlo.
Como si esto no cuadrara. Como...

Como si fuese bien extraño.

Y en el silencio se percibe la confusión, no por Nico, es el ambiente, la situación...

Dios.

El loco de Jordan me tiene paranoica y los nervios y ansiedad me han puesto a repensármelo todo potenciado al cubo.

—Abuelito te traje regalos —la alegre voz de Madison corta la tensión—. A las tías, a Owen, a Nora... A Adam.

—¿Adam? —se oye intrigado—. ¿Quién es Adam?

—Es el novio de la tía Amber —se ríe—. Tiene centillones de tatuajes y un arete gracioso en la nariz, pero canta muy bien
Adoro todas sus canciones.

El ex daddy Henderson suelta un soplido desinteresado que de desinterés no tiene ni un solo pelo. Entre nos sabemos que Ámbar Reggins todavía le mueve el piso, el pecho y la hombría.

Mi celular vibra en mis jeans y como si la mención de su nombre fuera una especie de invocación, me acaba de llegar un whatsapp de mi mejor amiga.

Lo abro y bah, más que mensaje es una especie de sermón.

¡Me tuve que enterar por la prensa on line que te van a someter a juicio!

Es que ese malparido

Cabrón

Vómito y cara de mierda

Mal cogido

Ojalá lo metan preso, y también le metan un palo por el culo y se quede tullido.

😬😬😬😡😡😡

Llego mañana a primera hora y me voy derechito a la audiencia.

La tía sexy de la familia va con la antorcha en mano para hacer arder al maldito.

🔥

Su mensaje me transmite de todo un poco.
Risa, nostalgia, angustia, tranquilidad.

Ella es tan incondicional que no importa en dónde se encuentre, si la necesito cruzará el océano o medio mundo para venir a mí.

[...]

Las 72 horas pasaron como agua entre los dedos y estoy más nerviosa que nunca. Tengo algo apretándome la garganta y un peso extra en la espalda que me duele cuando intento respirar.

Me sudan las manos, me fallan las piernas, las sienes me punzan y me arden las narinas.

Tantas horas de ejercicio mental, de repasar una y otra vez lo mismo.

Hasta la madrugada en la estación, compartiendo con la más rota de todas las personas que he llegado a conocer, Harper.
En la oficina de Ciro, preparándome y preparando a mi ponzoñosa ansiedad para que pueda responder a cada lacerante pregunta que se le ocurra hacerme la defensa.

Estoy sin dormir y apenas he podido pasar bocado. Las náuseas y palpitaciones me están elevando a una catastrófica crisis que ni con pastillas estoy pudiendo dominar.
Es que hasta que no apoye el culo en el bendito estrado esto no se me va a pasar esto.




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