Sugar Daddy Libro 1

CAPÍTULO TRES

Cojo la laptop mientras me acurruco entre cojines, edredones y un desgastado e incómodo lecho. Suspirando hondo, tan profundo como mis pulmones lo permiten prendo el portátil siendo la imagen de Barbie quien da la bienvenida, ocasionando que tamborilee los dedos contra el teclado ansiosa., alce la vista y observe las rosadas paredes que conforman la habitación.

Una lágrima rueda por la mejilla en tanto reparo desde la mesilla de luz amimbrada, los lindos peluches de quince años, y el ventanal que luce al descuidado jardín, hasta nuevamente la aplicación del windows abriéndose de par en par frente a las retinas aguamarina cuál soy portadora.

El amargor que me produce entender las consecuencias futuras aumenta el desconsuelo y los sollozos silenciosos.

Comprender que una vez complete el primer paso en dirección a una vida materialista no habrá marcha atrás.

Adiós idea de familia.

Del amor genuino.

Hola irrevocable pérdida de la dignidad. Pues dejaré de ser la señorita con intenciones de relación seria, larga y duradera, para transmutar a una camuflada prostituta., una que brindará sus servicios a adinerados hombres., empresarios exitosos, magnates reconocidos o políticos condecorados.

Seré esa mujer que pondrá el sacrificio por encima del romanticismo soñado.

Soportaré las miradas prejuiciosas de cada persona moralmente hipócrita., y cuándo la mierda salga a la luz... Simplemente agacharé la cabeza.

Permitiré el bullicio de las lenguas venenosas., aceptaré el verme señalada con el dedo si gracias a ello Samantha, Liam, Christopher y Alexandra viven felices., con el manjar sobre la mesa y sus estudios asegurados.

Valdrá la pena perderlo todo, si así me aseguro de costearle a mamá, el delicado tratamiento de vértebras, que a duras penas le posibilita el moverse con facilidad.

<<¡Exacto Charlotte! Serás una puta, pero valdrá la pena>> Es lo único que consigo repetirme a modo de consuelo., de pobre excusa o justificación.

<<Liam obtendrá su beca para la universidad.>>

<<Christopher se convertirá en un excelente piloto de los mejores rallys de Miami.>>

<<Alexis, mi linda rubiales menor trotará rodeada de pequeños caballitos durante el día.>>

<<Y mi mamita santa, se dedicará exclusivamente a la criarlos. A levantarse por la mañana, y tomar un suculento desayuno., sin privarse de comer ella para que los renacuajos logren satisfacer el apetito.>>

Llevaré con convicción el título que la sociedad cruel y malvada impuso a quiénes carentes de tener otra alternativa, o una mejor solución a la economía, debieron acceder. Adentraré mi inocencia, juventud y belleza en la prostitución con un único motivo firme: el del amor por la familia.

—¡Charlie, princesa!— Llama Samantha entornando la puerta del dormitorio. —¡Cielito no llores! —Murmura viéndome de la exclusiva forma que no tolero lo haga,  acercándose cautelosa y abrazándome de manera cariñosa, protectora., el roce justo entre los brazos maternos que durante fracciones de segundo me envuelven en un mundo mejor. ¡Y vaya si los mimos de mamá no entibian un alma rota, triste, frustrada! —Nunca quise ésto para ti.— Sisea amargamente, hundiendo la respingona nariz aterciopelada contra mis larguísimos rizos dorados que tanto nos asemejan. —Siempre soñé con tus estudios. Un diploma... Una vida tranquila, cómoda.

Acaricio el dorso de su mano suave, blanca cuál nieve y observo la laptop en pausa —No... No lloro por ello.— Miento descaradamente., ocultando el dolor bajo un falso manto de superación, —Simplemente recordé cuánto extraño a papá.

Sam Houston de Donnovan enreda un mechón rubio entre los dedos y lo alza majestuoso hacia la tenue luz de la habitación. En las facciones hermosas, armoniosas... Y débiles de mi madre la sonrisa embelesada se ensancha. Ese mero gesto que evidencia el amor puro, profundo e inmaculado. La caricia delicada sobre los bucles que desde la infancia surtió el efecto tranquilizante. E inclusive la cura ideal para el más roto corazón y una dignidad mentalmente hecha picadillo.

—¡Lo necesitamos linda!— Declara besándome la frente, y separándose luego, —Nos dejó en el momento menos oportuno... Pero saldremos adelante hija. De alguna forma lo haremos.

<<¡Claro que sí!>> Afirmo para mí misma. <<Me encargaré de lograrlo.>>

—Voy a preparar algo de cenar.— Anuncia encomendando el trajín lento, cansino, extenuado hacia el marco del dormitorio, —Prométeme que no te sugestionarás más con ésto. —Implora apesadumbrada. —Porque no soportaría verte derrumbada hija. A mi primer bebé lo que menos quisiera es darle disgustos.

—Lo prometo.— Vuelvo a mentir, como costumbre que se me ha hecho. Estrujándome el pecho sus maneras afligidas de hablar, —D-debo... Estudiar para mañana mamá., en unos momentos iré a ayudarte. 

—¡Ni lo pienses!— Dice desapareciendo a través del corto pasillo, —La columna está enferma señorita., ¡pero mis manos pueden poner vegetales a hervir con facilidad todavía!

Esbozo tenues sonrisas ante la templanza de esa mujer., ¡sin dudas mi ejemplo de admiración absoluta!

Incansable, luchadora y sacrificada... Cualidades que creo, supe heredar.

Doy un pequeño brinco de la cama y en rápidas zancadas me acerco al umbral donde le paso seguro a la entrada: es momento de hacerlo. De no postergar más una decisión irrevocable.

Enciendo la pantalla nuevamente y el ordenador comienza a visualizarse.
Con rapidez tecleo las dos palabras que se grabaron a fuego en mi memoria, siendo al instante que una elegante, sumamente soberbia aplicación cibernética de fondos rojos y letras negras acaba vanagloriándose glamorosa.




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