Suicidios Consecutivos

Capítulo 7

  Nos dirigimos en filas, uniéndonos al pasar con otros grupos hasta que nuestro número aumentó considerablemente. 

 

 Desfilábamos como una formación militar que me recordaba a la clase de instrucción premilitar del colegio. 

 

 Llegamos frente al edificio y lo rodeaban gran cantidad de espíritus controlados que nos superarán en multitud ¿Estarán esperándonos? ¿Sabrán que veníamos a atacar? Al subir mi mirada la vi allí en la ventana de uno de los pisos. 

 

  En mí surgió una detestable sensación de miedo. 

 

 Estalló de súbito el descontrol impulsado por la rabia.

 

  Fue algo tan radical. Nunca en mi corta vida, si es que a esto yo lo podía llamar vida (ya que estoy muerto) había hecho algo parecido. 

 

  El alboroto me abrumaba y mi intuición me decía que debía quedarme aparte de todo esto. 

 

  Era una guerra sin heridas, tampoco muertes, pero de igual manera mi cuerpo se mantenía inmovilizado.

 

  Ante mí se hallaba esa mujer pálida con su gran manto blanco que se arrastraba por el suelo mientras caminaba. 

 

 Su presencia denotaba superioridad. Se encontraba en la puerta del edificio custodiada por varios bajo su control.

 

—¿Qué queréis vosotros que osan molestar? -su voz se alzaba entre la multitud. Muy hermosa es su voz, pero algo intimidante. No apetece contradecirla en ningún modo.

 

 La multitud se quedó muda. Al parecer quedaron igual de pasmados como yo. 

 

  Algo en esa mujer me hacía sentir extraño. No era su belleza, era otra cosa.

 

—VENIMOS ACABAR CON ESTA DICTADURA QUE HAS FORMADO ENTRE NOSOTROS -gritó una mujer con la voz gruesa, un poco gorda, de cabello corto y poseía una vestimenta un poco varonil.

 

  El clamor se hizo presente de parte de nuestro grupo. Nos hacía falta un incentivo y eso nos dio el ánimo que necesitamos. A mi alrededor tomaron posición de continuar y yo ahí sin saber que hacer o a donde ir exactamente así que hice lo que suelo hacer en estos casos, seguir al rebaño (o sea a los demás).

 

 Los ojos de aquella mujer pálida nos seguían con la mirada. No estaba cerca, pero podía sentirla penetrar en mí como un cuchillo. 

 

 Pero continuaría, de todos modos, no voy a morir más bien no puedo morir.

 

—ATAQUEN -grita ella.

 

 La marcha continuaba y el bando rival también cuando su líder dio la orden. La guerra comenzó de nuevo y las armas principales eran cuerdas.

 

  Me toman del brazo. Trato de soltarme, pero alguien más me agarra por el hombro.

 

—NO, NO LO HAGAS -grito sabiendo que no me van a hacer caso, pero siento que me sueltan el brazo.

 

  Un hombre alto que era uno de los que sujetaba se pone de rodillas llorando. 

 

—NO LO HAGAS PAPI. NO ME PEGUES, ¡ME DUELE!

 

  No comprendo lo que sucede y no me da tiempo ya que el otro hombre me carga como a un saco de arena. Yo que poseo la gran fuerza de una hormiga trato de soltarle sin suerte. 

 

 Me quedo quieto observando el gran caos ocasionado, algunos amarrados otros cargados o sostenidos. 

 

  Si esto fuera una película de guerra estoy muy seguro que sería el primer idiota en morir porque mi fuerza es 0, mis habilidades son 0 y mi inteligencia (debo tener algo de autoestima) voy a ponerme un 5 (no soy un genio, pero tampoco soy bruto).

 

 Llega volando una persona a quien alguien debió haber lanzado y choca con el tipo que me carga. Caemos al suelo. 

 

  Aprovecho y me levanto lo más rápido que puedo. Mi paseo acaba allí. En ese momento escucho un grito de frustración. 

 

 No comprendo hasta que observo a la mujer que está a mi derecha y sigo la dirección que ella observa. Ya la entiendo. Del edificio van saliendo una gran cantidad de enemigos.

 

 Esto no puede ser bueno ¿cuántos más hay dentro?
 




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