—¿Tuya? —Pregunto por lo bajo, mientras su nariz se frota en mi maraña despeinada, hecha un auténtico lío. —¡Yo no soy tuya, Niko! —Bromeo cuándo de una manera osada pellizco su muslo desnudo.
—Si vamos al caso, princesa, me quedé con tu inocencia. —Murmura adoptando un suave matiz varonil, —Eso te hace muy mía.
Chasqueo la lengua divertida a causa del comentario territorial.
Nunca me gustó el suponer que una persona pudiese sentirse como propiedad de alguien. Siempre me pareció un pensamiento totalmente machista; no obstante, escucharlo de boca de Nicolas, me lleva a replantear el razonamiento y concluir que con él, esas palabras me causan fascinación.
—Aunque quiero contradecirte, llamarte soberbio y engreído, no puedo más que confesarte, que me gusta. —Susurro removiéndome contra su cuerpo. —Me gustó conocerte., me gustó el flirteo., y me gustó lo que acabamos de hacer.
—El amor, Charlotte. —Recalca después de tragar saliva. —Lo que acabamos de hacer, es el amor.
Respiro hondo.
No ansío meter la pata cuando atravieso el mejor momento de mi vida, pero es inevitable.
Porque, pese a no pensar en el daddy estratega, mi convenio azucarado, o mi rutina diaria, otra es la inseguridad que ha comenzado a devorarme el cerebro con avidez: la inmensa duda ante lo que ocurrirá una vez salga de ésta habitación.
La gran interrogante, de si mi trato con Nicolas seguirá igual, o por el contrario se comportará como el cazador que luego de obtener su premio, buscará un destino nuevo para conquistar.
Si me la juego a creer en una labia experta, o lo miro con desconfianza, temiendo que de un día al siguiente, se olvide de mí.
Suelto el aire de mis pulmones por tercera ocasión, me apoyo sobre un codo y, deslizo la mano libre de una posición de sostén por su abdomen ejercitado, despertando en él cosquillas y en mí, deleite.
La piel masculina es cálida, suave, y la musculatura dura, invita a ser acariciada durante horas.
—Yo considero que fue... Simplemente sexo. —Declaro evitando observarle. Centrando la vista en sus pectorales.
—¡Pues estás muy equivocada! No fue simplemente sexo. —Refunfuña cerrando sus dedos en mi muñeca, y obligándome a verle el rostro. —Porque yo no siento simplemente atracción. —Recalca, —Así que no lo repitas. No vuelvas a repetirlo, porque para ti, es la primer experiencia amorosa con un hombre., y para mí, la primera vez que permanezco en la cama con una mujer después de llegar al orgasmo.
—No quise ofenderte. —Musito arrepentida de mis propias palabras.
—Déjame aclarar tu incertidumbre —Dice serio, —Lo que tuvimos no es un encuentro casual. Nos conocemos hace poco, es verdad. Pero yo no pretendo acostarme contigo y, ya. —El silencio se presenta como intermediario y Nicolas acerca mi muñeca a sus labios, besándola con intensidad—. Iremos de a poco. Te daré espacio para no ahogarte, o abrumarte —Suspira nervioso y sentencia—. Estoy decidido a todo con tal de tenerte a mi lado.
La alegría repentinamente sustituye al pesar y sonrío conmovida.
¡Cuánto quiero a éste hombre!
Niego mentalmente y corrijo la frase de inmediato, sin encontrarle otro verbo que suplante el querer.
No puedo querer a Niko. Definitivamente no puedo quererlo.
—Iremos despacio... —Es lo único que consigo espetar. —Despacio.
—Exacto. —Afirma, —Despacio hasta que estés segura de que sientes algo por mí, y despacio hasta que yo consiga al fin salir de la miseria que me rodea.
<<Bueno.,>> Reflexiono, <<eso implica buenas noticias.>>
Tiempo es lo que necesito.
Tiempo con el cuál deslindarme de David, y si Dios lo permite, vivir un romance pasajero o permanente junto a Nicolas Cooper.
—G-gracias. —Murmuro comprendiendo para mí misma, que el oxígeno entre nosotros, será el salvavidas con el que saldré a flote en éstos cinco meses y tres semanas que restan.
Una tarea de por sí difícil.
Dificilísimo ocultar lo que nos pasa, siendo que compartimos empleo.
Que el príncipe moderno posee cierta tendencia a la posesión.
Y que yo, después de lo que dio lugar en ésta cama no me visualizo haciendo la vista gorda en cuánto a Niko refiere.
—Ahora... Cuéntame una cosa. —Espeta soltando el agarre, y acostándose boca arriba, con las manos recargadas en la nuca. —Pero con sinceridad —Gira la cabeza en mi dirección, fulminándome con sus retinas verdosas. —¿Te... T-te gustó? — Cuestiona temeroso.
El rubor tiñe mis mejillas debido a la pregunta y, cautelosa asiento.
—M-muchísimo.
—Si hubiese sabido que nunca hubo otro antes de mí —indica aprehensivo—, te habría invitado al cine., o a cenar., o no sé., a pasear por la costa. Te habría obsequiado flores, o chocolates. —Me lanza una ojeada de disculpas y, mi corazón se estruja de pura ternura. —Perdón, abordé ésto como un bruto., cuándo sinceramente, tu primera vez podría haber sido memorable.
Llevo el índice a sus labios y lo hago callar.
—Es memorable, e increíble. —Corrijo sonriéndole radiante. —Te comportaste como un caballero. Me trataste con paciencia, con delicadeza, con cariño y me regalaste el momento más fantástico de mi vida. —Acercándome a su boca, lo beso de forma fugaz. —Si tuviese la oportunidad de devolver el tiempo atrás, no cambiaría absolutamente nada, porque fue perfecto.
—Mi hechicera condenada. —Ronronea estirando un brazo, para pegarme a su cuerpo nuevamente. Como si no lograra pasar más que unos pocos segundos sin tocarme. —¿Sabes? Te propongo un juego. —Invita enarcando una ceja.
El rubor que anteriormente supo invadirme, se transforma en un evidente carmín, que sumado al bochorno, amenaza con estallarme las mejillas de pura vergüenza.