Sugar Daddy Libro 1

CAPÍTULO VEINTINUEVE

El viaje de veinte minutos desde la escuela hacia el restaurante de comida rápida, en lo que a mí refiere, se realizó en absoluto silencio.

Escuchando a mis tres hermanos acomodados en los mullidos asientos traseros conversar sin cesar., sin dar crédito a que cientos de miles de palabras salgan de aquellas cuerdas vocales.

Christopher elogiando el coche deportivo., cuestionando si el motor hidráulico, (del que recién hoy comprendo su existencia) le proporciona mayor practicidad a la conducción, y generando varias ojeadas admiradas de parte del sexy chófer. Más aún tras oírle confesar que su deseo gigantesco es conocer los rally de Miami.

Alexandra por el contrario, debatiendo entre chillidos el porqué dejaron a Rapunzel castaña, cuándo en realidad debió culminar la película tan rubia como ricitos de oro.

Y Liam., mi desconfiado, celoso, reservado hermano abriéndose de a poco con Niko. Soltándole en cuenta gotas lo mucho que adoraría estudiar alemán y también, a modo de impactante novedad: dedicarse a la fotografía.

Ocasionándome otra dosis de venenosa sorpresa, el gerente general de Wine Enterprise, afianzando un vínculo hacia el varón mayor de los Donnovan, confesándole que su labor empresarial jamás resultó de agrado personal. Pues la fotografía fue, es y será la gran pasión del galante caballero.

Mientras que yo, atiné únicamente a analizar la confesión masculina, recitada minutos atrás.

Una de tantas que simulan acertijos. Adivinanzas idénticas a las del daddy azucarado.

Y la sola idea de compararlos me asquea.

Me repugna porque David es manipulador, pero hiriente. Es frío, e inescrupuloso.

Aunque Nicolas también se sabe un gran manipulador. ¡Y lo detesto por ello!, me gusta el enredarme en su labia sincera, palabras bonitas que alegran la realidad vacía, o solitaria de cualquier mujer.

Miro de soslayo el perfil definido, anguloso de quién acomoda las bandejas cargadas de hamburguesas, refrescos, patatas fritas y me repito lo elocuente: ese hombre me encanta.

Sonríe pillandome en el acto justo de escudriñar sus facciones y aplaudiendo radiante, igual de feliz que mis hermanos menores toma asiento frente a mí, instando a las fieras hambrientas, imitarle.

—Como lo pediste Rapunzel —dice tendiéndome un paquete tibio —, sin panceta, huevo y mayonesa.

—¡Charlie no es normal! —Reprende Liam negando, abriendo el envoltorio de su completa y gigantesca preparación, desbordante de queso cheedar. —Ordenar una hamburguesa sin panceta, tendría que considerarse un crimen.

Achino la vista en dirección al rubio, y la manita suave de Alexandra pellizca mi muslo por debajo de la mesa cortándome la respuesta.

—¿Qué sucede sirenita? —Pregunto desviando la atención a la otra heredera Donnovan. Ayudándole a desplegar sus papas fritas que simulan ahogarse en un mar de salsa kétchup.

—Si como todo rápido... —Musita intentando no ser escuchada y obteniendo el efecto contrario, —¿Puedo irme a jugar al castillo con Chris?

—¡Yo no voy a ir a ese lugar de nenitas y caballos! —Rechista el mencionado suplicando, que el pedido no sea aceptado.

—¡Irás porque me dijiste fea! —Chilla Alexis lanzándole la fritura directo al rostro.

—¡Seguirás siendo horrible! —Contesta Christopher tras las carcajadas masculinas. —¡Crecerás y serás más fea todavía!

—¡Idiota! —Resopla inflando los ruborizados mofletes consecuencia del arrebato rabioso.

—¡Se dejan de pelear ustedes dos! —Sermoneo fingiendo seriedad, cuando deseo unirme a las risadas de Liam y Niko. —Tú, —indico señalando a Donnovan de nueve años —irás con Alexandra al castillo.

La pequeña cobriza alza ceja triunfante, de esas que evidencian complacencia al ganar la jugada.

—¡No es justo! —Gruñe Chris devorándose la hamburguesa rápidamente.

—Y luego., —continúo haciendo caso omiso a los reclamos, —Alexis te acompañará en los videojuegos. —notando la exitosa negociación sentencio, —Hasta que Nicolas acabe su hamburguesa. Tienen contados los minutos., tic, tac, tic, tac.

Engulléndose la carne ahumada entre panes tibios, ambos demonios saltan felices de los asientos.

¡Punto para los combos infantiles!

Rápidos de devorar, deliciosos y satisfactorios.

—¡Qué cruel resultaste Rapunzel! —Masculla sumamente a gusto el Flynn Rider moderno.

—¿Yo? —Cuestiono observando la dirección que tomaron los pequeños Donnovan, quiénes asidos de la mano corrieron a la zona de recreación gigantesca, cerrada y supervisada que posee Planeta Hamburguesa.

—Sí. —Afirma arrogante, —Tú. Pareciera que intentas escapar de mí.

Percatándome de la ojeada curiosa de Liam, que terminándose con sacrificio la mega elaboración, reprime el anhelo de saciar sus dudas en cuánto a de dónde nos conocemos, o si efectivamente somos novios, objeto —De ninguna manera. Sólo que mis hermanos traen tarea escolar. Yo debo encargarme del hogar y bueno...

—No intentes inventarme asuntos muñeca. —Escupe divertido, mientras mastica el último trozo de carne y kétchup.

Analizo detenidamente el movimiento de sus dedos al limpiarse los restos de salsa del pulgar y trago saliva inquieta. Cruzo las piernas disimulando el calor que me produce verlo tan erótico, aún sin proponérselo.

¡Qué hombre más excitante!

—Lotte. —Carraspea Liam interrumpiendo el escaneo indebido que llevo a cabo. —Voy con Chris y Alexis. Hazme una seña cuándo nos marchemos.

Giro rápidamente la cabeza y asiento.

—Claro. —Concuerdo disfrutando luego de mucho tiempo a mis hermanos. Feliz de verlos tal vez momentáneamente radiantes. De corroborar que a pesar de sus catorce años, el rubio rebelde sigue siendo un infante adorable. —Yo te aviso.

Acerca la silla a la mesa y alzando el pulgar con complicidad hacia Niko desaparece entre los demás clientes.




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