Sugar Daddy Libro 1

CAPÍTULO DIECISIETE

—Pero... ¡Pero de qué demonios hablas! -Exclamo zafando del agarre que ella sin saber, oficia sobre mi piel causándome escozor.

Lentamente tomo una distancia prudencial de la fisonomía femenina, y arrodillada en el suelo la observo atónita. Absolutamente impactada, ante semejante revelación que muy desencajada la ha dejado.

Escalofríos recorren mi cuerpo a medida que me encojo, al punto mismo de transformarme en un ovillo recargado contra la pared más próxima. <<Pensar que Samantha haya tenido algo que ver en el pasado con el magnate, me confunde. Me asusta, y vuelvo nuevamente al eje de inseguridad que durante media hora pude suprimir.>>

Analizo el rostro materno buscando respuestas por anticipado. Buceo en sus retinas cristalinas desconsoladas, ansiando tal vez descubrir pistas que me digan más de esa confesión extraña, misteriosa y muy sospechosa.

Urge el entender de dónde le conoce y porqué el rechazo inmediato., su descompensación, y la crisis nerviosa que le inunda.
¡Quiero comprender!, pero también me rehúso a suponer, que quizá algún enredo pasado, romántico o de sometimiento, idéntico al que dará inicio conmigo mañana, la haya ligado al empresario vitivinícola.

¡Dios que ruego no sea así! Porque ya no existe reversa en mi decisión. Ya le di la palabra y él., una cuantiosa suma de dinero, más promesas atractivas de un futuro mejor.

-¿Vas a decirme qué ocurre aquí? -Pregunto apoyando el mentón sobre las rodillas, meciéndome reiteradas veces para apaciguar la intensidad de pensamientos curiosos, contradictorios que parecen arremeterse entre ellos cuestionándose sinfín de posibilidades.

-¡Él es un maldito Charlie! -Solloza aún desparramada en el piso de baldosas que decoran nuestra cocina. -¡Un auténtico hombre sin escrúpulos! -Alza la vista posandola en mí. Fulminándome esas orbes que pretenden ocultarme hechos importantes. -¡Por favor hija! -ruega, -, por favor aunque te ofrezca el oro del mundo no vayas. No te vincules en el mundo de Henderson.

-¡Pues dame una razón! -Exclamo afirmando que aunque escuche cien motivos distintos, y todos le apunten con el dedo., trabajar para él será inevitable. El dinero pendiente ya nos tiene prendados así que, podré caer de lleno en las suposiciones, o simplemente intentar calmar a mi enferma y alterada madre, asegurándole que será lo mejor. Económicamente lo mejor.

Relamo los labios resecos, producto de la incertidumbre y aproximándome precavida hacia ella callo. Aguardo su respuesta, e imploro por dentro que el vínculo con David no resultase en el pasado tan azucarado como el mío.

¡Porque moriría del bochorno, y Samantha de la decepción si descubre que seguí sus pasos!
Si es que la historia se remonta a los días de juventud, y ella fue la sugar baby del hombre no más de diez años mayor.

¡Quién sabe!

Llego inclusive a suponer en breves fracciones de segundos que algún lío de billetes, o pedido laboral ligaron tiempo atrás a la familia Donnovan con David., pero son tan grandes las incógnitas provocadas por su diminuta oración que ya no logro pensar fluidamente.

La coherencia mental no colabora, porque también papá aparece en la secuencia de opciones. Una que debo descartar inmediatamente.

Relacionar a Douglas con los Henderson meramente es estúpido. Mi progenitor siempre fue un hombre de pocas palabras, conservador y dedicado a su hogar. A su hogar hasta que lo despidieron y la atención se centró en el vino merlot de Wine Enterprise., pero a fin de cuentas... Un sujeto ajeno al caos y drama.

<<En realidad mi familia lo es, lo fue y si mi desliz se mantiene oculto, bien disfrazado lo seguirá siendo.>>

-¡Qué quieres que te diga Charlotte! ¡Soy tu madre., los consejos serán por tu bien! -Murmura entre hipidos, soltando quejidos de dolor y haciéndome ver que la posición en que se encuentra le afecta las vértebras dañadas de su columna.

-La verdad. -Escupo tocándole el hombro. Sugiriéndole tomar impulso y levantarse. ¡Detesto verla así de afligida! Agregarle otra preocupación a la interminable lista y cargarle más pesar sobre la espalda. -¡Mamá dime qué sucede! ¿Te enamoraste de él? -Pregunto soltando incertidumbre de a poco. Lentamente dispuesta a disipar dudas que en cuestión de minutos amenazaron con explotar mi cerebro. -¿O tuvieron una relación?

La noto abrir las orbes azorada ante semejantes preguntas y niega frenética, tanto así que siento deseos de reír. Ansias inmensas de carcajear y también, alivio. Un gigantesco alivio tras saber que el daddy azucarado no es tan retorcido como aparenta y el enredo de madre, luego hija no ingresa en sus planes, para mí desconocidos.

-¡Qué bobadas idealizas! -Chilla escandalizada, -¡Llevé con tu padre un noviazgo desde los trece años señorita! ¡Y lo amé intensamente! ¡Aún lo amo intensamente!, -se corrige, -¡Jamás me involucré con ese sujeto!

-¡Perdón! -siseo sosteniéndola, -Pero es lo que me da a pensar tu silencio.
-Contraataco ayudándola a mantenerse de pie. Sufriendo por sus lamentos doloridos y muriéndome de impotencia al vislumbrar que a duras penas logra pararse erguida. Reprimo la necesidad de llorar, al verla cada vez más consumida por la aflicción que disimula cuando mis hermanos o yo estamos presentes. -Entonces si no hay pasado amoroso... Es drama... ¿Monetario?- Indago ocultando la amargura ya elocuente. -¿Le debemos dinero a David Henderson? ¿Le debemos algo? -Suelto un suspiro agobiado mientras ella vuelve a negar.

Elimino ítems mentales y menos consigo comprender de qué va su rechazo y ese odio inmaculado.

Es decir, real resulta que el daddy macabro es pedante, manipulador, tan encantador como hijo de puta., pero ni siquiera yo tolerándole burlas, ironías, destellos de superioridad le odio. Me desagrada porque no lo conozco y nada sé de su entorno, o el misterio que una vida hermética proporciona., sin embargo no, definitivamente no lo aborrezco.




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